lunes, 12 de mayo de 2008

No entiendo a mis compatriotas

No entiendo a mis compatriotas, pero no es porque carezca de sentido de comunidad. Lo que ocurre es que creo que España es una nación excesivamente baqueteada por la Historia y eso ha creado un perfil humano especial, al que no alcanzo.

Podría ser que la invasión y ocupación árabe de este territorio durante 800 años, dejara un mestizaje que nos ha dado esta forma de ser. Como la ocupación no fue total y la mezcla no por igual en todo el territorio, de ahí que exista ese desequilibrio entre el norte y el sur. Quizás venga de antes, cuando la Península fue crisol en el que se mezclaron pueblos de África de origen incierto y pueblos indoeuropeos de origen más definido. Sea como fuere, lo que hoy puebla España deja mucho que desear, aunque los políticos de todas las señas se empeñen en decirnos que somos lo mejor del mundo… a ellos ya les va bien la falta de autocrítica de la población, pues de eso comen.

Es doloroso ver el problema así, pero no debemos engañarnos. Cuando viajamos y venimos de Francia no es necesario ver carteles para adivinar que hemos pasado la frontera. Lo que son servicios limpios y espacios ordenados, se transforma en suciedad y dejadez en escasos kilómetros de diferencia, por encima y por debajo de los Pirineos. ¿Quién no envidia el orden y la belleza de los pueblecitos del norte de Europa? Sus gentes serán mejores o peores, luego hablaremos de eso, pero poseen un sentimiento estético, que creo es un reflejo de sentimiento comunitario, que en España no existe. Somos más individualistas y no tenemos ese sentido natural hacia la belleza, lo ordenado, lo armónico.

Es cierto que aquí somos “más alegres” y que en España “se vive mejor”. Pero esa alegría es superficial y ese vivir mejor es irresponsabilidad.

El español no es feliz, y eso queda en evidencia porque sus expresiones son dramáticas; la violencia chulesca está a flor de piel en el día a día, y fluye por los asuntos más banales, como un no salir del semáforo en el instante en que éste cambia de color; las expresiones religiosas están inundadas de tragedia y de dolor, en una religión que es para otros católicos amor e inocente alegría; la obsesión por los signos externos dirige la vida de muchísimos españoles... Con todo eso y mucho más en lo que no me extiendo, pero que está en la cabeza del lector, queda en evidencia que el español no es feliz, sino esclavo de sus miserias y de su apariencia.

Tampoco el español vive mejor. O, si lo hace, es a costa de cosas más importantes. Ese vivir mejor no es por tener una escala de valores que da paz al alma, sino por carecer de valores y vivir en la irresponsabilidad. Andalucía, el paradigma de la “alegría”, es la región más subdesarrollada, inculta y corrupta de Europa. Quizás compita con la más homogéneamente pobre Extremadura. ¿Es feliz el andaluz? Sin duda, pero es la felicidad del esclavo que vive al día. Oprimido y miserable, pero que como no pide más que el plato de garbanzos, ya le está bien. Tampoco desea esforzarse más. Esto se podría aplicar, en mayor o menor escala, al resto de los españoles.

Estas reflexiones que comparto con el lector, no son fruto de un momento de desengaño, sino de una larga maduración. Reto al lector a que se despoje de prejuicios e intente rebatir mis argumentos. Podrá elaborar otra teoría igual de coherente, pero no tendrá argumentos firmes para rebatir lo que digo. En última instancia, puede recurrir a las estadísticas y verá que mi juicio no es ensañamiento, sino las cifras expresadas en palabras.

Si la reflexión no es precipitada, sí es cierto que escribo ahora como reacción a lo que veo. No soy amigo de la televisión, que sólo me ocupa cuando hacen alguna película de inocente acción. No ha de ser una buena película, pues las interrupciones publicitarias destrozan cualquier argumento, salvo los triviales. A veces me salgo de la norma y atiendo a las noticias. En un telediario de no se qué cadena vi el otro día a compatriotas protestando por la falta de agua. A otros, ganaderos, por el abuso de los intermediarios. A otros, agricultores, por la crisis de su sector… Y les dije, sin que oyeran ¿por qué habéis votado socialista?

¿Cómo es posible que la mitad de una nación vote a quien, de forma evidente, le está perjudicando a él y a su sociedad? y a su cultura, y a su identidad. ¿Cómo es posible que la mitad de una nación pase por alto, de forma consciente, la mentira cínica de unos charlatanes de feria?

Esto es posible porque la escala de valores de la mitad de la nación es, que teniendo que comer, da lo mismo todo. Y esos que saben que mienten, les ofrecen una liberación de cualquier responsabilidad a cambio de su voto. ¿Eres maricón? Franco te perseguía, conmigo – dice Zapatero – puedes vestirte de monja y desfilar por las calles dándote el pico con otro maricón vestido de maricón. ¿Quieres sexo? La Iglesia te dice que es pecado tenerlo fuera del matrimonio, conmigo – dice Zapatero – puedes tenerlo sin límites, a todas horas, a cualquier edad y con cualquiera. ¿Quieres ser millonario? Con Franco tenías que trabajar ocho horas, conmigo – dice Zapatero – sin dignidad y con suerte puedes ser millonario. ¿Te molestan los hijos o los abuelos? La Iglesia dice que tienes que criarlos y cuidarlos, conmigo – dice Zapatero – mátalos y vive feliz. La izquierda española es liberadora. Parodiando a Marx, es el opio del pueblo.

Media España está con Zapatero. No inconscientemente, sino a sabiendas. Porque el español no es tonto, sino listo. No inteligente, listo. Media España es, o quiere ser, maricona, reprimida, promiscua, ladrona y criminal. Podemos aliviar las palabras, pero la realidad será la misma. Media España vende sus pasiones al mejor postor.

No es un problema de sexo o ideología. Porque la dignidad humana es una, sea la persona mujer, hombre o ni uno ni otro, que la naturaleza es muy rica y su Creador inalcanzable. Tampoco es problema de ideología, pues son chalados los que no desean el bienestar de todos, basado en la justicia. Este dejarse llevar tampoco es un problema de indigencia o de hambre, pues los pocos que la sufren en España, no votan.

No entiendo a mis compatriotas. ¿Cómo pueden vender su presente por un plato de lentejas? ¿Cómo pueden creer que un mentiroso puede llevarles a algo bueno? Media España ignora a sabiendas las miserias de sus gobernantes, a cambio de que desarrollen un sistema donde las propias miserias sean socialmente aceptables. “Como me supone un esfuerzo ser mejor, hacedme una sociedad a la altura de mis miserias y así no me sentiré culpable” Eso subyace en el pensamiento de media España, que vota a la izquierda.

Pero las sociedades, como los organismos, no se pueden estancar o volver atrás, porque mueren. Media España está muerta. Somos un organismo viejo, muy baqueteado por la Historia. Pero nuestros méritos milenarios nos han dado derecho a una muerte serena. Zapatero, disfruta tus miserias en la intimidad, y deja agonizar en paz a esta vieja Nación. Dile a quienes mueven tus hilos que se busquen otro testaferro, y ponte en el lado de la dignidad, de quienes no votan ni siguen a Zapatero.

Publicado en aragonliberal.es, el viernes 9 de mayo de 2008