domingo, 20 de septiembre de 2020

Deseo de morir.

Hay personas que lo último que dicen antes de irse a dormir, es que no se quieren despertar. Es un deseo como otro.

Pero por su naturaleza ese deseo no debe decirse en voz alta, pues altera la convivencia.

Si el deseo se formula es como lamentación de alguna pena que te causan, puede comprenderse que se diga en voz alta con la esperaza de que lo oiga quién provoca esa pena y su sentido de la caridad le haga recapacitar su papel de verdugo.

Sin embargo, si la razón de la pena viene de las propias miserias, es una crueldad lamentarse en voz alta, pues lo único que origina es dolor a quien te escucha y es ajeno a esa pena.

En cualquier caso lo razonable es poner los medios para evitarla.

Hasta una disciplina tan rigurosa como la católica tiene medios eficaces y fáciles para romper la convivencia y evitar esos agobios que llevan a desear no despertar.

Pero eso no siempre es fácil, sobre todo para quien vive holgadamente sin compensar lo que recibe. ¿Quién deja el momio de una buena vida segura, por una vida menos segura?

Lector no te quejes por vicio, no sea que tu interlocutor se de por aludido y sea él quien ponga tierra de por medio.

Ahora muchas de esas quejas se achacan a la depresión o a la falta de realización personal.

Antes eran más propias de personas a las que les faltaba un hervor.

Pero siempre han sido la expresión de un profundo egoísmo sazonado con una buena dosis de miseria espiritual. 

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