miércoles, 27 de marzo de 2013

Más sobre el fin de los tiempos.

La imagen que es una recreación idealizada del Monte Calvario, 
que he obtenido de un fotograma de


ersonas queridas me preguntan sobre el Papa Francisco y las profecías.

Ya he hablado recientemente de ello, aunque muchos medios  católicos, la mayoría, prefieren ignorar esas profecías, relativizarlas o, lo que es peor, ridiculizarlas. Es un error, porque la verdad nos hace libres y la ignorancia o el desprecio no llevan a la verdad, ni llevan a nada bueno.

No digo que éste debería ser ese un tema central en los medios, en absoluto, pero sí que debería haberse tratado con objetividad y rigor, aunque fuera en un rinconcito, y dar una opinión.

Por no seguir ese mal ejemplo, no voy a eludir la pregunta y daré mi opinión sin retórica. No es que mi opinión valga mucho, ¡faltaría más!, pero no me ruboriza ponerla, al menos, al mismo nivel que las de la mayoría de medios católicos y, desde luego, muy por encima del resto de los medios, de un nivel en general lamentable, salvo escasísimas y honrosas excepciones.

Pero antes permíteme, lector, que haga una previa.

Cuando la elección de Benedicto XVI escribí, en un foro ya desaparecido pero del que se puede seguir la pista, que el Señor nos había dado un santo en Juan Pablo II el Grande y ahora, decía entonces, nos da un gran teólogo para llenar de contenido los años de esos dos Papas.

Y así ha sido. Muchos Papas han sido personas excelentes y algunos, santos, pero que en un momento crucial de la Historia se junten dos personalidades tan enormes y tan complementarias, no es normal. El Señor nos ha armado con elementos contundentes para mantenernos fieles a Su Iglesia.

Podemos conocer la Historia, pero no la vivimos y sin vivirla es muy difícil llegar a lo íntimo de su desarrollo.

Y en la Historia de la Iglesia ha habido muchos momentos críticos - un cisma descomunal y herejías que en otro ámbito habrían sido definitivas - pero la Iglesia de Jesús ha sobrevivido conforme a lo que Él profetizó.

Si hubiéramos vivido esos momentos oscuros, probablemente veríamos esas situaciones con mayor dramatismo que su estudio histórico a “toro pasado”. Pero el Señor puso los medios para que esos terremotos no afectaran a la estructura íntima de la Iglesia.

Si nos remitimos a la Iglesia del Renacimiento, vemos con escándalo un cúmulo de aberraciones de algunos Papas, tan legítimos como viciosos y, a veces criminales que, sin embargo, pasaron y ni arañaron la estructura de la Iglesia.

¿No te has planteado, lector, cómo Papas con tales personalidades viciosas en ambientes sociales decadentes, nunca utilizaron su infalibilidad para confundir a la Iglesia? El Señor permitió que ejercieran su libertad personal en el ámbito de lo humano, pero no en el de la estructura central de la Iglesia.

El Señor ha defendido y defenderá a Su Iglesia como prometió.

De eso no debe caber ninguna duda y, si a alguien le cabe, debe enrolarse en otro ejército.

Si hoy vienen retos nuevos, también el Señor nos ha dado armas nuevas y ha hecho que la tradición se convirtiera en dogma y que la Virgen María tenga el status legal, que ya tenía por aclamación popular, y que desde ese incontrovertible status nos oriente sobre los tiempos nuevos Y esa orientación es oración, caridad y fidelidad a su Hijo.

Tras esta previa, digo que cuando me preguntan sobre el fin de los tiempos y los detalles de su evolución, contesto que creo que estamos viviendo ese momento y que no me importan los detalles. 

Creo que debemos comprar ya, si no la tenemos, una edición fiable del Catecismo de la Iglesia Católica, que debemos esforzarnos es conocer lo fundamental e inmutable del dogma católico, para lo que los dos Papas citados arriba, han trabajado con ahínco en elaborar textos modernos y accesibles a la mayoría, y que no debemos desfallecer en la oración a la Virgen María, haciendo de ella una verdadera Madre, próxima y accesible, y a San José, ambos especialmente valiosos en la intercesión con el Señor, que siempre fue un hijo obediente.

¿Y el Papa Francisco? Es un Papa de la Iglesia Católica que merece de quien se llame católico el cariño y el respeto debidos a su dignidad y condición. Por lo demás, lo que deba ser, será, y siempre hace bien ejercer el respeto y la caridad, más cuando se ejercitan en contra de una natural sospecha.

Sólo Dios sabe el efecto que la oración instada en las apariciones de la Virgen, ha causado sobre los peligros que esas mismas apariciones anunciaban, peligros causados por el materialismo de las sociedades modernas en el que sólo la oración puede hacer mella.

Si este Papa, o el que viene, o el otro, o el siguiente quisieran hacer mal a la Iglesia de forma consciente o inconsciente, no prevalecerían sobre ella, como nunca el Mal ha prevalecido ni prevalecerá.

Confianza y oración. La misma Virgen que nos profetiza acontecimientos terribles, nos dice que la oración es la forma de luchar contra ellos. ¿No está claro? ¿A qué preocuparnos más? Y si sabemos leer, ¿no tenemos enseñanza clara para saber lo que es Iglesia y lo que no lo es? Y si sólo sabemos oír, a estas alturas, ¿no conocemos un sacerdote cabal o una comunidad fiel que nos oriente?

Tenemos motivos de alegría y esperanza que nunca tendrán los enemigos de la Iglesia Católica.

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