miércoles, 17 de junio de 2009

¡“Visca Catalunya”!

Creo que si en España hay un gobierno autonómico especialmente despreciable, es el régimen que somete a Cataluña.

Para esta opinión, tengo mis razones, que expongo.

En lo que conozco, las autonomías norteñas se basan en un importante factor racista. Probablemente injustificado por falta de base biológica – quizás con la excepción vasca – pero presente. El racismo no es bueno, salvo para la raza dominante. Puede el lector meditar sobre el sobado paradigma de la Alemania nazi y los judíos; para los alemanes fetén, el sistema ofrecía beneficios sociales que no ofrecen ni tan siquiera las democracias modernas, aunque para los judíos el asunto era otro cantar. Paradójicamente, el líder de aquellos alemanes, rubios y altos, era un austriaco, moreno y bajo. Pero veremos que eso ya cuadra en nuestra historia.

En conclusión y salvando las distancias – cada vez más estrechas-, esas autonomías norteñas son buenas para aquellos que son "racialmente" afines. No me cabe la menor duda de que un gobierno vasco, de vascos, tratará bien y tendrá en consideración los intereses de sus ciudadanos vascos, que no molesten.

La autonomía andaluza es la venta de arrebatacapas. Quizás se pueda decir lo mismo para extremeños y castellanos. Es la autonomía del subsidio-soborno. Pero puedo afirmar, que un gran número de ciudadanos andaluces se benefician económicamente - y modestamente - de ese sistema. El gobierno andaluz se "preocupa" de los andaluces. Aquí, en la cuna del mestizaje, no prima la raza, prima el empadronamiento… y la docilidad.

Si seguimos con el panorama autonómico español, veremos que las autonomías más pujantes económicamente son aquellas en las que gobierna el Partido Popular, sí, la derecha, aunque les pese. Estas autonomías son como un oasis en el páramo; en lugar de subsidios, empresas; en lugar de docilidad, libertad. No me gusta ese partido porque carece de mis valores, pero el ser meros tecnócratas ya les hace valiosos, visto como está el terrado.

Raza y docilidad. Empadronamiento y docilidad. Empresa y libertad. Pero, ¿y en Cataluña?

Cataluña es la miseria de la miseria. Se apela a un nacionalismo racista basado en algo tan precario como la lengua, sin más. ¿Alguien se imagina a un vasco negro? Sin duda no, aunque hable vascuence. Si alguien tiene dudas, que se "culturice" leyendo al Sabino. Pero un negro hablando catalán es lo más normal, o un argelino, o un colombiano…; todos pueden ser “nacionalistas” catalanes. Naturalmente no lo pueden ser, pero ese nacionalismo “cumbayá” entusiasma al aluvión inmigrante, que se cree más, que son catalanes porque han aprendido a destrozar una lengua. ¿Eso crea cohesión y respeto? ¡En absoluto! Los catalanes “de mena” miran con desprecio a esa variedad de “charnegos”, que les son útiles. Hasta el punto los manipulan, que les ponen un “President” “charnego”, como ellos. Es el modelo del dictador austriaco, moreno y bajo. ¿”Qué más da, sin con esa chusma inmigrante cuela todo”? Al andaluz hay que sobornarlo con subsidios, con euros contantes y sonantes; al catalán vasta hacerle creer en su superioridad racial por el mero hecho de chapurrear un mal valenciano.

¿En que se traduce esta situación en Cataluña? Pues se traduce en que de cara a la galería, la “charnegada” es tratada como “catalanes”, pero de hecho se la manipula y usa para escenificar la pantomima nacionalista. La población, emborrachada por la engañufa, por ese perdonavidas de aceptárseles como “raza pura” con la sola condición de chapurrear el catalán, está dispuesta incluso a pagar la cama. Así, Cataluña es pionera en leyes sociales… que no se aplican; pionera en normativas de “seguridad” viaria… que son motivo de un abusivo e ilegal sistema de recaudación paralelo al fiscal; pionera en represión, en abuso policial, en el negocio del aborto, en la destrucción del paisaje urbano tradicional; pionera en la reivindicación de una financiación estatal… que se desvía para enriquecer a los grupos de poder. Pionera, en definitiva, de una identidad nacional… que se va creando en función de las necesidades de los caciques y de una oligarquía "catalana", cada vez más foránea.

El poder en Cataluña no ama al “catalán”, pues este no existe de hecho, es una entelequia o, en el mejor de los casos, una realidad virtual, después de casi un tercio de siglo de vaciar al catalán de su idiosincrasia desde las propias estructuras del poder “catalán”. La rica cultura catalana ha pasado por el rodillo nacional socialista para acabar en una “kultureta” nauseabunda. Por lo que respecta al “charnego”, ya tiene suficiente con la posibilidad de adquirir el status de persona, de catalán, con el mínimo requisito de hablar catalán. ¿Qué más quiere?

En Cataluña todo está tan domesticado, tan controlado, que no hace falta guardar las apariencias e invertir en infraestructuras, o realizar gasto social… ¿Va a gastar la "Generalitat de Catalunya" un euro en un miserable gitano cojo, que ya tiene bastante con haber sido dignificado al dejarle hablar catalán, cuando tanto hay que hacer en el mundo para difundir la “Nació”? ¡Una buena embajada catalana vale más que mil gitanos tullidos! Naturalmente, una embajada gestionada por familiares y amigos, pues esos asuntos son muy serios y han de estar en "manos de confianza".

El poder andaluz roba pero reparte con el andaluz, el poder vasco roba pero reparte con el vasco, el gallego con el gallego,… pero el “catalán” roba y no reparte con el “charnego” ni con el vencido catalán de sangre. Los desprecia. Como un judío no podía esperar más que daño de aquel ario, un ciudadano de Cataluña no puede esperar nada bueno de un gobierno que, sin más base que su demagogia, se autoproclama raza pura.

Cataluña está en España a la cabeza del anticlericalismo y del laicismo. Esa es la primera batalla que libra el tirano para someter. Sin Dios, no hay referencia clara y sólida de valores y sin valores se cae en el relativismo que, ese sí, es el opio del pueblo.