viernes, 9 de octubre de 2009

Alberti, torturador

Las cosas pasan y los artículos de internet, se pierden en el olvido de la nada, si alguien no se preocupa de conservarlos para que duren un instante más en el océano del tiempo. Por eso traigo aquí unas pinceladas de terror que he encontrado buscando por los bites. Son dos citas que se refieren a un hecho presuntamente histórico, dándole distinta credibilidad, escritas por dos autores uno que justifica su solvencia en un reconocido prestigio y el otro que no conozco, pero que su postura políticamente correcta y la acogida en un medio solvente, me hacen creer que no es perder el tiempo escucharle.

Ya he escrito aquí, otros artículos sobre la historia criminal del socialismo y de sus variantes, es decir, de la izquierda en general. Es esta la ideología que más crímenes ha cometido en la historia de la humanidad, y la causante de la mayor persecución de cristianos desde que Jesús instauró la Iglesia Católica, superando a las persecuciones ya clásicas de los romanos (naturalmente, me refiero al genocidio de los años 30 en España, bajo el gobierno del régimen republicano).

Quiero redundar en esta faceta criminal de las ideologías conocidas como de izquierdas, y dar detalles escuetos pero significativos en los que hasta ahora no he entrado por sensibilidad hacia el lector. De hecho, tampoco voy a hacerlo aquí directamente, sino citando a dos autores que, discutiendo sobre un fulano muy concoido, se refieren a aspectos más generales del asunto. Veremos enseguida que quiero decir

Las matanzas que las izquierdas han practicado hasta fechas muy recientes (remito al lector a fechas y cifras en este mismo blog: “Cristianismo e izquierda”, 16 de enero de 2008; “Socialistas de ayer y hoy”, 8 de agosto de 2008…), no lo eran a “palo seco”. No. Se torturaba con un sadismo que pone mal cuerpo sólo con leerlo, y marea si uno intenta recrear la escena en su imaginación. Como he comentado más arriba, no había entrado en detalles por herir a algún joven que pueda leer esto. Pero hay tragos que se deben pasar para atisbar la verdad y ahora es un buen momento para dar unas pinceladas de lo que la izquierda hizo a quien no pensaba como ella. Esta izquierda que hoy nos gobierna en España, y su entorno, mantiene con orgullo las mismas siglas que antaño, y reivindica su pasado. Por eso, a mi no me sorprende que la mentira y el crimen - el del aborto tiene categoría de genocidio - sean útiles habituales de la izquierda actual española, declarada por ella misma heredera de aquella otra.

La primera cita a la que me refiero es de Alfonso Ussía, autor que siempre me ha atraído y al que considero, sin conocerlo personalmente, como una persona erudita y seria, incluido su magnífico sentido del humor. Y sobre todo, incapaz de utilizar la mentira como arma para alcanzar un fin. Por eso leí con interés su artículo “Ni mu”, del que al final doy la referencia.

Dice Ussía: “He esperado durante todo el mes de agosto algún comentario, o reacción, o indignada sorpresa, acerca de las declaraciones al borde de la muerte del sacerdote-espía Antonio Hortelano, publicadas en la «Crónica» del «Mundo» el pasado domingo 2 de agosto. Ni mu. Le queda apenas un mes de vida, y no quiere marcharse a la otra, al Misterio, con la boca clausurada. Su mente se mantiene lúcida, intacta y rica de memorias. Tuvo contactos con El Mossad, la CIA y el KGB, entre otras organizaciones de espionaje e inteligencia. La CIA quiso contratarlo para terminar con los teólogos de la Liberación, y rechazó la oferta. Sabe que Reagan y el Papa Juan Pablo II intercambiaron informaciones, y que a ellos, fundamentalmente, se debe la caída del Muro de Berlín y la pragmática resignación de Mijail Gorbachov. Pero todo esto son cosas de espías, y no me interesan tanto. Sí, y mucho, su terrorífica alusión al poeta Rafael Alberti y su actuación en las checas de Madrid durante la República y Guerra Civil. A un mes de la muerte no se miente. Y nadie ha valorado sus durísimas palabras. «Rafael Alberti metía a los prisioneros en cabinas de teléfonos con las paredes electrificadas con alta tensión».

Alberti fue uno de los grandes de la Generación del Veintisiete, si no el más grande de todos. Un poeta formidable, luminoso, siempre brillado y brillante con el prodigio de la palabra. Pero no fue una buena persona. Como Bergamín, se puso el mono miliciano y jamás pisó el frente de guerra. Eran los señoritos del Madrid Rojo. Su poder, el de Alberti, mayor que el del pobre Bergamín, que terminó sus días de batasuno en casa de Alfonso Sastre y Genoveva Forest, casi omnímodo. El hermano de Rafael Alberti, Vicente, gran amigo de Pedro Muñoz-Seca, portuense como ellos, le rogó encarecidamente que hiciera algo para sacar a don Pedro del cautiverio de la checa de San Antón y salvar su vida. No movió ni un dedo. Vicente Alberti era el íntimo amigo del hermano de Pedro Muñoz-Seca, el doctor José Muñoz-Seca, un joven y brillante pediatra con firmes convicciones republicanas. Don Pedro era monárquico y colaborador de «ABC», además de autor teatral de indiscutible éxito. Vicente Alberti se interesó en numerosas ocasiones, acuciado por su amigo el doctor Muñoz-Seca, por el dramaturgo del Puerto de Santa María encarcelado. Se interesó ante su hermano Rafael, el gran poeta dedicado en la cómoda retaguardia de Madrid a visitar checas y prisiones. Al fin, en la primera quincena del mes de diciembre de 1936, Rafael Alberti se puso en contacto con su hermano para darle noticias de Muñoz-Seca. «Lo fusilamos en noviembre». Estuvo encantador.

Silencio, silencio y silencio. Nadie, en todo un mes, ha comentado la acusación del moribundo Antonio Hortelano. Los de la Memoria Histórica se han convertido en jirafas, todos mudos. Hortelano ultima su libro de memorias, y le exige a su agonía el tiempo necesario para terminarlo. Ha acusado a Rafael Alberti de torturador, y no parece relevante que uno de los más grandes poetas de nuestra Literatura se comportara como un canalla estalinista. Me asombran los silencios de los cacareantes por las ignominias del ayer. Ni mu
.” (http://www.larazon.es/noticia/ni-mu)

Que me perdone Ussía por la cita completa. Quería resumir el texto, pues citarlo íntegramente me parecía aprovechado, pero cuando un escrito es perfecto, quitar algo es perder mucho y aquí cada palabra es un mundo.

D. Pedro Muñoz-Seca, al que cita Ussía, es su abuelo, un autor genial (su obra más conocida, “La venganza de Don Mendo”, de la que mi padre me recitaba pasajes, ha estado siempre en mi biblioteca). Muñoz-Seca fue encarcelado en Barcelona en 1936, por sicarios del criminal presidente Companys, y poco después, fusilado junto con otros miles de inocentes, ancianos, mujeres y niños, en Paracuellos del Jarama (Madrid), por órdenes de Santiago Carrillo.

El otro autor es Horacio Vázquez-Rial, al que no conozco, probablemente no porque no sea él conocido, sino debido a mi ignorancia. Discrepa de Ussía y lo hace utilizando un buen criterio, pero para mí equivocado, pues sí resulta verosímil que Rafael Alberti, como figurón de criminales, aportara su figura, quizás no para divertirse, pero si para sostenerse en su “status”, que argumentos no faltan para afirmar así. Creo verosímil que un cobarde que, para salvar su vida, compadrea con los marxista hasta que tiene ocasión de quitarse de en medio, se preste a ser espectador y a alabar el sistema de tortura que se comenta. ¿Qué no inventó él el artefacto?, ¿qué no lo construyó con sus manos?, ¿qué no arrastró al inocente a su interior? Probablemente no, pero ¿qué no se regocijó – o lo aparentó - y alabó a los verdugos? De eso estoy seguro.

Pero no era Rafael Alberti mi objetivo, sino hablar de la calaña de la izquierda. Y para eso he recurrido a esas citas. Sólo debo advertir al lector más cándido, que Horacio Vázquez-Rial relativiza los crímenes marxistas del gobierno republicano español de los años 30, diluyéndolos en la maldad de la historia, olvidando que los socialistas en España, en todo lo malo, han batido récords históricos y han sido paradigma de genocidio.

Veamos que dice Horacio Vázquez-Rial, en “Las guerras de toda la vida. La verosimilitud”: “… Las checas fueron unos sitios espantosos, en los que se torturaba brutalmente. A la antigua usanza, es decir, a palos, a patadas, a golpes de puño americano de boxeador sonado, a latigazos... No faltó el resabiado que crucificara a alguien, clavos y martillo en mano. Había verdugos más finos, que seguramente hubiesen deseado incorporar técnicas recientes: la tortura con electricidad, la picana, había sido difundida a partir de finales de 1930 por Leopoldo Lugones, el hijo de poeta, jefe de la policía secreta del general Uriburu, pero ni en los más sombríos relatos del KGB hay registros de su uso antes de 1945 (Polo Lugones, hijo del poeta argentino, socialista, ateo y masón Leopoldo Lugones, siguió los pasos de su padre que se suicidó en 1938, haciendo lo propio en 1971. Polo fue el “inventor” de la tortura por electricidad): el frío bastaba para muchas cosas, igual que la desnutrición, y esas dos cosas definieron el Gulag mejor que cualquier avance técnico. La picana requería un enchufe y dos electrodos, uno colocado en el cuerpo de la víctima y otro en la mano del torturador, algo al alcance de todos, como arrancar uñas con tenazas. Una cabina telefónica –que en el Madrid de aquellos años solían ser de madera – metalizada y electrificada es un instrumento cuya existencia no se registra en ningún aparato totalitario conocido: enloquecedor, seguramente, pero caro y poco competitivo ante aparatos mucho más sencillos.

Además, boxeadores fracasados o estibadores de puerto con mala leche, como los que reclutaba el internacional Di Maio para la checa de Castelldefels… Ni a los más remotos emperadores o reyezuelos sádicos se les ocurrió jamás pedir a los poetas que desempeñaran ese papel. Es cierto que algunos intelectuales de la República tuvieron checas bajo su control, y valga para ello el ejemplo de Margarita Nelken, pero eso no significaba que ella misma se hiciera cargo de la parte sangrienta (esta torturadora fue la representante del principio del feminismo en España, en los años 30. Es una figura muy reivindicada por las izquierda española en general y por las feministas de izquierdas en particular, a quienes no repugna – sino al contrario - celebrar a una gestora de la tortura y la muerte, que más de una vez se pasearía por las checas, entre los despojos de los inocentes masacrados, para ver “si todo funcionaba como ella deseaba”). Por otro lado, el paso por las checas solía ser breve, y después de la paliza solía venir la saca de amanecida

…A mí me ha interesado mucho, desde que empecé a estudiar en serio la Guerra Civil, al margen de toda mitología, el comportamiento de los nacionales, grandes y frecuentes fusiladores, pero rara vez torturadores…”. (http://historia.libertaddigital.com/la-verosimilitud-1276237036.html)

En fin, eso fue el socialismo que reivindica el poder socialista contemporáneo español. Parece que eso añora, por los homenajes, monumentos y calles que dedica a los protagonistas de aquella matanza cruel, fiel signo del marxismo materialista y represor.

Nada ni nadie se libra del estigma de la muerte en el socialismo. Artistas, intelectuales, políticos, técnicos,… seguidores de esa ideología reaccionaria, cuando los tiempos no les permiten más, son los abanderados del aborto, de la eutanasia, de la anticultura (contra la familia, la tradición, la ley natural…), de la corrupción, de la represión y del autoritarismo.

Los hechos son rotundos, las palabras, sólo palabras. Quien no sepa reconocer estos hechos históricos, o es un ignorante, o mira hacia otra parte. Y las dos estrategias llevan al mismo desastre personal.