martes, 5 de febrero de 2013

Golfos Apandadores


A los nacionalistas catalanes les sale el tiro por la culata cuando han preguntado a la ministra Ana Pastor las "graves deficiencias" de los trenes de media distancia, que dependen de la Comunidad Autónoma.”

Cuando era chico, me encantaban las historias del Pato Donald, sus sobrinos, el tío Gilito y los Golfos Apandadores.

Han pasado los años y se me ha despertado la nostalgia al leer la noticia que encabeza este comentario.

Llevamos meses viendo cómo los oligarcas de los partidos políticos se están tirando los trastos a la cabeza por ajustes de poder entre ellos, mientras un coro de jueces y fiscales cantan La Traviata al son que les tocan. Todos apelan a la justicia, a la presunción de inocencia, al contradictorio “yo no, pero tú más”, ¡a la prescripción!…

Y aguantamos, porque no hay más remedio.

Pero episodios como el que leemos arriba nos dejan claro que esa casta de más que presuntos ladrones es, además, una casta de incompetentes. Literalmente, incompetentes, pues no conocen sus competencias.

Así va España. La oligarquía ocupa tanto tiempo en robar presuntamente, que no sabe ni cuál es el cometido de su cargo. Total, ¿para qué?, ¡si han falsificado en su currículo hasta el certificado de bachillerato! Eso sí, que los homosexuales se casen y que las adolescentes aborten a su aire. ¡Que lujo de cortinas de humo! De eso sí que entienden nuestros Golfos Apandadotes.

Ten por cierto, lector, que la crisis lo es de valores, exclusivamente de valores. Dicen que el canciller alemán Otto von Bismarck, allá en el s. XIX, comentaba que España era la nación más rica del mundo, pues llevaba cuatro siglos arruinándose y todavía no había tocado fondo.

Técnicamente, la solución está clara. Stalin, Mao o Pol Pot ya habrían resuelto esta crisis, que es una crisis de políticos y jueces. Claro que luego tendríamos que neutralizarlos, pues una vez en marcha no tenían medida. Pero nosotros somos demócratas, y las soluciones de toda la vida no son correctas, a pesar de la credibilidad que tienen entre la izquierda de hoy. Y si no, que se lo pregunten a Carrillo, el pacificador de Paracuellos del Jarama. Pero es sólo credibilidad de boquilla porque, en el fondo, el político más radical es fervientemente demócrata presunto, presunto Golfo Apandador.

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