domingo, 16 de septiembre de 2012

Más crisis



Tenemos crisis para rato. Podría no ser así, pero está mal diagnosticada por los poderes políticos. Y algo mal diagnosticado no se cura y, o se hace crónico, o nos mata.

Cualquier persona con entendederas elementales ve que la pretendida crisis económica no es tal. Hay hoy más recursos económicos que nunca. Pero están mal repartidos.

¿Se trata entonces de una crisis social? Sí y no. Sí porque afecta al marco social, las personas y sus relaciones. No, porque esa crisis social no el la causa de lo que sucede, sino el efecto de otra crisis más profundas; la crisis de valores.

No una crisis de valores en general, sino una crisis de valores eficaces. Porque valores los hay; la riqueza está distribuida de la forma en que vemos (cada día más ricos y más pobres y menos clase media) porque priman los valores del egoísmo y del “sálvese quien pueda”, unos valores terribles que dejan en nada al indefenso, que no es el inútil porque los indefensos forman la masa de la sociedad, que sufre y que trabaja cuando le dejan.

Se trata de una crisis de valores altruistas, valores del dar mejor que recibir, valores de amor al prójimo. En fin, esas hoy pretendidas nimiedades que han llevado a la cima de la cultura a la civilización occidental.

El egoísmo patológico de las últimas décadas ha llevado a occidente a la miseria de las relaciones humanas y de esa miseria ha nacido la crisis social y de esa crisis social la crisis económica.

La solución es generalizar la doctrina del dar. En los pequeños entornos sociales dónde la crisis ha hecho menos mella ha sido dónde se ha implantado el amor cristiano; los núcleos familiares o pequeños grupos sociales que han optado por repartir lo que tienen y ayudarse en lo que pueden. No se trata de aludir al colectivismo soviético que tanta sangre y fracaso vertió, sino al amor cristiano, que puede parecerse en la forma pero nada tiene que ver en el fondo. Ya lo hemos tratado en otros lugares de este blog.

Tampoco ha hecho mella la crisis en los banqueros, políticos, sindicalistas y especuladores. Pero es eso otra historia que, sin duda, tendrá un desenlace trágico.

Creo que debemos meditar sobre ello. Ahora, con el paro, hay más tiempo para pensar y más ocasiones para ayudar a nuestro semejante. 

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