sábado, 6 de septiembre de 2008

Obama

Llevo días dándole vueltas al asunto de las elecciones norteamericanas. Los socialistas españoles apuestan por Obama, el candidato negro. Las agencias que nutren a nuestras televisiones oficiales, no dejan de decir dulzuras de Obama y maldades de su oponente y de lo que hace, como la elección para su equipo de una mujer comprometida en la defensa de la vida hasta el punto de haber decidido no asesinar en el seno materno a un hijo con síndrome de Down; para los socialistas españoles la que tal hace no es una mujer, sino una retrógrada animalizada.

Para mí ya estaría dicho todo: Obama no es mi candidato. No por negro, sino por ser del agrado de los poderes fácticos reaccionarios y criminales. Probablemente Obama no sea malo - de hecho tiene un aspecto impecable y atractivo -, pero es un buen candidato para la izquierda reaccionaria – más informada sobre Obama que yo -, lo cual es suficiente. Pero hay más.

A mí no me molestan los negros. Tendría que matizar mucho y no es el lugar, pero me gustan aspectos de la actitud de los negros frente a la vida y he aprendido de ellos detalles que he procurado incorporar a mi forma de ser, para mejorarla. Pero por lo que veo, a la izquierda – como a la derecha racista - le molestan los negros, pues sus políticas favorecen que mueran en pateras y que los supervivientes sean explotados por empresarios sin escrúpulos, que se benefician de la laxitud de los socialistas hacia la justicia social, especialmente cuando los sujetos que deberían ser beneficiados son negros.

Si miro hacia China, no veo que en ese país se muestre amor hacia los negros. De hecho, visto como tratan a los tibetanos y a los propios chinos en asuntos de planificación familiar, creo que un negro tendría en China pocas posibilidades de prosperar.

Si miro hacia el Islam, no puedo dejar de recordar que esclavizar negros es una tradición musulmana que dura hasta nuestros días. Sí, hasta nuestros días, y con profusión.

Y con tanto desprecio de toda esa gente hacia el negro, ¿a qué semejante deseo de esos, de que un negro sea presidente de los Estados Unidos de Norteamérica? La respuesta es evidente; un líder negro debilitaría a los EE. UU.

Hay en nuestro mundo dos concepciones de la vida. Una, que quiere dar al hombre una dignidad por encima de los animales en base a una fuerza espiritual que es intrínseca con su naturaleza; es el planteamiento del cristianismo representado políticamente – con todas sus miserias y grandezas – por los EE.UU. La otra visión del mundo, coloca al hombre al nivel del resto de los animales, pues niega aquella espiritualidad; es el planteamiento de la “progresía” y de la izquierda, a la que sumo el Islam pues condiciona la dignidad del alma a practicar esa religión y a ser varón.

Derrotada la vieja Europa, el único dique de contención político frente a los planteamientos que esclavizan al hombre son los EE. UU (obviamente, no incluyo en este equilibrio a la Iglesia, fuerza espiritual ajena a la política). Un país de base cristiana como EE. UU., puede asumir un líder negro, porque para los cristianos el negro tiene la misma dignidad que el blanco. De hecho, ahí está Obama. Pero sería inconcebible un presidente ario y rubio en China, o un presidente hispano en Arabia Saudita. Esos países no creen en la igual dignidad de todos los hombres. Ni China ni Arabia son cristianas, con el bagaje milenario de libertad y dignidad que conlleva el cristianismo.

Ahora bien, aunque los propios americanos puedan asumir un presidente negro, sus enemigos ven en el negro un ser inferior que hará débil a EE. UU. y esa es una baza psicológica muy importante en el precario equilibrio entre oriente y occidente. Y aunque Obama no resultara débil, es una incitación al enemigo para que arrecie su ofensiva en la confianza de la debilidad del opositor. No podemos olvidar que el machismo argentino vio en la primera ministro inglesa Margaret Thatcher la debilidad de la mujer y creyó su momento para recuperar las islas Malvinas. Fue necesaria una cruel y dolorosa guerra para que Argentina se percatara de que mujer no es necesariamente debilidad.

¿Será necesario un conflicto mundial para que oriente y la izquierda reaccionaria occidental se percaten de que ser negro no es signo de inferioridad?

Los norteamericanos están más que preparados para tener un presidente negro. Es el complicado oriente, el medieval Islam y la retorcida izquierda occidental, los que no están preparados para que los Estados Unidos tengan un presidente negro.

Publicado en http://aragonliberal.es/