Una forma rápida y sencilla de conocer los defectos de un producto, es preguntarle a la competencia; si el producto que investigamos tiene defectos o limitaciones, la competencia nos hará una buena parte del trabajo de investigación. Luego deberemos aplicar nuestro buen criterio a esos juicios de la competencia y veremos la calidad real del producto que deseamos conocer.
En lugar de utilizar un ejemplo
económico, pondré un ejemplo teológico de un asunto que he tratado con éxito.
En su día estudié sobre la
virginidad de María, la Madre de Jesús de Nazaret. Naturalmente la conclusión
final es una cuestión de fe, pero el argumentario católico me pareció de una
gran calidad teológica e histórica, incluso resolviendo cuestiones colaterales
como la edad de San José.
Sin embargo, no quedé
satisfecho. ¿Podría de alguna forma estar alienado por la lectura excesiva de
textos favorables, hasta el punto de cegarme a posibles absurdos? Para resolver
esta duda decidí estudiar los argumentos de quienes de forma más agresiva y
aparentemente sólida quieren desmontar las tesis católicas; las posturas judía
y protestante sobre el asunto.
Pues bien, el resultado no sólo
fue que confirmé que los argumentos católicos eran sólidos, sino que me
decepcionó la bajísima calidad de los argumentos contrarios, especialmente los
protestantes. Constaté que los judíos utilizan traducciones bíblicas distintas
a las nuestras y también otras fuentes no aceptadas por el catolicismo, lo que puede
justificar su postura sobre Jesucristo y su Madre, pero en los argumentos
protestantes no encontré más que razones sin otro fundamento que la mera
reacción a la postura católica. En términos políticos los argumentos
protestantes se podrían calificar de “panfletarios”.
En conclusión, los
argumentos “de la competencia” no tenían base sólida y en ocasiones ni tan
siquiera base alguna de contenido intelectual lo que, sumado al estudio ya
realizado anteriormente, me confirmó que aceptar la virginidad de María es una
postura teológicamente impecable.
Ahora me encuentro con que
los medios nos están machacando sobre la afirmación del papa Benedicto XVI, de
que la mula y el buey no estaban presentes en el nacimiento de Jesús en Belén.
Parece que el catolicismo se deba venir abajo por esa cuestión.
Y la verdad es que no atino
a la razón de semejante confusión, salvo dando por sentada la ignorancia de
muchísimos periodistas y la sumada mala fe de numerosos enemigos del
catolicismo.
Todos los católicos sabemos
que los Evangelios no citan a esos animales en el marco físico del nacimiento
de Jesús. Es mi opinión personal que el que no los cite no quiere decir que no
estuvieran, pero eso es otra historia. Nada pone ni quita al catolicismo esa
circunstancia, conocida por los católicos desde siempre y justificada por la
tradición.
Como no he leído todavía la
tercera obra de la trilogía sobre Jesús de Joseph Ratzinger - pues escribe más
rápido de lo que yo le leo, estudio y medito lo que él escribe – he querido ver
qué es lo que pasa con este asunto y, esta vez, he empezado por consultar las
fuentes críticas.
Lo que páginas web y blogs protestantes dicen sobre este tema, me ha dislocado tanto que
ha hecho caer en picado lo que quedaba de bueno en pie de mi opinión de estos
hermanos separados… como el asunto es nada para cualquier persona
intelectualmente normal, las críticas se ceban en asuntos absolutamente
extemporáneos, llegando a la conclusión un lector inculto, que es la parroquia
de los protestantes, poco menos de que Jesús no existió y de que los Evangelios
son la invención de un cura malvado, por supuesto católico.
Me recuerda este tema, una
historia que no recuerdo si la he contado ya en este blog:
Ante un juez se encuentra un
ciudadano detenido por dar una paliza a otro, sin haber ningún motivo aparente.
El juez le interroga:
- ¿Cómo pudo usted dar
semejante paliza a ese señor?
- Verá sr. Juez, ¡es que era
judío, y los judíos mataron a Dios?
- ¡Pero eso ocurrió hace dos
mil años!
- Sí, ¡pero yo me enteré
ayer!
¿Es posible que algo tan
elemental como es la mula y el buey de la tradición belenística, se transforme
en un argumento fundamental del protestantismo y de los medios contra el Papa y
el catolicismo? ¿Es el argumento más sólido de que disponen?
Todo esto es peregrino y
pone de manifiesto el nivel intelectual y la catadura moral de los enemigos de
la Iglesia Católica, ese saco en el que se encuentran, a mogollón, protestantes,
masones, ateos, socialistas… ¿No hay entre todos ellos uno solo con nivel suficiente
como para plantear retos intelectuales que no se alimenten exclusivamente de falsedades
soportadas por los medios? No puede haberlo pues no hay nivel ni argumentos, ya
que al no haber argumentos, los que tuvieran nivel se saldrían de ese bando,
salvo que estuvieran dominados por la debilidad.
En fin, que harto de leer
tonterías y sin querer ir a la fuente, a la que accederé en su momento, busqué
información con pies y cabeza, que encontré en la forma y en la cita que sigue:
«Sorprende que algunos medios digan que el Papa ha descubierto» que
el buey y la mula no estaban en Belén o que «ha
corregido la plana al Evangelio», dijo el Secretario General de la CEE, en
respuesta a una pregunta, durante la rueda de prensa final. «Desde hace 2 mil años, todos sabemos que el Evangelio no habla del
buey ni la mula. ¿Por qué no lo saben estos medios?», se preguntó.
Tras dejar constancia de
esto, «el Papa explica de forma preciosa cuándo
y por qué aparecen en la iconografía cristiana», a partir de la frase del
profeta Isaías, de que «el buey conoce a
su dueño y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce» al Señor. «Los padres de la Iglesia, desde san
Justino, en el siglo II -prosiguió el obispo portavoz-, interpretan este
pasaje: ahora sí Israel [la Iglesia, el nuevo Israel]reconoce a su Señor, y
junto al pesebre, están el buey y la mula, que antes no conocían al Señor». De
este modo, «cuando se empieza a
representar el belén, en el siglo XII, san Francisco pone al buey y a la mula
como símbolo de esta preciosa alegoría patrística».
«O sea, mensaje para Navidad - concluye monseñor
Martínez Camino: «¡Poner el Belén con el buey y la mula! Y además, sabiendo qué
significan. Hay que seguir con esta preciosa iconografía, que nos ayuda a
entender que el Antiguo Testamento y las expectativas de los profetas se
cumplen en Belén».
http://www.alfayomega.es/noticias_digital/2012/11/20121123_belenCEE.php
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