miércoles, 3 de marzo de 2010

Judíos, palestinos y el estado de Israel

Parece que a los niños de las escuelas públicas españolas, se les inculca el odio a los judíos; “Iros de Palestina, ese lugar no es el vuestro… Ir (sic) a algún lugar donde alguien esté dispuesto a aceptaros… ¿No te da pena matar a los bebés?”, es parte del texto que un alumno de una escuela valenciana, ha escrito a la embajada de Israel en Madrid. El gobierno socialista español, no ha hecho nada ante la protesta del embajador israelí.

La noticia es de Libertad Digital, y dice que el antisemitismo está extendido en los colegios públicos. Quizás exagera (el periódico es pro judío), pero es evidente que los judíos, como los estadounidenses, no son queridos por la progresía española. Sobre esto quiero hablar.

1. ¿Tienen derecho los judíos a Israel?

Primero, cabe preguntarse, en este contexto, ¿qué es “tener derecho”?

Si tener derecho se refiere a haberlo ganado de alguna forma, violenta o no, ahí están. Luego tienen derecho. Tras haber sido los judíos dueños de ese suelo casi dos milenios, los echaron. Y siglos después, volvieron pacíficamente comprando tierras y colonizando, hasta ser “empujados” por los poderes occidentales para que formaran el estado de Israel. Luego vino la ocupación de territorios palestinos que les declararon la guerra, y que la perdieron frente a los judíos.

En este sentido, los judíos tienen más derecho a Israel, que algunas de las naciones actuales a sus respectivos estados, nacidos con mayor y menos fundamentada violencia.

Por cierto, unos de los padres de los judíos como nación, fue un judío ¡socialista!

Si tener derecho es por permanencia en el lugar, los judíos son, por goleada, el pueblo que a lo largo de la historia más ha estado pisando el suelo del actual Israel. En este caso, también tienen derecho. Dos mil años hasta que los echaron, por levantiscos. Luego, la zona vio una constante procesión de conquistas y cambios de manos, hasta que volvieron los primeros inquilinos. No veo dónde está el argumento contra el Estado de Israel, si omitimos la visceralidad maliciosa o ignorante.

2. ¿Son más crueles los judíos que los palestinos?

Que nadie piense en cuestiones genéticas, porque son primos hermanos y, sobre todo, forman parte de un mismo género. En eso, empate a crueldad.

Pero los judíos gestionan un estado democrático de corte occidental y parece que eso es una garantía frente a los sistemas de gobierno del mundo árabe, ya saben, eso de cortar manos, azotar mujeres poco dóciles, lapidar adúlteras o derribar rascacielos ocupados por miles de civiles inocentes.

Parece que la cosa es evidente, para quien no esté alienado por prejuicios o servilismos.

Pero al principio he citado a los norteamericanos y no quiero dejar de contestar a otra pregunta:

3. ¿Son los norte americanos mala gente?

No conozco ningún colectivo importante que sea integralmente bueno o malo. Es más, no creo que exista. Sí conozco personas buenas y personas malas.

Los norte americanos son, en lo que conozco, algo prepotentes y chuletas. Además, nos ganaron indignamente en Cuba.

Pero la nación que han creado, los EE. UU., es la más libre del mundo, la más avanzada y, probablemente hoy, la más noble. Además, su idioma es el que todos quieren conocer. Algo tendrá de bueno esa gente, cuando son capaces de tal obra.

Se puede odiar a los EE. UU., pero como no hay base racional para ello, si no todo lo contrario, si se tiene ese sentimiento, es mejor no expresarlo en público para no quedar en evidencia como visceral o ignorante. O como las dos cosas.

No me caen bien los norteamericanos, pues tengo presente, a través de la prensa de la época, la prepotencia “USA” en la guerra de Cuba, y eso no es fácil de olvidar. Pero Walt Disney, John Wayne y la Coca Cola, han ayudado a ahogar mi antipatía hacia esa gente.

Tampoco me caen bien los judíos, por el trato que dieron a Jesús, por cierto, compatriota suyo. Pero su sentimiento de pueblo, su apego a la familia y su actitud hacia el conocimiento, me provocan sana envidia. Además, hay que estar muy entero para vivir en el ambiente de hostilidad en el que se encuentran.

Piense el lector cuales son sus razones personales frente a esos colectivos y vea si tiene verdadera razón o lo suyo es mero seguidismo.