viernes, 30 de agosto de 2019

Hoy he conocido el mal.


oy he conocido el mal.¡Claro que sé que existe, y que veo a diario sus consecuencias! Lo que digo es que hoy lo he sentido, lo he visto con los ojos del alma. No quiero explicar las circunstancias, pues son demasiado dolorosas.

No me ha escandalizado el propio mal; me ha asustado su poder, su capacidad de cambiar las almas. Nada podemos hacer en solitario frente a él. Me ha quedado claro que necesitamos la oración para no sé si vencerle, pero al menos para resistirnos frente a él.

domingo, 25 de agosto de 2019

Aviso, comentarios y recomendaciones para...







viso, comentarios y recomendaciones para los lectores de este blog (visitantes hay algunos, pero no sé si habrá tantos lectores).

 Todos los comentarios que vierto aquí responden a mis criterios personales. No soy ni tengo nada que ver, con organización política o religiosa alguna. A duras penas se me podría calificar como un hombre de fe. Eso sí, ejerzo mi sentido común, que cultivo diariamente con lectura, oración y meditación cristianas.

He incorporado al blog una columna, a la derecha, con libros que me han supuesto algo (he omitido “El Javato”, “El Príncipe Valiente”, “Tintín” o las obras de Enid Blyton  porque me han parecido ajenas a la temática del blog, aunque hayan supuesto algo en mi vida). El orden no significa nada, es meramente instrumental.

Entre los títulos que cito hay disparidad pues van de obras de santos o de Papas, a textos de periodistas o de mindundis. Todos ellos me han dicho algo. Es que soy enciclopédico, así me va. Iré incorporando citas.

sábado, 17 de agosto de 2019

¿Qué pasa con la hija de mi amigo José?

sta entrada sucede a la titulada "El matrimonio de mi amigo José", que aparece a continuación.

S
i mi amigo José llega por fin a plantearse la separación; ¿que pasa con la hija común? 

Antes de contestar debo señalar que José su esposa y su hija común son para mi personas ajenas, por lo que puedo opinar sin la pasión que aporta el parentesco, aunque también algo aporta la amistad.

Visto con objetividad ese matrimonio con hija es la unidad básica de lo que en antropología se llama familia.

La familia no es un invento ni un convencionalismo social, es una estructura nacida de la genética del ser humano y de los mamíferos superiores. Es una estructura que sirve para sobrevivir el individuo y por lo tanto la especie.

Los mamíferos superiores lo tienen tan claro que ni se lo plantean, Forma parte de su naturaleza.

Pero el hombre, con su capacidad de raciocinio se lo plantea todo, incluso la supervivencia con el suicidio.

El suicidio es la forma rápida, contundente y tosca de acabar con el individuo.

Es imposible acabar con una especie convenciendo a cada individuo para que se suicide.

Pero si una especie nos molesta podemos acabar con ella recurriendo a sistemas en los que el individuo no tenga opinión; puede ser utilizando gas tóxico o creando un odio fratricida entre colectivos para que se enfrenten y se destruyan, sistemas estos que chirrían.


Si queremos  ser más sutiles, podemos recurrir a la puesta en práctica de políticas aparentemente "buenistas" que exterminen a largo o medio plazo sin que el afectado se aperciba de que está siendo suprimido; la lucha contra el sida en África, al tiempo que se promueve la promiscuidad sexual, es un buen ejemplo.

En el Occidente más culto, sofisticado y receloso, macerar a la población con dietas y costumbres insalubres es la forma de llevar las gallinas al gallinero.

La hija de mi amigo José se fastidiará si sus padres se separan, quedará indefensa y desconcertada "genéticamente" y tendrá un patrón de comportamiento que transmitirá a sus hijos, destruyendo el arma genética de supervivencia para la especie humana, que es la familia.

Y con la hija de mi amigo José fastidiada a corto plazo, se fastidiará su sociedad a largo plazo.

Y todo porque dos adultos no han sabido convivir en armonía, absortos en sus propios ombligos.

¡Menuda tropa.



lunes, 5 de agosto de 2019

El matrimonio de mi amigo José. Soslayar la vida.


i amigo José cometió el error de casarse con una buena mujer (es muy difícil encontrar una persona mala), y reincidió al tener una hija con ella.

Pero claro los errores se descubren a posteriori, salvo que uno sea masoquista. José no lo es. Sólo es bueno.

La mujer le salió airada. Y me cuenta que le hace y le dice todo lo que una esposa no debe hacer ni decir... ni una esposa, ni nadie con el más elemental sentido de la caridad.

Pero la esposa es joven y feminista, y a una mujer joven y feminista no le importan los convencionalismos del respeto, del agradecimiento y del compromiso adquirido.

"¿Debo separarme de esa mujer que me complica la vida, me pregunta?".

A esta pregunta le hago otra: A la vista de su comportamiento, “¿tu mujer es tonta o simplemente está loca?

Para encauzar su juicio le aclaro que, a mi criterio, un loco es el que actúa de manera extravagante y en su actuar puede llegar a hacerse daño, mientras que un tonto nunca se hace daño. Con este criterio hemos concluido que su mujer está loca.

En ese caso mi opinión es que no debe separarse pues su mujer está enferma y es de cobardes y desalmados abandonar a un enfermo a su suerte; primero debe encauzar su curación recurriendo a profesionales competentes y una vez curada, si no cambia su comportamiento, es cuando debe plantearse la separación.

¿Y la hija? La hija es otra cuestión de la que hablaré otro día. 

Postdata, a 2023.02.13.

Estoy harto de sufrir.

Hace tiempo que he decidido soslayar la vida, pero no es fácil ejecutar esa decisión para una persona con mis valores.

Me está costando, pero cada día el deseo es más fuerte y los valores pesan menos.

Pero antes, quiero intentar alargar unos instantes el recuerdo de mi esposa, añadiendo su segundo apellido en el blog, para que quien la busque, no tenga que pasar el tedio de todas las citas referidas al mafioso.

He buscado en internet un recordatorio suyo o la esquela en un diario, pero nadie de su familia se ocupó de ella. Cuando la busco sólo encuentro en internet este recuerdo.

Era una persona excelente, con el único pecado de que nunca me quiso.

Pero no la culpo por ello, pues es cosa común de todos los que me han tratado.

Es algo que llevo en mí y por lo que no debo culpar a nadie.

Es el último homenaje que le puedo hacer, pues cuando deje de alimentar el blog, su recuerdo se perderá en la selva de información de Internet.

Quizá pueda hacer sobrevivir el recuerdo un año. Luego la propia red se perderá ante el mundo caótico que se avecina. Si ese tiempo llega a cinco años será un éxito.

Pero no puedo hacer más, porque nada más hay en mi mano.

Quién da lo que tiene, da mucho.

He dicho al principio que, hace tiempo, pero debería concretar más.

Debía decir hace mucho tiempo, y que he realizado varios intentos frustrados, porque quería engañar al Guionista (ese apelativo lo encontré en un interesante blog de motos, que seguí durante un tiempo).

Planificar un crimen que no deje rastro es fácil, pero llevarlo a cabo es más complejo, hasta el punto de que he fracasado en los diversos intentos demasiado sutiles. por lo que no salieron bien y sólo sirvieron para perjudicarme la salud.

Pensarás que es pecado esa acción, pero es un tema que no me preocupa, puesto que en el cristianismo el solo deseo, ya es pecado, por lo que si eso lleva implícita la condena ya estoy condenado.



Mis amigos.

Desde siempre sé que en la vida se tienen pocos amigos. Uno o dos a lo sumo.

En este aspecto he sido un hombre afortunado. He tenido más de un amigo.

Fue amigo Juan, a quien acompañé muchas veces, la mayoría sin ganas, al cine, que era su pasión.

Creó su familia y sin que recuerde la transición, dejamos de vernos.

Tuve  también dos amigos Javier, uno en la niñez y otro en la juventud. Del Javier de la niñez nos separó la vida (que no era nuestra sino de las familias a las que pertenecíamos).

Del Javier de la juventud nos unió la montaña y nos separó el mar.

Por fin tuve un José, como un servidor, que estuvo siempre presente pero nunca cercano.

Este José sigue presente en mi vida, pero no cercano. Quizás por eso sigue.

No sé lo que me une con mi amigo José. Quizás por eso no lo puedo romper. Creo que por intangible puede ser una unión duradera. Hablamos poco, de higos a brevas, pero con provecho.

A estas conversaciones me voy a referir durante un tiempo en este blog, pues es una forma de contestarle sin contestarle, y eso es bueno para mantener una amistad.

Sabe que soy un hombre de poca fe y que si sigo la doctrina católica, incluso con rigor, es porque me lo dicta el sentido común, no porque sea un don de Dios, al que no creo que le caiga bien, ni mal.

Creo que si José recurre a mi es porque fía de mi sentido común, y yo del suyo, aunque no participe de sus creencias, si las tiene, que nunca se lo he preguntado.

Sirva esto de prolegómeno para todo cuanto cuente de mi amigo José y de sus cuitas.