jueves, 28 de febrero de 2008

No hay dos sin tres. “El mal menor”.

Una lectura me obliga a redundar en el asunto del “mal menor”.

Visitando el reciente blog de César Vidal – a estas alturas probablemente es innecesario presentar al personaje – leo un texto editado el 27 del corriente;

“Un documento respaldado por el ministerio de justicia que rige Fernández Bermejo y el de sanidad que comanda Bernat Soria dispone que en la próxima legislatura las comunidades autónomas tendrán un control restringido sobre lo que hacen las clínicas abortistas que actúan en su territorio… Por si fuera poco, y en un intento de preparar a la población para la matanza, el gobierno de ZP ha decidido que las criaturas abortadas ya no sean restos humanos sino meros desechos de hospital. Si ZP sigue en la Moncloa ni siquiera tendrá que modificar la ley actual. Simplemente impedirá que se aplique…”

Frente a este panorama ¿caben filigranas para tranquilizar la conciencia con estrategias de voto “puro” a partidos marginales?

Hace cuatro años nos golpeó un atentado que hizo perder el poder al PP. La estrategia de confusión del PSOE sobre ese acontecimiento ha continuado hasta hoy. Si en estas fechas acontece algo sorprendente en el sentido de mantener a ese partido en el poder, se confirmará una línea de acción que todos sospechamos y no nos atrevemos a decir en voz alta, porque estamos en una dictadura de hecho.

Los abortos y la eutanasia son sólo el principio. Esta gente va a por todas… y nosotros jugando a su juego, con sus cartas,… ¡y con remilgos!

miércoles, 27 de febrero de 2008

Una matización al "mal menor"

Parece que el argumento del mar menor es sólido. Sólo debe parecerlo, pues la opinión está muy dividida en el ámbito en que he debatido el asunto.

Sin embargo hay un lugar común entre los que no van a votar al PP como alternativa al PSOE; afirman que en el PP “hay gente buena”, pero que el partido les ha decepcionado en temas de alcance, por eso buscan partidos que defiendan los valores de la vida y de la ley natural, por lo menos.

Es una solución egoísta, que acalla a la conciencia sin resolver nada ya que el voto es absolutamente estéril. Votando al PP quizás mueran en la próxima legislatura un millón de niños. Votando al PSOE quizás morirán dos o tres millones, como votando al PARTIDO QUE BUENOS SOMOS (PQBS) o al no menos conocido PARTIDO QUE BELLO ES VIVIR (PQBEV)…

Soy persona de suerte, pues al contrario de mis interlocutores no conozco buenas personas del PP. Ni del PSOE, ni del PC… ni de algunos otros partidos… y conozco un buen puñado de políticos. Incluso creo que militar en un partido y ser buena persona es incompatible. Las buenas personas que conozco no son militantes de partido o, si lo son, no lo dicen.

Por eso no tendría prejuicios en votar al PP si con ello obtuviera una mejora para mis semejantes. Si el PSOE y el resto de la izquierda no se hubieran enrolado en su deporte del genocidio, practicando con niños y viejos para ensayar, no me molestaría en jugar a ese juego bastardo de la sociedad española, burdo remedo de la democracia, capitaneado por quien el líder de la izquierda llama, desgraciadamente con fundamento, un “rey muy republicano”.

El mal menor

Hace unas fechas aconsejaba en un foro la opción del “mal menor” frente a las elecciones generales españolas del próximo mes de marzo. Ese mal menor sería votar al Partido Popular (PP), a pesar de que sus realidades sean en muchos casos inmorales.

Argumenté que no era una opción moral que viera muy clara, pero que las declaraciones oídas en este sentido a un obispo y la consulta con un sacerdote conocido, me hicieron ver que eso que parece bueno, no era malo.

Sin embargo, acabo de leer la oposición radical a esta postura en la pluma de una persona con la que en general estoy en total acuerdo. También la de algunos sacerdotes próximos. Eso me ha dado qué pensar.

No me extiendo en el razonamiento, tan solo en la conclusión; creo que decimos cosas distintas y que en esencia opinamos igual. Me explico.

Optar por hacer el mal menor no es lo mismo que optar por que otros hagan el mal menor. Lo primero es inaceptable, lo segundo es una alternativa moralmente aceptable. Pongo un ejemplo.

En una situación extrema, un delincuente que nos tiene retenidos junto a otras personas, en un momento determinado y en pleno arrebato de ira, nos da la posibilidad de elegir en nuestra impotencia entre que él se decida a matar a un infeliz que tiene a su derecha o a otros dos que tiene a su izquierda. Nuestro silencio le inducirá al doble crimen. La situación es inminente y no sabemos qué pasará después. Al margen de que un ser normal se quedaría sin habla, no sería inmoral que el inquirido señalara el mal menor; optara por que el malhechor ejecutara a un único rehén.

Sería inaceptable que el aludido, para evitarse daño, optara por realizar él mismo el mal menor. Eso le convertiría en un criminal. Lo ideal sería hacer desistir al malvado de su propósito o convencerle de que se conformara con nuestra vida, expresión ésta de caridad heroica que tiene muchos ejemplos en la historia del cristianismo. Pero de no ser posible esas alternativas, la elección forzada por evitar el daño mayor no es acción ni implica consentimiento.

Trasladando este trágico ejemplo a la situación electoral – mucho más dramática en sus consecuencias - tenemos enfrente a un partido socialista, PSOE, que se declara, actúa y argumenta en favor del aborto, de la eutanasia,… y en general de llevar a cabo todo cuanto de antinatural y aberrante se le ocurra. La otra opción posible es el PP, que transige fláccido a algunas de esas miserias, sin llegar a los extremos de enajenación del PSOE, pero sin ascos por andar al borde de la ciénaga.

El mal menor es elegir, impotentes, ante la opción menos mala, en la confianza de ganar tiempo para que algo ocurra que nos saque de esa miseria. Optar por votar al PP no nos autoriza a abortar o a practicar la eutanasia, ni a justificarla sino a conseguir, dentro de nuestra impotencia y como única opción viable, que se salven miles de niños y ancianos que con el PSOE estarían perdidos.

Mantengamos la esperanza de que al fin lo recto se impondrá a toda esa miseria. Mucho bueno fermenta en las catacumbas. Mientras tanto, debemos vivir la amargura de optar por que otros realicen un mal menor o bien desentendernos, para mal de las víctimas que no lo serían sin nuestra inhibición.

Estos comentarios están dictados por el sentido común del que suscribe, que no tiene ninguna otra fuerza argumental ni moral. Creo que el tema es delicado y cada conciencia debe llegar a sus conclusiones.

domingo, 24 de febrero de 2008

Nada es fácil

Cuando era chico mi abuelo solía pedirme que le ayudara en cosas que por su edad le resultaban difíciles (cuando era chico los abuelos eran respetados también en occidente). Mi abuelo era un hombre considerado y sensible y nunca me pedía nada que no estuviera muy dentro de mi alcance. Pero siempre, cuando yo le decía “eso es muy fácil”, me contestaba; “no hay nada fácil”.

Nada es fácil, aunque a primera vista lo parezca. Todo tiene su intríngulis, tanto en el mundo material, como en el de las ideas o en el de los acontecimientos. Me centraré en este último porque situaciones recientes de nuestra política nacional me dan qué pensar.

Antes me remontaré a un episodio histórico de todos conocido; la creación del nacional-socialismo alemán, el fenómeno nazi. A estas alturas sería aburrido entrar en detalles, por lo que remitiré a una situación de fondo que me llama la atención. El paradigma del nazi es un alemán rubio, blanco y alto. Si nos entretenemos en leer la prensa de la época, escuchar los discursos de los dirigentes nazis o leer sus documentos doctrinales, veremos hasta qué punto esto es así. Incluso hoy nos haría esbozar una sonrisa el infantilismo de ese paradigma.

Sin embargo Adolfo Hitler, el líder de esa ideología, era un austriaco, moreno y bajo. Su aspecto era más el de un inquilino de sus campos de concentración que el de un vigilante. Y sin embargo Alemania se suicidó con él. Los alemanes, esos seres perfectos, demostraron ser unos simples. Mucha belleza pero sin seso, como en la fábula.

Creí que esa era una situación de libro. Sin embargo, me ha tocado vivir situaciones semejantes.

Los catalanes tenían en España una cierta fama de “élite”. Su iniciativa empresarial, su capacidad de trabajo, su no se qué, hacían del catalán un hombre cotizado. Al margen de que fuera ésta una opinión fundada o no, lo cierto es que los catalanes se la creyeron, y años de coba durante el gobierno del general Franco hicieron de un sector de los catalanes un mundo de creídos. Esta situación quedó manifiesta cuando crearon su propio gobierno autónomo, presidido durante más años de lo prudente por un dictadorzuelo nepótico. Parecía que no era posible que una mayoría de catalanes – presuntamente tan inteligentes – miraran con arrobamiento a aquel personajillo ocupado de forma tan desvergonzada en enriquecerse y enriquecer a su familia, llegando a estar a las puertas de la cárcel por la quiebra del “banco nacional” que él alentó. De haber vivido en un estado de derecho, no se habría librado de su justa pena.

Pero los catalanes le adoraban. Esa “raza superior” de emprendedores y gestores, estaba loca por su líder.

Parecía que quedaría todo en eso, pero un día desde la capital nombraron un nuevo presidente catalán. Era andaluz, impuesto y analfabeto. Pero los catalanes adoran a su nuevo líder. No por lo que es o hace, sino por lo que dice. Como con los antiguos charlatanes de feria cuando embaucaban al pueblo ignorante.

Para completar el panorama catalán, se reavivaron las siglas de un veterano partido genocida autóctono y se colocó al frente de él a un aragonés, hijo de un guardia civil. Eso no sería un problema para una persona normal, pero es una astracanada en el mundo nacionalista. Pasar por eso deja en evidencia la incoherencia de esos fanáticos y la crueldad de sus amos para con ellos.

Si algo se parece a un nacionalista alemán, es un nacionalista catalán. Como el alemán, el nacionalista catalán está creído de sí mismo, convencido de que es el mejor y con él, su raza. Como el nacionalista alemán, el nacionalista catalán necesita un líder carismática que piense por el y le repita que, por ser catalán, es mejor, sin más mérito. Como el nacionalista alemán, el nacionalista catalán es estúpido y potencialmente criminal.

¿Qué brebaje ha bebido un joven – el adulto ya ha bebido de todo – para seguir a semejantes charlatanes? No me cabe duda de la buena fe de algunos de los que votan nacionalismo ni la de los vociferantes jovenzuelos que se arrastran empujados por sus líderes millonarios… de izquierdas; lideres nacionalistas catalanes…de Aragón o Andalucía; líderes bien preparados… con sólo estudios primarios; nombrados por el pueblo… de Madrid.

En el mejor de los casos nacionalistas de buena fe, pero de estupidez absoluta.

Todo esto no es casualidad. La Cataluña nacionalista es la más domesticada de la reciente historia de Cataluña. Cataluña líder en abortos. Líder en desviar fondos estructurales y sociales a “la difusión del catalanismo”. Líder en la eutanasia. Líder del laicismo social. Líder en la cola de los alumnos peor preparados académicamente pero más acosados sexualmente por el gobierno nacionalista.

Nada es fácil. Interpretar lo que pasa en España, tampoco, aunque la mayoría se empeñe en el maniqueísmo de Zapatero bueno, Rajoy malo o viceversa. ¿Alguien se puede creer que ese pijito castellano de raíces turbias, discurso vacuo, mentira compulsiva, mirada vacía y expresión ausente, es capaz de organizar nada? ¿O que ese “barbone” panoli y quizás buenazo, sea capaz de mantenerse en su sitio, si llega?

Detrás de todo esto hay algo que la historia explicará. Alguien o alguienes – como diría la ministra de cultura socialista - están testeando la sociedad española para ver su capacidad de resistencia. Muchos están de acuerdo en que la francmasonería francesa mueve los hilos de nuestra política desde los borbones que, por cierto, no tenían la planta ni el espíritu que hoy tienen cuando eran borbones. El general Franco rompió y frenó durante ocho lustros sus planes de acción que se debían haber completado con la revolución socialista y el genocidio de los años 30 del siglo pasado. Sólo la muerte del general permitió la vuelta al proceso.

España está a punto de caramelo. Millones de españoles se adocenan cada día frente a la televisión para digerir sus miserias en forma de subsidios, subvenciones, o la paz que les aporta su sumisión a líderes millonarios y populistas.

Francmasonería francesa. Puestos a ser títeres de masones, preferiría serlo de la inglesa, que tiene más clase. Y es que, como me decían hace tiempo, en esta vida uno puede verse avocado a ser cualquier cosa, pero hay que procurar serlo con clase; si ladrón, no tironero, sino de guante blanco; si prostituta, no de esquina, sino de “madame”. Aunque, sin duda, lo mejor es cortar los hilos que nos hacen títeres.

lunes, 18 de febrero de 2008

Cuaresma, patrimonio de todos

Hace días que no inserto ningún escrito es este sitio. No es que lo tenga olvidado, ni que haya dejado de escribir. En absoluto. Cada día pienso en esta página, pienso en la oportunidad o no de ella, en “para qué”. Aunque viendo que hay quien la visita, no sé si con provecho, quizás no debería de plantearme el “para qué”, sino el “para quién”. No está olvidada.

Tampoco es por falta de material. He escrito varias cosas en la línea de las anteriores, aunque con menos ganas y al parecer sin demasiada convicción, pues no las he trasladado aquí.

Creo que el motivo de esta situación de silencio, o mejor, el responsable de esta situación, es la Cuaresma. Y también un cura.

Para quién lo desconozca, la Cuaresma es un intervalo de tiempo que ocupa los cuarenta días previos al martirio y muerte en la cruz de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios.

El que un Dios infinito, por Su voluntad, decidiera hacerse hombre para dar a la humanidad el mensaje de amor como clave de la salvación, es un hecho importante para el cristiano.

Que ese Dios infinito, por Su voluntad, se dejase vejar y torturar y muriese de la forma considerada más ignominiosa en la época, es un hecho insólito, más, revolucionario, en la historia del pensamiento religioso de la humanidad.

La forma en que consideró la tradición cristiana que debía conmemorar tamaña expresión de generosidad, era preparar la fecha de los hechos con un período de penitencia y reflexión que ayudase a vivir los días trágicos en un estado de ánimo que permitiera comprender la trascendencia del acontecimiento. Sólo desde el profundo sentimiento de compartir místicamente el sufrimiento de Jesús se puede vivir la gozosa alegría de Su Resurrección, esencia del cristianismo.

La tradición de la Cuaresma se remonta a la época apostólica y son unos días de especial relevancia para la Iglesia católica, pues la renuncia a uno mismo – con su consecuencia implícita que es la entrega al prójimo - que requieren esas fechas, ha formado muchas almas en estos dos mil años de tradición ascética.

Luego entraré en detalles, pero ésta ha sido la primera causante de mi distanciamiento de esta página.

El cura es el otro motivo. Coincidiendo con el inicio de la Cuaresma recibí un escrito de un sacerdote apreciado en el que reflexionaba sobre esta etapa de mortificación y amor. Mi cura decía, entre otras cosas; “…Vivimos en un ambiente en el que el “marujeo social y político” es causa de pérdidas incalculables de tiempo en informaciones vanas, ligeras y superficiales. Muchos están perfectamente informados de lo que ocurre en el mundo, pero no tienen muy claro qué es lo que debería ocurrir en el mundo… Es mucho más importante la formación que la información y me temo que, aunque ambas son necesarias, la proporción de tiempo que dedicamos a la información es mucho mayor que la que dedicamos a nuestra formación, cuando lo suyo debería ser lo contrario…”

Con esos pensamientos en la cabeza, ¿cómo podía enfrascarme y trasladar a estas páginas, en semejantes fechas, escritos con contenido de “marujeo social y político”? Por ello decidí aparcar contenidos extemporáneos y centrarme en una reflexión más formativa. En principio no pensaba trasladar aquí esa reflexión, pero la “cabra tira al monte”.

Las cosas no siempre son sencillas y en mi caso – como imagino en el de muchos, probablemente en el de la mayoría – esta reflexión formativa es compleja, difusa y precisa de mucha disciplina de la mente para intentar llegar a algún lugar estable. Intento explicarme.

Quien haya tenido la paciencia de leer alguno de los escritos que aparecen es este sitio se habrá hecho a la idea que de su autor es un católico convencido, incluso un tanto “radical”. Si ha leído algo más que “alguno” de estos escritos, quizás esa idea habrá evolucionado hacia la duda de si el autor es ciertamente un católico “fetén” o bien un católico sui generis. Si el lector hubiera leído otros textos del que suscribe, probablemente la duda habría evolucionado hacia derroteros más confusos.

No es eso raro. Sino común. El autor de estas líneas es, como la mayoría de sus conciudadanos, una persona nacida en una nación católica, bautizado, educado en un seno familiar de sentimiento y valores católicos y educado en una escuela católica, no importaba tanto antes si pública o privada. ¿Qué ha de resultar de eso sino un católico, o por lo menos una persona de una estructura mental cristiana? La diferencia con otros conciudadanos es que el que suscribe asume esa historia, mientras que muchos, de buen o mal grado, de forma libre o coaccionada, dicen renegar de esas circunstancias.

Es decir, una buena parte del cristianismo es ley natural, exaltación del hombre generoso y tenaz. Eso lo entendemos todos. Otra parte del cristianismo es fe, inducida por la gracia, por el regalo, de Quien nos ha creado. Esa parte es más confusa para muchos de esos católicos en serie a que me refería. Porque la “gracia” no es un derecho que tengamos ni algo que nos ganemos, sino un regalo del Creador. Por razones complejas fuera del alcance de nuestra mente, al menos de la mía, San Pablo fue agraciado a pesar suyo. O San Agustín. Muchos santos poseyeron la gracia toda su vida ejemplar y muchos parias – la mayoría - parece que carecemos de ella a pesar de desearla. O no sabemos ver que la tenemos.

Pero lo que importa aquí es que son muchos los que tienen algo de católicos, aunque no ejerzan. Y ese patrimonio cultural y espiritual les da derecho a aprovechar algo tan beneficioso como son cuarenta días de especial dedicación a si mismos, a lo intangible de si mismos. A meditar sobre lo que uno es y hacia dónde va.

En condiciones normales este ejercicio es complejo porque estamos machacados por el medio ambiente social. Los gobiernos nos dan respuestas fáciles a cuestiones muy complejas, porque es más cómodo conducir un rebaño que gobernar a una ciudadanía. Pero si los más alejados se aferran a eso de cristianos que tienen, a esa impronta tan lejana y poco vivida que es el bautismo, si nos aferramos a ese carnet que nos abre las puertas para ser iguales al mejor de los cristianos, y capitalizamos la Cuaresma para cerrarnos un poco en nosotros mismos, habremos ganado mucho. Podemos utilizar el ambiente místico de la Cuaresma para ser libres por unos días en nuestra ajetreada vida. En estas fechas, millones de seres humanos buenos, en todo el planeta, están rezando por nosotros, no importa nuestra catadura. Busquemos momentos para olvidarnos del mundo y pensar en nuestra alma o lo que sea que nos hace distintos, y en la riqueza de hacer felices a los que nos rodean. Ejercitemos la limosna con el indigente que más nos incordie, con el que pensemos que “se lo va a gastar en vino”. Dejemos de ver un programa de televisión favorito, aunque sea por una vez. Veamos que se siente con la disciplina de no comer carne un viernes. Probemos a hacer esas pequeñas cosas que desde hace dos mil años hacen los cristianos y que tanto alaban. Ninguna de estas propuestas nos puede hacer daño.

Y todo esto, ¿para qué? Para – por lo menos en esos instantes de experiencia cristiana - tener conciencia de libertad y, si se me apura, como una expresión implícita de “Señor, no entiendo nada, pero te quiero”. Es una reflexión inofensiva, que puede darnos la eternidad.

viernes, 8 de febrero de 2008

Otra vez con los obispos

¡La tabarra que nos dan los camaradas con el asunto de la Conferencia Episcopal! ¡Suerte que la horda ha encontrado un nuevo tema con la inmigración y parece que se han olvidado un ratito de los obispos! Son como niños abriendo regalitos… uno, y otro, y otro, y al final juegan con el papel de envoltorio.

Suena tierno pero no es inocencia, es estupidez insaciable. Estas líneas son un aviso a navegantes.

Hace unos años los poderes de la izquierda mantenían con cierta discreción su odio a los católicos. Sólo algún líder de esos “simpáticos” dejaba entrever el atávico instinto genocida. Pero las salidas de tono se achacaban al “ya se sabe como es Fulanito”. Dos risitas y el asunto quedaba en nada… Más de uno recordará aquel “…a España no la va a reconocer ni la madre que la parió…”. Bromitas del comisario reprimido.

Con el actual gobierno socialista, ese odio ha ido saliendo al aire a medida que el gobierno se ha sentido seguro, impune. Y hemos pasado de la bromita al insulto directo, a la agresión verbal, incruenta en el hecho pero clara declaración de intenciones.

El proceso es elemental, de libro. Una aplastante mayoría cristiana es peligrosa. Para la izquierda es peligroso todo lo que no esté en rotunda minoría indefensa. Pero ¿existe esa mayoría? La pusieron a prueba.

Genocidio de bebés no nacidos. Y nada. Cambiar “padre” por “progenitor”. Y nada. Llamar matrimonio a la sodomía. Y nada. Mofarse de Jesús en Jerusalén. Y nada. Equiparar un templo a un bar. Y nada… “¡Estos católicos son un chollo! ¡Igual que en el 36, en que aquellos camaradas se divertían torturándolos y se dejaban… y lo mejor, no pasaba nada”

Los socialistas y anexos lo tienen claro; los católicos no tienen fuerza, son como niños y como a niños se les puede tratar, como lo hicieron aquellos camaradas.

Y en esa confianza están, la violencia con impunidad, el paraíso del camarada. No les oímos que vejen a Mahoma, ni a los musulmanes ni a los ayatolás, porque ahí hay peligro. Esa izquierda es tan cruel como cobarde. Pero los católicos son carne de cañón.

Estos días he escuchado públicamente, de voces de la izquierda, cosas muy concretas; “hay que disolver esa cosa que se llama Conferencia Episcopal” (03.02.2008), “vamos a quemar la Conferencia Episcopal” (07.02.2008), un encapuchado violenta la Santa Misa atacando verbalmente a los obispos (05.02.2008), un grupo de adolescentes portando pancartas y silbatos violentan la Santa Misa para insultar a los asistentes (27.01.2008). Unos botones. Hay más, pero me aburren.

De salir de nuevo los socialistas en las próximas elecciones generales en España, preveo en la próxima legislatura agresiones físicas a religiosos, por el hecho de serlo. Serán agresiones efectuadas por personas no identificadas y que se atribuirán a grupos extremistas. El gobierno lamentará las agresiones pero matizará que los católicos las provocaron por su fe o por su aspecto (llevar hábito o una cruz visible,…). No se dará con los responsables. Los actos sacrílegos serán cosa cotidiana.

Puedo estar equivocado en el plazo, en función de si les sale un nuevo pucherazo o no. Que gane la dudosa derecha supone sólo un lapso en el proceso. Pero mientras estemos en el tercer mundo cultural, la izquierda estará en su cieno.

La cobarde conciencia de impunidad de una izquierda española le da cada día más confianza y sale de su armario, mejor ataúd, mostrándonos su cara, su mueca, la mueca que estremeció a la gente de bien de los años treinta. “Son los mismos”, me decía hace años un erudito de la historia contemporánea de España. Era su opinión que no compartí en aquel momento.

Hace poco el gobierno socialista español rindió homenaje al veterano dirigente comunista Santiago Carrillo, con motivo de su 90 cumpleaños. Carrillo fue delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid en la República. Estando él en este cargo, fueron fusiladas más de 5.000 personas en Paracuellos del Jarama. Niños, ancianos, mujeres y hombres, por el delito de ser católicos. No actuó coaccionado pues fue otro hombre de izquierdas, un anarquista, quien acabó con las sacas de presos. Carrillo, genuina izquierda, actuó por convicción. Se homenajea a quien se admira, y es natural querer emular a quien se admira. Efectivamente, parece que son los mismos.

Pero hoy no es ayer. Para muchos españoles han pasado lustros desde aquella pesadilla. Ni tampoco toda la izquierda es como alguna de la que gobierna, al contrario, hombres y mujeres con nobles conciencias sociales forman en la ideología que algunos dirigentes socialistas españoles escupen.

Hace dos años escribía que pronto volveríamos a las catacumbas. Estamos bajando a ellas. Pero eso no es malo. La persecución es el estado natural del cristiano.

España se debate en un momento crucial que no se definirá en estas votaciones, quizás sí en esta generación. Pero, en cualquier caso, al católico español se le presenta un reto que ni se había planteado en el cómodo regazo de un régimen católico bienintencionado que había ahogado la fe que defendía.

Quizás estas elecciones aclaren las cosas a los católicos y hagan de una vez caso a sus pastores. Como dicen nuestros hermanos musulmanes, “reza a Alá pero ata al camello”. Toma nota hermano católico, reza a la Virgen, pero no votes socialista.

viernes, 1 de febrero de 2008

La opinión de los obispos

Los obispos españoles y sus escritos.

La Conferencia Episcopal Española ha hecho público, hace unos días (30 de enero de 2008), un escrito sobre criterios a tener en cuenta a la hora de votar. Intenta orientar a los católicos, y a quien les quiera escichar, de cara a las próximas elecciones generales en España.

Hace unos pocos años peleaba en un foro católico, al acercarse un período electoral, para que tomáramos la discusión política sobre a quién no debíamos votar. Me fue imposible avanzar en el tema, pues era opinión unánime en aquel concurrido foro que los católicos no debíamos discutir de política, ya que la Providencia y nuestras oraciones salvarían a España de cualquier mal.

Naturalmente no estaba de acuerdo – sí en la Providencia y las oraciones, no en la pasividad – pero no encontré otros argumentos que los míos y me sentí algo culpable, como si hubiera escandalizado a tan beata concurrencia.

Pero en noviembre de 2006 los obispos españoles vinieron en mi ayuda – de haber sido más leído lo habrían hecho antes - y pude demostrar a mis próximos que yo no era un católico revolucionario, un seguidor de la teología de la liberación o un exaltado. Con la instrucción pastoral “Orientaciones morales ante la situación actual de España”, la Conferencia Episcopal Española dejaba bien claro que los católicos somos parte de la sociedad, que debemos incidir en ella, que la democracia es algo bueno – aunque añado que la de España es un burdo remedo de lo que debería ser una democracia – y que es una obligación del católico formar parte activa de la vida civil aportando valores cristianos a su entrono profesional y, por descontado, es también su obligación votar.

Esta instrucción pastoral no gustó a la izquierda ni a un sector minoritario de católicos.

Ahora los obispos nos orientan sobre los criterios que debemos seguir para votar. No nos dicen a quién debemos o no votar, sino qué criterios nos deben guiar al elegir el voto. Este nuevo documento es la “Nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las elecciones generales de 2008”. La nota ha gustado menos a los disgustados del anterior escrito.

¿Qué pintan los obispos en todo esto?

La pregunta inmediata es, ¿qué pintan los obispos en todo esto? Me refiero al asunto del voto y la política. La respuesta inmediata es que los obispos son los responsables espirituales del mayor colectivo español, el de católicos. Parece que nuestro sentido común debe susurrarnos que si hay un problema en la intervención de los obispos, no radica en el derecho que tienen los obispos para opinar – que es todo el derecho - sino en qué opinan.

Efectivamente, tenemos la obligación de escuchar la opinión de esos líderes espirituales no sea que sus opiniones nos conduzcan – como algunos líderes musulmanes parece que hacen con sus prosélitos – a cometer desmanes contra la sociedad española que no opina como ellos. Tenemos la misma obligación de escuchar a los obispos como la de atender a nuestros líderes políticos, no vayan a ser éstos los que nos lleven a cometer aquellos desmanes.

Parece que este planteamiento es razonable. Atender a las opiniones y crerse un juicio. De hecho, si no estuviéramos repletos de prejuicios, sería un buen camino por el que transitar para ir en el buen sentido. Veamos pues a dónde nos lleva esa senda.

Desnudos lo vemos todo más claro

Lo primero para aclararnos es desnudarnos de prejuicios. Ese ejercicio intelectual lo he realizado muchas veces. Unas, intentando ponerme en el pellejo de nuestro gobierno para buscar la lógica de sus acciones. Otras, colocándome en el punto de vista de la Iglesia para entender sus planteamientos.

El ejercicio con el gobierno me ha resultado infructuoso. No porque no entienda lo que hacen, que lo entiendo perfectamente, sino porque no he encontrado coherencia entre su función y sus acciones. Me explico. Un gobierno democrático debe asumir la representación de la nación que gobierna, incluidas sus minorías, ¡no digamos sus mayorías! No es el momento de entrar en detalles, pero cualquier observador objetivo verá que eso no se da en nuestro actual gobierno.

El ejercicio con los obispos me llevó a ver coherencia en su planteamiento. Coherencia en el sentido de armonía con lo que predican, que es el mensaje de Jesús de Nazaret. Esa coherencia suponía exponer unas ideas, recomendarlas y a la vez –extremo impensable en el gobierno – comprender y justificar otras ideas. Eso sí, justificarlas dentro del límite de lo que llamamos moral natural. Veamos un ejemplo; dos forofos del fútbol discuten. Uno le dice al otro “tu equipo es una basura y tú otra por seguirlo… y como me repliques te doy hasta en el carnet de identidad…”. El otro le contesta “no me cabe duda de que mi equipo es mejor que el tuyo, pero hablo a gusto contigo mientras no me insultes ni agredas”.

Beber de la fuente

Atender y hacerse un juicio. Este ejercicio intelectual lo puede hacer cualquiera porque es un ejercicio suave, aunque con gran rendimiento. Es algo así como la que se llamaba gimnasia sueca o como el yoga, que con unos movimientos sencillos pero constantes, nos ponen en forma.

El ejercicio aquí es molestarse en buscar en Internet los documentos de los obispos que cito. Yo empezaría por el más cercano, la "Nota de la Comisión ...", que cito más arriba. Permanente Sólo hay que hacer un “copia” y luego “pega” en el Google y a leer.

Conocer la opinión de gobierno es más fácil. Sólo hay que encender cualquier televisión a cualquier hora. Directa o subliminalmente tendremos la opinión gubernativa, no argumentada, machacada. Con honrosas y raras excepciones de programas y cadenas.

Los obispos

Para finalizar, sólo un apunte a modo de consejos de los libros de excursiones… que si tal calzado, que si tal ropa de abrigo… esas cosas que sirven para mejor provecho de la excursión, en nuestro caso para mejor provecho de la lectura de las fuentes.

Aquí como consejos recordar que los miembros del gobierno son personas en su mayoría indocumentadas, sin currículum profesional, sin ningún prestigio intelectual, procedentes de familias burguesas que tienen colocados a sus hijos listos en cargos directivos de empresas importantes y que han encontrado en esta política el puesto de trabajo de sus hijos menos dotados. En algunos casos ni eso. De esas cabezas vienen las opiniones gubernativas.

Los obispos son todos - habrá excepciones como en todo en esta vida - personas de relieve en un colectivo culto y prudente como es el clero en general. Un cura ha de pasar años en el seminario formándose intelectual y humanamente y luego ha de brear con el colectivo social que le indican. Los sacerdotes han de tener una gran voluntad, espíritu de sacrificio y humildad para enfrentarse cada día, en la soledad material de su vida, con los problemas más miserables de sus semejantes, que esperan de él más de lo que se debe esperar de un hombre, que es lo que son los curas. Una vida de estudio, de sacrificio, de abnegación, de renuncia que, en contadas personas – quizás no siempre las mejores, pero siempre buenas – se culmina con el cargo de obispo. Los documentos de la Conferencia Episcopal Española que aquí cito, contienen la experiencia social de personas profundamente conocedoras de la naturaleza humana en general y de la realidad social española en particular. Para los católicos, además, de personas inspiradas por el Espíritu Santo, es decir, que añaden al indiscutible valor académico de los escritos, su inspiración divina. No hay excusa para omitir su lectura.

Apéndice necesario

Sin duda el lector recurrirá a las fuentes, como aconsejaba más arriba. En el mientras tanto, ofrezco unas citas representativas del tono e intención de la nota. No me reprimiría un pelo en calificar de espíritu ruin al que, desde cualquier ideología, no diera soporte a estas afirmaciones y de canalla a quien las atacase.

“… los Obispos ofrecemos a los católicos y a todos los que deseen escucharnos algunas consideraciones que estimulen el ejercicio responsable del voto…”

“…Respetamos a quienes ven las cosas de otra manera. Sólo pedimos libertad y respeto para proponer libremente nuestra manera de ver las cosas, sin que nadie se sienta amenazado ni nuestra intervención sea interpretada como una ofensa o como un peligro para la libertad de los demás…”

“…Si bien es verdad que los católicos pueden apoyar partidos diferentes y militar en ellos, también es cierto que no todos los programas son igualmente compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana…”

“…No se debe confundir la condición de aconfesionalidad o laicidad del Estado con la desvinculación moral y la exención de obligaciones morales objetivas. Al decir esto no pretendemos que los gobernantes se sometan a los criterios de la moral católica. Pero sí que se atengan al denominador común de la moral fundada en la recta razón y en la experiencia histórica de cada pueblo…”

“…El terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida justa y razonable…”

“…La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la configuración política de la unidad de España…”

“…Hay que evitar los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas o reivindicaciones ideológicas…”

“…Nos parece que los inmigrantes necesitan especialmente atención y ayuda. Y, junto a los inmigrantes, los que no tienen trabajo, los que están solos, las jóvenes que pueden caer en las redes de la prostitución, las mujeres humilladas y amenazadas por la violencia doméstica, los niños, objeto de explotaciones y de abusos, y quienes no tienen casa ni familia donde acogerse…”