sábado, 2 de septiembre de 2023

Aborto e incoherencia.

 

Es muy deplorable la incoherencia, por el acto en sí y sobre todo, por la naturaleza de la personalidad del incoherente.

La persona incoherente puede ser mala o estúpida.

En ninguno de los dos casos es fiable.

El que se rodea de personas incoherentes es idiota o un aprendiz de Maquiavelo.

En ambos casos un perdedor, aunque aparente lo contrario.

Las apariencias engañan.

Cuando hablo de pena de muerte para criminales sin solución, muchos a mi alrededor se rasgan las vestiduras y balbucean argumentos en contra como plañideras.

Eso es soportable.

Pero lo que es insoportable es que cuando esos mismos elementos oyen hablar del aborto, lo defienden como si les fuera su vida en ello.

Se escandalizan porque se juzgue y condene a muerte a un criminal, y defienden que un ser humano inocente sea asesinado sin juicio previo, para más escarnio de una forma cruel.

Eso es la incoherencia, propia de personas malas o de personas descerebradas.

No te fíes de un incoherente.

Si no te la hace al entrar, te la hará al salir.

El juicio final.

 

Parece que muchos olvidan que el juicio final será individual.

¿Qué significa esto efectos prácticos?

Que no vale decir, fastidié a mi hermano, porque mi hermano me fastidió a mí.

Yo seré juzgado por mi comportamiento y mi hermano será juzgado por el suyo.

Puedo intentar consolarme pensando en atenuantes de mi comportamiento.

Pero eso es muy arriesgado porque es jugar con fuego.

Sea cual sea el motivo, soy responsable de mis actos y mi hermano, de los suyos.

Eso está claro y lo demás son divagaciones.