lunes, 23 de enero de 2012

“Estudia desde la cuna hasta la muerte”

“Estudia desde la cuna hasta la muerte”, reza el texto que encabeza esta nota. Es un sabio consejo que en este grabado - reproducido en una postal de principios del s. XX - está representado de forma muy bella.

Fui vegetariano durante muchos años – cuando no estaba de moda - y no faltaba el día en el que algún cretino, al enterarse de mi régimen, me intentara disuadir de mis convicciones aludiendo a que “las lechugas también sienten”. Deben ser las lechugas unos vegetales especialmente estúpidos, pues sin ponerse de acuerdo la mayoría de mis interlocutores cretinos utilizaba este ejemplo.

Como mi vegetarianismo no era por dieta, sino por respeto al resto de criaturas, tampoco faltaba día en que algún cretino defendiera la caza aludiendo a atavismos que le retrataban. Quizás también he tenido esos atavismos violentos de agresividad y dominio, pero los he reprimido sin sufrir daños aparentes.

Y me preguntarás, ¿qué tiene que ver esas historias con el estudio?

Verás. La conclusión a la que llegué tras años de responder con argumentos solventes y coherentes a ambas especies de cretinos que te he comentado, fue que es inútil argumentar frente al instinto; las más de las personas ponen su instinto y sus pasiones por delante de su sensatez y del pensar racional.

Eso es lo que tienen que ver las historias que te he contado con el estudio; que cuando empecé estas líneas iba a explicarte por qué el estudio tiene tal importancia que es aconsejado por los pensadores de las civilizaciones más importantes. Porque arriba te he hecho una cita del Islam, que es un pensamiento joven si lo comparamos con el cristianismo o el judaísmo, por no remontarnos a civilizaciones orientales.

E iba a explicarte, argumentándotelo, lo que significa el estudio para el hombre, cuando me acordé de esas historias y pensé; “¿para qué perder el tiempo?... si está en su naturaleza, una breve reflexión le hará ver la razón de lo que digo. Quizás la haya visto ya. Pero si no está en su naturaleza, es perder el tiempo dar argumentos que se estrellarán frente a su irracionalidad”.

Por eso lo dejo en el enunciado: “Estudia desde la cuna hasta la muerte”. Si lo haces, sin prisas, sin necesidad de ser el que más sabe pero sabiendo cada día un poco más, verás lo cierto que es que el estudio eleva a la persona y la hace más humana.

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