martes, 11 de marzo de 2008

Por goleada

Tenía preparado un escrito para publicar tras la derrota de Rodriguezapatero en las elecciones generales. Tendré que guardarlo para dentro de cuatro años, o menos… que quien no se consuela es porque no quiere.

A muchos nos ha disgustado este resultado, pero en mi caso – habrá más que piensen como yo – ha sido más que un disgusto. Porque no sólo esperaba la victoria del centro, sino que esperaba la derrota contundente de la izquierda. Estuve engañado hasta la misma mañana del domingo nueve, en que leí que los españoles enviaban por aclamación a Eurovisión a un mamarracho en representación de España. Lo cuento en otro artículo.

La izquierda se ha mofado durante años de la España del “Bienvenido, Mister Marshall” de Berlanga. A mi me parece que la dignidad del español de la postguerra, con sus miserias económicas, sus cicatrices, su aislamiento… da cien patadas a la de esta España reaccionaria, izquierdista, marrullera, que toma como icono a semejante fantoche de Eurovisión. Claro que tampoco era lo mismo el Franco al que servía el papá de este presidente, que este presidente que se sirve del Franco.

Tenía claro que el socialismo se acabaría porque en cuatro años no he oído una sola propuesta coherente encaminada al bien común. Ya sé que muchos de mis conciudadanos viven a la sombra de los medios gubernativos, pero no han de ser tan ciegos para opinar, al menos, por omisión, es decir aún sin tener noticias de los desastres de sus amos, porque los medios se los ocultan, al menos saber ver que no han hecho nada, lo cual es ya una pista. Es como si contrato a un fontanero muy simpático que me viene a casa y con su don de gentes me ofusca hasta el punto de que no veo que su ayudante me está robando los cuadros… pero me tengo que extrañar si al cabo de cuatro horas de charla veo que sigue goteando el grifo.

Y es que quizás el problema no sean sólo las facilidades que dio Aznar en su día para que la izquierda monopolizara el poder mediático. Dura herencia. El problema está quizás también en el español.

Como una imagen vale más que mil palabras, voy a dibujar unas imágenes para explicar esta última afirmación.

Imagen 1. Circulamos por una carretera de Jaén y a la entrada de un pueblo vemos un murete que flanquea la carretera, con catorce mujeres sentadas en él vestidas con ropa “para ensuciar”, guantes de cocina de plástico y en el suelo, junto a cada una de ellas, un cubo con cal y una brocha. El murete está a medio encalar y, a lo que parece, las señoras están descansando. Cuando nos informamos con alguien de confianza nos explica que las catorce señoras deben ocupar un mes en encalar los veinte metros de muro, con lo que adquieren el derecho de cobrar un subsidio todo el año. Para apuntarse al asunto, sólo han de ser incluidas en la lista por el alcalde del pueblo, que las apuntará si la familia es de un acrisolado estatus de izquierda. En súbditos de reconocida raigambre, no es preciso ni cubrir el expediente de encalar.

Imagen 2. Charlando con un joven conocido en un pueblecito de Sevilla, dice al interlocutor con el que ya tiene confianza. “Si pillo un subsidio, que es muy fácil, con lo que me dan y trabajando un ratito cada mañana en el huerto de mis padres tengo la vida resuelta y puedo pasarme la tarde en el bar con los amigos”. El joven tiene 27 años y es aparejador. En el pueblo es esa la ambición de sus amigos.

Imagen 3. En un ambiente de partido de jóvenes nacionalistas catalanes, entusiasmados por una reciente victoria electoral; “Ya sólo queda que metáis en campos de concentración a los que no hablan catalán”. “Lo haremos en cuanto podamos”, fue la respuesta.

Imagen 4. Un pueblecito de Almería de 250 habitantes; todas las familias tienen, al menos, un subsidio por falta de recursos o por incapacidad laboral. Todas las familias tienen, al menos, un invernadero.

Estas imágenes tienen brillo, color y apellidos.

¿Qué les puede importar a esos españoles el que el gobierno robe, engañe, o lo que sea, mientras reparta las migajas o nos deje ejercer de cabos de vara? ¿Qué más da crisis, que recesión, que desaceleración, si mis ambiciones ya están cubiertas? Aquí el peligro es que venga alguien y ponga orden.

El futuro está en los jóvenes y en la cultura. Por eso la política de la izquierda está empeñada en que no haya jóvenes y en que la cultura no prospere. Por eso está empeñada en desligar el sexo de la procreación, fomentar el aborto para los despistados y controlar la cultura desde chicos a través de asignaturas doctrinales como la educación para la ciudadanía.

Guardaré el artículo que tenía escrito para la próxima convocatoria electoral, o para la siguiente, o para la otra, que no hay mal ni bien que cien años dure y hoy, en España, el tiempo corre en contra de la izquierda, porque a pesar de ellos nacen niños y, a pesar de ellos, la cultura no ha muerto.

Publicado en http://www.aragonliberal.com/