lunes, 2 de noviembre de 2009

Ser socialista, un modo de ser

Esta intervención acabará por mucho tiempo, las alusiones al socialismo y a su cultura del latrocinio. Aunque creo en conciencia que debo colaborar en dejar evidencia de lo que es la izquierda, ya me aburre hacerlo, pues la cuestión es tan evidente, tan de sentido común, que quien no lo vea es lo suficientemente estúpido, como para dejarlo por imposible y no perder tiempo con él.

Por eso he insistido en el blog sobre esta situación en la España contemporánea. “Son los mismos”, he dicho en más de una ocasión. Y lo repito.

Y por eso en los últimos artículos he buscado autores solventes que, con buena pluma, refuercen estos argumentos. Hoy traigo un artículo del reconocido historiador Pío Moa, reproducido de la revista “Época”, que he encontrado en:

http://blogs.libertaddigital.com/presente-y-pasado/cambios-en-extremadura-esa-constante-mentira-5349/


POR QUÉ “ESA CONSTANTE MENTIRA” (I)

Como los casos podrían llenar muchas páginas, citaré solo algunos recientes. Una tiorrilla con mucho mando, que diría Unamuno, y aficionada a cantar el himno del genocidio
[se refiere a una ministra de Rodríguez, el presidente de gobierno actual de España], ha atribuido a su partido, el PSOE, “más de un siglo de decencia, dignidad y de trabajo” (los “cien años de honradez”, ya saben). La misma persona ha achacado las críticas que sufre a que “es mujer, joven y socialista”. Conde Pumpido, fiscal político del PSOE y vergüenza del poder judicial, ha dicho que “los fiscales no admitirían jamás presiones políticas”, quizá porque a él el gobierno actual no necesita presionarle. El ministro del Faisán [asunto judicial que el gobierno quiere archiva, referido a una presunta colaboración del gobierno socialista con la banda terrorista ETA] da a las Cortes informaciones perfectamente falsas (ya es costumbre) sobre algún policía protegido suyo. La penúltima tomadura de pelo ha sido la declaración de bienes de los ministros, gente más pobre que los ciudadanos medios…

Pueden hacerlo porque cuentan con que la inmensa mayoría de la gente ignora la historia del PSOE, tiene además muy poca memoria para hechos recientes, el gobierno goza de una oposición política que no es tal, y de unos medios de masas y periodistas que, en su mayoría, apenas cumplen la misión de informar y poner al ciudadano al corriente de unos mandamases de acentuadas inclinaciones mafiosas. La declaración de patrimonio de esta gente, por ejemplo, debería haber desatado una campaña de investigaciones periodísticas a fondo, pero apenas ha dado lugar a unas gracietas.

La “decencia, dignidad y trabajo”, de que se jactan ahora consiste en el historial más golpista, corrupto y directamente criminal que pueda exhibir partido alguno en España, y ya es decir. El PSOE nació en la órbita del marxismo, la ideología más genocida del siglo XX, y no la abandonó oficialmente hasta hace unos treinta años. Abandono en falso, sin sustitución por otra ideología, por lo que en espíritu, y en gran parte también en retórica, continúa tal cual, como ha indicado no solo la individua en cuestión, sino también el jefe del partido.

Siendo oficialmente marxista, el PSOE participó en la Semana Trágica de Barcelona, incitó en las Cortes al asesinato de uno de los mejores políticos del momento --Antonio Maura--, organizó la huelga insurreccional de 1917 –con actos terroristas como el descarrilamiento de un tren, con numerosos muertos--, etc. Eso, en una época de libertades, las cuales saboteó sin tregua. Vino la dictadura de Primo de Rivera, y el PSOE no solo cooperó con ella y obtuvo cargos relevantes, sino que por primera vez se civilizó un poco, adoptando una política mucho más ordenada.

Pero volvió otro régimen de libertades, aun si muy limitadas, la II República, y de nuevo volvió al PSOE a su querencia. Colaboró dos años con él, amenazando desde muy pronto con la guerra civil, y ya antes de perder las elecciones de 1933 se decantó por la insurrección para alcanzar la “dictadura del proletariado”, es decir, del propio PSOE. En esos años practicó ampliamente el terrorismo, y cuando llegó al poder el Frente Popular, extremó sus violencias hasta asesinar a Calvo Sotelo. Durante la guerra puso el oro español bajo el control de Stalin, organizó un sinfín de chekas, destrozó a mansalva el patrimonio histórico y artístico y robó a manos llenas. Aunque la competencia es dura, ningún partido español llegó jamás a tanto.

Durante el franquismo, el PSOE no hizo casi nada, y lo hizo muy bien: cualquier cosa que hubiera hecho habría sido peor. Salió en la transición pidiendo la “ruptura”, es decir, el enlace con aquel Frente Popular en que tan bien se desenvolvía con sus rapiñas y crímenes. Vuelto al poder, desató una marea de corrupción, con terrorismo desde el gobierno, y hoy prosigue su colaboración con los terroristas, las dictaduras de izquierda, la “muerte de Montesquieu”, la corrupción…


Esta historia debiera ser bien conocido de todos los ciudadanos. Por la salud de la democracia.”