En
mi pueblo, Badalona, hay más separatistas por metro cuadrado que en otros
lugares de Cataluña. Es una razón racial. A Badalona, una ciudad grande y rica,
han llegado muchos inmigrantes de otros lugares de España. La primera
generación se instaló por sus méritos, pero todos sabemos que la segunda
generación suele ser desastrosa, recuperándose algo, según las leyes de Mendel,
en la tercera.
En
Badalona estamos en el auge de la segunda generación, los inútiles que han
crecido a la sombra del trabajo de los Pérez y de los Expósito y que no
sirviendo para nada, han aprendido de mala manera el barcelonés y ese es su único
mérito.
Y
con ese único mérito, ¿qué se puede ser hoy para llamar la atención e intentar sobresalir? Pues, naturalmente, separatista. Cuanto más inútil más separatista y cuando se
es un zoquete total, supremacista, que para eso no hay que estudiar, al
contrario.
Cada
día cierran, o se van, o simplemente no abren comercios en Badalona, y algunos de los que están colocan un lazo amarillo en algún lugar visible del negocio como diciendo; “soy un inútil pero
soy separatista”.
Esta
mañana he estado en una copistería del casco antiguo de Badalona, para pedir un presupuesto. El
dueño del negocio bien podría ser el dependiente de lencería masculina de una
gran superficie, porque de artes gráficas no tenía ni idea. No he sacado nada
en claro y él se ha quedado sin un negocio que ni tan siquiera ha entendido.
Al
salir me he tropezado con un viejo ocioso que estaba frente al local, al parecer el padre del dueño, que vigilaba la inversión que ha dejado en manos de su hijo. Ya en la calle
mi amigo me dice; “¿has visto el lazo amarillo en la estantería?”."No, no lo he visto, pero ahora lo entiendo todo, vayámonos al chino".
Pobre viejo. Creo que puede despedirse de
su inversión. El negocio podría ser bueno, pero está al frente un imbécil de
segunda generación.
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