sábado, 16 de marzo de 2013

Un Papa simpático



La verdad, es que estoy un poco hasta el gorro de los medios de derechas opinando sobre el Papa Francisco, al que ya llaman Francisco, sin más, con una familiaridad impropia.

Parece que el Papa sea un gobernante más, como lo ha parecido desde el principio; que si va en autobús, que si tiene “buen rollito”, que si pagó su pensión, que si cuenta chistes, … ¿es eso lo importante de un Papa? Sin duda no.

El Papa Francisco no podrá ir más en autobús, ni pasear por la calle a su aire, ni todas esas cosas más propias de un gobernante populista que de un Papa. Y no podrá, o no deberá hacerlo, por su seguridad, que nos debe a todos, ni por tener tiempo para hacerlo; cuando un trabajador normal se pasa trabajando de sol a sol y a duras penas tiene tiempo para cenar e irse a recuperar fuerzas con el sueño, con más razón a un líder político y espiritual no de una nación, sino de medio mundo, le faltarán horas para trabajar en el gobierno mundano de su Nación y en el gobierno espiritual del mundo católico, además de meditar y rezar para elevar su espíritu y recabar el auxilio del Espíritu Santo. No sé qué pensará el Papa Francisco de tanta apología banal de su persona, oscureciendo el fondo y verdadero sentido de un Papa de la Iglesia Católica.

Si el proceso que llevó a la elección del Papa Francisco no tuvo nada que ver, directa o indirectamente, con la abdicación de Benedicto XVI, la elección fue legal y como tal, los católicos deben obediencia al Papa Francisco que, inspirado por el Espíritu Santo, llevará a la Iglesia Católica por el camino de Dios. No importa que diga que va a hacer una “Iglesia pobre, para los pobres”; la Iglesia siempre ha sido así, aunque bien es cierto que algunos hombres de la Iglesia pobre, han sido ricos abusando de la propia Iglesia. San Francisco de Asís era pobre para los pobres y era Iglesia, como otros miles de santos y no santos católicos.

En este blog he insistido siempre en mi parecer sobre la falta de calidad de muchísimos católicos, pero no se me ocurriría hablar de la falta de caridad de la Iglesia Católica. Con afirmaciones como esa, parece que se plantea, desde la propia Iglesia, que hay que cambiar la Iglesia y hacerla caritativa. La verdad es que estoy desconcertado, aliviado tan solo por el hecho de que sin duda será un problema de mi falta de entendederas.

Yo acabo aquí, lector, pero te remito a este interesante punto de vista:

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