domingo, 20 de enero de 2013

Un adiós.



El próximo julio hará tres años, que escribía aquí sobre una sonrisa (http://porsupropiopeso.blogspot.com.es/2010/07/una-sonrisa.html).

Para nuestro bien, todo lo humano es perecedero. Es imprescindible perecer para alcanzar la plenitud, para bien o para mal.

La protagonista de aquella sonrisa acaba de alcanzar su plenitud. Nuestro egoísmo nos hace entristecernos, pero lo que nos perfecciona es superar esa tristeza para alegrarnos de que alguien a quien apreciamos, admiramos o amamos, haya pasado a una vida plena. No es fácil, pero la vida nos da más de una ocasión para practicar esa virtud.

Confío en la voluntad de Dios, que nos mostró su generosidad desbordante con el vino de Caná, con los panes y con los peces. Y si se llevó a su lado al buen Dimas, ¿no va a querer tener a su lado una sonrisa inocente?

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