miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Es bueno que, simplemente, gane la derecha?

La derecha está contenta con las expectativas de las nuevas elecciones generales; parece que ganará el Partido Popular por mayoría absoluta.

A mi eso no me saca de mi tristeza. No considero motivo de alegría que gane el PP, aunque no cabe duda de que es eso mejor, que el que lo haga de nuevo “la izquierda”, el PSOE.

Pero todo lo que sea más de cuatro millones de votos para el PSOE, es un resultado triste (en esa cifra estimo el número de parásitos de la Nación, que lo son desde ese partido).

España está destrozada socialmente, por el manoseo de la izquierda.

La Nación está huérfana de los más elementales valores naturales, ¡no ya occidentales o cristianos!, arrebatados por un PSOE orgulloso fiel heredero de la izquierda que asoló España en la Guerra Civil.

España está sumida, por causa del PSOE, en la decadencia moral y social, que se evidencia en todos los aspectos de la convivencia, desde la justicia partidaria hasta la más elemental convivencia en la que crece sin pausa la violencia contra las personas y sus bienes, privados o públicos.

Políticos degenerados elaboran leyes que roban la infancia a los niños para embutirles las formas más sórdidas de sexo. Eso a los niños más afortunados que han conseguido nacer, pues de millones de ellos ya han dado cuenta en el seno de sus madres, incentivando el asesinato de los fetos.

Políticos socialistas que deberían buscar el bienestar de la ciudadanía, han privado de la dignidad del trabajo a millones de personas, mientras ellos se enriquecen de forma ilícita.

El PSOE y su órbita nacionalista se pone a los pies de unos terroristas, delincuentes sanguinarios, humillándose en nombre de una sociedad que nunca ha sido humillada…

Y con estos hechos, ¿se puede llamar éxito de la derecha, el que la izquierda alcance seis, siete u ocho millones de votos? En una nación sana y noble, semejantes dirigentes no tendrían más votos que los de sus sicarios, y su futuro inmediato sería ser presentados ante la justicia para acabar, muy probablemente, en la cárcel o el patíbulo allí dónde la alta traición estuviera sancionada con la pena de muerte.

No sólo es criminal el que delinque directamente, sino que también lo es quien le da facilidades para delinquir. Como ya recordaba Sor Juana Inés de la Cruz, tan culpable es quien delinque como el que colabora – pagando o votando – a delinquir.

… ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga,

la que peca por la paga

o el que paga por pecar?...

Redondillas

Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1691)