viernes, 21 de octubre de 2011

España

Rompo el orden de publicación de los artículos que tenía escritos, para hablar del comunicado de ETA, en comparsa con el PSOE y el PP.

Lo visto ayer es un espectáculo lamentable: El discurso de Zapatero, que escuché poco por las náuseas que me provocaba; la intervención de Pérez Rubalcaba, que todos tenemos por uno de los jefes de la banda de los GAL; la comparsa de Rajoy, el mindungui… Menudo trío. Y detrás toda la retahíla de voces bien amamantadas en el presupuesto nacional.

“…- Allí parece que nos ha llamado un papagayo…

- No lo creas, ese será algún lisonjero que jamás dijo lo que sentía. Algún político destos que tienen uno en el pico y otro en el corazón…”

Baltasar Gracián. “El Criticón” (1651)

Si el PP gana las próximas elecciones, deberá obedecer a ETA o vivirá nuevos atentados, lo que sería un fracaso monumental después de que el PSOE ya ha “conseguido la paz” y se la ha “brindado en bandeja” al PP.

Alguno dirá ¡que jugada magistral! Se equivocará. La jugada es torpe, burda y sólo podría tener éxito con una ciudadanía aborregada y miserable…, como la española. Es como el juego de magia que hace el payaso contratado para la fiesta de cumpleaños de Manolito; al payasete se le ve el pañuelo escondido en la manga y el confeti en el sombrero,… pero su público son niños que no se enteran.

Aquí los payasos – en esta ocasión trágicos – son el Pérez y el Rodríguez (Rubalcaba y Zapatero, ¡los dos se avergüenzan de sus padres!) y el público sin uso de razón, los españoles.

Más del 20% de los españoles por debajo del umbral de la pobreza. España, paraíso del aborto. España, lugar de destino de las mafias internacionales. España, a la cola de Occidente en educación. España, dónde los adolescentes aprenden sobre el sexo con pornografía. España, dónde sus líderes políticos viven en palacios y se han hecho multimillonarios en su carrera política. España, sede del único grupo estable terrorista de Occidente…

“… La Soberbia, como primera de todo lo malo, cogió la delantera, topó con España, primera provincia de la Europa. Parecióla tan de su genio, que se perpetuó en ella, allí vive y reina con todos sus aliados: la estimación propia, el desprecio ajeno, el querer mandarlo todo y servir a nadie…, el lucir, el campear, el alabarse, el hablar mucho, alto y hueco, la gravedad, el fausto, el brío, con todo género de presunción; y todo esto desde el noble hasta el más plebeyo…”

Baltasar Gracián. “El Criticón” (1651)

miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Es bueno que, simplemente, gane la derecha?

La derecha está contenta con las expectativas de las nuevas elecciones generales; parece que ganará el Partido Popular por mayoría absoluta.

A mi eso no me saca de mi tristeza. No considero motivo de alegría que gane el PP, aunque no cabe duda de que es eso mejor, que el que lo haga de nuevo “la izquierda”, el PSOE.

Pero todo lo que sea más de cuatro millones de votos para el PSOE, es un resultado triste (en esa cifra estimo el número de parásitos de la Nación, que lo son desde ese partido).

España está destrozada socialmente, por el manoseo de la izquierda.

La Nación está huérfana de los más elementales valores naturales, ¡no ya occidentales o cristianos!, arrebatados por un PSOE orgulloso fiel heredero de la izquierda que asoló España en la Guerra Civil.

España está sumida, por causa del PSOE, en la decadencia moral y social, que se evidencia en todos los aspectos de la convivencia, desde la justicia partidaria hasta la más elemental convivencia en la que crece sin pausa la violencia contra las personas y sus bienes, privados o públicos.

Políticos degenerados elaboran leyes que roban la infancia a los niños para embutirles las formas más sórdidas de sexo. Eso a los niños más afortunados que han conseguido nacer, pues de millones de ellos ya han dado cuenta en el seno de sus madres, incentivando el asesinato de los fetos.

Políticos socialistas que deberían buscar el bienestar de la ciudadanía, han privado de la dignidad del trabajo a millones de personas, mientras ellos se enriquecen de forma ilícita.

El PSOE y su órbita nacionalista se pone a los pies de unos terroristas, delincuentes sanguinarios, humillándose en nombre de una sociedad que nunca ha sido humillada…

Y con estos hechos, ¿se puede llamar éxito de la derecha, el que la izquierda alcance seis, siete u ocho millones de votos? En una nación sana y noble, semejantes dirigentes no tendrían más votos que los de sus sicarios, y su futuro inmediato sería ser presentados ante la justicia para acabar, muy probablemente, en la cárcel o el patíbulo allí dónde la alta traición estuviera sancionada con la pena de muerte.

No sólo es criminal el que delinque directamente, sino que también lo es quien le da facilidades para delinquir. Como ya recordaba Sor Juana Inés de la Cruz, tan culpable es quien delinque como el que colabora – pagando o votando – a delinquir.

… ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga,

la que peca por la paga

o el que paga por pecar?...

Redondillas

Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1691)

Buenos modos

Titulo esta nota con una acepción de “urbanidad”, que he encontrado en el “Diccionario de la lengua española” de la R. A. E. Lo hago porque quiero seguir hablando de buenas formas, de urbanidad.

Como muchos, utilizo el correo electrónico para comunicarme. Es más cómodo, rápido y barato que el correo convencional, cuando el interlocutor tiene también acceso a ese recurso.

Pero utilizar la tecnología no implica perder las formas sino que, en casos como este de la correspondencia, exige cuidarlas en mayor medida.

Es frecuente que envíe correos electrónicos que se quedan sin respuesta, para que luego, al cabo de los días, cuando el interlocutor me necesita y se pone en contacto conmigo, se de la siguiente situación:

- ¿No recibiste mi correo?, le pregunto.

- Si.

- ¿Porqué no diste acuse de recibo o señales de vida?

- ¡No era necesario!

Mi reacción inmediata es catalogar a mi interlocutor como un pelo de puerco, y como tal lo trato en lo sucesivo.

Dar un acuse de recibo no es una cuestión técnica – las cuentas de correo devuelven automáticamente los destinatarios erróneos – sino un cuestión de cortesía, de consideración hacia el que escribe.

Esta grosería alcanza el esperpento cuando con el correo se está haciendo un favor a la otra parte. En diversas ocasiones he remitido por correo documentos o materiales que alguien me pide y que desde luego no le cobro, a pesar de tener un coste para mi y un beneficio para él. Una vez enviado, remito un correo al interesado anunciando la salida; lo normal es que ni me acusen recibo del correo… ¡ni del envío cuando les llega! No, la zafiedad es moneda común.

Y siguiendo con la cortesía, tampoco cuesta nada escribir en un tamaño de letra que se lea sin dificultad.

Y sin faltas de ortografía. ¿No hay correctores ortográficos en los correos?, ¡pues un poco de atención! Una cosa es la errata o la falta solitaria, fruto de las prisas, otra es escanciar con disparates el texto que escribimos.

Empezar con un saludo es elemental. ¿Tanto cuesta mantener la cortesía? ¿Y un adiós – o equivalente - al final?

¿Y aquellos que inundan a sus conocidos con correos despersonalizados, reenviados, en los que chistes o noticias de dudoso gusto o historias sensibleras, les hacen perder el tiempo a ellos y a los que los reciben? Generalmente se remiten desde el puesto de trabajo, lo que deja en evidencia su sentido de responsabilidad y de fidelidad para con su empresa. Yo los borro sin habrir.

Las herramientas no son justificación de la tosquedad. Un espíritu sensible lo es escribiendo con pluma de oca sobre pergamino o con el teclado de un ordenador. De hecho, el correo electrónico es otra forma de dejar con el trasero al aire a maleducados.

Cuando no recibo un acuse de recibo o cuando abro correos que parecen escritos por un niño, inmediatamente clasifico al remitente como un mal educado. Hoy eso no importa, pero creo que no es de fiar quien no sabe, o no puede, ni tan siquiera, guardar las formas.



lunes, 3 de octubre de 2011

Urbanidad

“En la mesa y en el juego se conoce al caballero”. Así reza el refrán español que me recordaban mi abuelo y mi padre. Era un resumen de lo que aprendí en la Escuela Pía. Pero esto no se ensañaba sólo en la venerable fundación de San José de Calasanz, sino en toda la escuela española, cuando se ensañaban cosas de provecho.

Ayer estuve comiendo en un restaurante. No sé porqué me fije en los comensales más que en otras ocasiones, y me di cuenta de que en la escuela ya no se ensañan modales.

Para los “progres”, los modales son convencionalismos burgueses. Ya hable de ello en otro lugar de este blog. En realidad los modales son una forma más de hacer agradable la vida a nuestros semejantes y, además, otra forma de diferenciarnos de nuestros vecinos los animalitos.

En aquel restaurante vi como los comensales hablaban con la boca llena, exponiendo a la vista de terceros la comida a medio masticar y salpicando de trocitos de comida a su interlocutor.

Vi como, con la boca llena, se llevaban el vaso a los labios, sin limpiárselos previamente, y utilizan la boca como amasadora de comida y bebida.

Vi como se metían en la boca cuanta comida les cabía, como si hiciera días que no comieran.

Todos gente joven, entre veinte y treinta años y, aunque el restaurante era barato, no eran gente del arroyo.

La comida se debe masticar bien, con la boca cerrada y sin hacer ruido.

Se debe beber con la boca vacía, no llena de comida.

Antes y después de beber, se deben limpiar los labios con la servilleta, para no dejarlos grabados en el borde del baso y para dejar la boca acicalada para seguir comiendo.

Se debe hablar con la boca vacía, para evitar bombardear a nuestros interlocutores con trozos de comida y con saliva.

Todo esto es para no comer como los simpáticos cerditos y para hacer de nuestra imagen de comensales algo agradable.

Pero esto ya no se enseña en las escuelas porque la urbanidad es, para la progresía española, represión franquista y clerical. Sí, tal como suena. Quizás si el lector vive en Hispanoamérica y desconoce la España de hoy, se muestre escéptico a que un gobierno confunda la urbanidad con la política. Pero es así.

Hoy las buenas formas no se estudian en las escuelas, porque nos alejan de los animalitos y la izquierda quiere que nos acerquemos a ellos. El siguiente paso será prohibir las buenas formas.