sábado, 12 de febrero de 2011

Egipto y su presunta libertad



La caída del dictador egipcio ha abierto las puestas a un nuevo mapa geopolítico.

Al respecto, me hago las siguientes reflexiones:

1. No creo que sea espontáneo el movimiento que ha desplazado a Mubarak, como nos lo han hecho creer los medios. No conozco ningún movimiento social que haya prosperado sin la ayuda económica de un poder fáctico. Y aquí, parece claro que no son los Estados Unidos. Así, de peso, nos quedan Arabia Saudita y China. ¿Puede pintar algo China en esto? Creo que no.

2. Lo dicho con Egipto, se puede repetir con lo que sucedió con Túnez. Los dos países árabes occidentalizantes. No veo a Marruecos o Argelia en esa tesitura, ni en otro orden de cosas a Turquía (otro que tal), pues tienen claro lo que es un gentil.

3. Si Argelia se suma al caos, cosa que dudo, no olvidemos que dependemos energéticamente de ella, gracias a los “sociolistos”.

Revalida mi impresión el empalagoso despliegue mediático de la izquierda española, con mamarrachadas del tipo “hoy amanece por primera vez en Egipto”. Sólo la izquierda puede ignorar la espléndida historia de Egipto, como para insultar a ese pueblo con semejante cursilería.

El mundo que conocemos va a cambiar en unos años. Es emocionante, aunque vaya a cambiar a peor, pero los cambios a bien vienen después de experiencias dolorosas. Europa está hecha una caquita moral y España, la frontera entre Oriente y Occidente, es un solar de valores. Estados Unidos con crisis de identidad y el extremo oriente con sus problemas y a su aire.

Y, enfrente, el Islam, que tiene en jaque a Occidente y, encima, se hace pedir perdón por una sociedad adocenada, atrofiada y degenerada, que suplica paz y sosiego al precio que sea. A ningún espíritu fuerte le deja de repugnar ver a un miserable arrodillado pidiendo paz a cambio de dignidad o justicia.

Por cierto, la única prensa española que se muestra escéptica y expectante sobre todo este asunto de Egipto, es “Libertad Digital”. No sigo “Veo7” porque sus tertulias son un gallinero y me sorprende no ver mejor juicio en “Intereconomía”.