Está bien eso de; hasta la muerte os separe,
que se dice en el matrimonio.
Es bonito y romántico, pero no es realista.
Me cuesta escribir esto, pero he de ser coherente.
Eso servía en la Edad Media, cuando las personas
vivían toda la vida en un mismo pueblo y eran toda la vida igual de ignorantes.
Pero hoy, en que las vidas discurren por
tantos caminos y tienen tantas opciones, es iluso pretender que van a vivir y
morir juntos.
Iluso e injusto, aunque siempre ha sido mi pretensión.
Es triste que no sea así.
Porqué un matrimonio lo forman dos personas, que, en
el mundo de hoy, tienen opciones para desarrollarse intelectual y humanamente o
para quedarse estáticos en un momento de su vida.
Una persona sanamente inquieta y con afán de
aprender y conocer, no es lo mismo que una persona pánfila, vaga o pobre de
espíritu, que se conforma con lo que tiene.
No se trata de niveles de conocimiento o de
inteligencia, sino de actitudes frente a la vida; de actitud pasiva o de
actitud activa.
Una persona con actitud pasiva o negativa frente a
la vida, es una rémora si convive con una persona con inquietudes.
Y porque en un momento de sus vidas coincidieron y
cometieron el error de casarse, no pueden estar el resto de sus vidas pagando
ese error.
Acepto el matrimonio de por vida, pero me
parece absurdo e inhumano basarlo, por ejemplo, en un noviazgo larguísimo.
Por dos cosas; porque el noviazgo ha de considerarse
una situación transitoria y porque el fin del noviazgo y el inicio del
matrimonio, es un detonante natural para el cambio de la personalidad.
La única forma que veo correcta, es instruir a las
parejas para que tengan siempre la vía abierta a la separación, organizada
desde el principio.
Como si fueran dos vidas.
Por un si acaso.
Porque si no es así, cuando llega el momento del
divorcio, no hay posibilidades económicas para llevar adelante ese divorcio.
Lo mismo ocurre con la separación para los creyentes.
Entonces la familia entera, incluida la suegra y las
mascotas, han de soportar una situación insostenible desde el punto de vista de
la dignidad humana.
Tanto la separación como el divorcio, necesitan
haber sido planteadas desde el principio, como opciones probables, no deseables
pero probables.
No es una opinión, es una evidencia empírica.
La infidelidad, el desprecio del cónyuge en la enfermedad, el egoísmo.., la maldad aliñada con la tontería o la locura, nunca vienen solos.
Suelen ser la punta
del iceberg de una personalidad que suele ser congénita.
Postdata, a 15 de marzo de 2024.
Ma falta una puntualización: Lo que es mejor, no siempre es posible. Y no es prudente hacerlo posible por a fuerza.