Voy a comentar hoy sobre esa
piedad que tienen los católicos, tan denodada por algunos, de ser devotos de
imágenes de santos y vírgenes. Personas sin cultura religiosa, por descontado
los protestantes - ¡no hablo de los musulmanes! - e incluso algunos católicos han
puesto de manifiesto esa costumbre “absurda” e “irreverente” propia de los
católicos (he leído en un afamado blog
católico el alegato de un católico que se dice ”de pro” contra esa práctica).
¿Es una tontería eso de
venerar imágenes? Yo tengo mi opinión, que daré luego, pero ya anticipo que creo
que esa polémica es absurda e indica la falta de sentido común que padecen
muchas personas. Déjame, lector, que haga una previa.
Cuenta la historia, que hace
alrededor de trescientos años, un humilde monje carmelita barría una estancia
del convento, inundado de santa alegría por el servicio que estaba prestando al
Señor. En el trajín, le sacó de su ensimismamiento la presencia de un jovencito:
- ¿Quién eres tú? – le
preguntó el fraile sorprendido.
En niño le contestó con una
pregunta:
- Tú eres un fraile,
¿verdad?
- Sí, claro – le contestó
desconcertado el carmelita.
- Y como fraile, sabrás
rezar el Ave María.
- Desde luego, sé rezar esa
oración.
- Pues rézala para que te
oiga – le pidió el dulce jovencito de ojos azules.
Y el carmelita, sin
planteárselo, rezó:
- “Dios de salve María.
Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús”...
En ese momento el niño, con
voz suave, le dijo:
- Ese soy yo.
En ese instante, el
carmelita dejó de ver al niño. Y reaccionó modelando en cera la imagen del Niño
que se había grabada en su cabeza. La Historia bautizó a esa imagen como “El
Niño Jesús de Praga”, por la localidad en que se conoció y es muy socorrido por
los numerosos y asombrosos milagros que se le reconocen.
El principio de la historia
de esta imagen no es fácil de encontrar en los textos de divulgación, pero sí
los muchos milagros que se le atribuyen a Jesús bajo esa advocación y otras
circunstancias históricas sorprendentes. Todo esto puedes creerlo, lector, o
no. Incluso si eres católico puedes no creerlo, pues la Iglesia te deja
libertad para creer en apariciones y milagros.
Y vamos ahora al tema que
nos ocupa. El fraile carmelita, impresionado por lo que vio, quiso guardarlo en
su memoria y reproducirlo; e intentó plasmar en cera la imagen de la forma más
fiel posible. Si hubiera podido fotografiar al Niño, lo habría hecho, pero
entonces no existían esos recursos y, de existir, él era un carmelita pobre y
no los hubiera tenido a su alcance.
¿No ocurriría lo mismo a los
testigos de las apariciones de la “Señora” en Lourdes? Tras ver los hechos
sorprendentes que rodearon a la jovencita Bernadette en las apariciones de la
Virgen, ¿no es razonable que se intentara plasmar a la responsable de tanta
maravilla en una imagen para mantener su recuerdo?
La respuesta no es más que
sí, que las imágenes no son más que “recordatorios” de personas o circunstancias
que se quieren recordar, tener presentes. Y eso es de lo más normal, humano y
extendido y, desde luego, nada censurable. ¿Quién no se viene de un viaje
cargado de fotografías que luego clasifica, ordena, rotula coloca en álbumes y,
las más preciadas, amplia y enmarca? Y lo que hace todo mortal con sus
recuerdos triviales de un viaje turístico, ¿no es razonable que lo haga un
católico con las imágenes de las personas que han destacado por su bondad?
El turista enmarca su foto
preferida, y la enseña a sus amigos, y la contempla recordando el momento que
le inspiró la fotografía, en fin, se recrea espiritualmente con ella. ¿No ha de
hacer lo mismo un católico con una persona reconocida por la Iglesia como de
vida heroica y ejemplar, o del mismo Jesús y de su madre la Virgen María?
Pues esos son las imágenes.
Se adora a Jesús representado artísticamente en imágenes y se venera a la
Virgen y los santos representados en sus imágenes. No se adora y venera a unas
estatuas o a unos cromos, porque sería estúpido y, además, está gravemente
prohibido por una tradición bíblica de cinco mil años. No. Quien así lo hiciera
sería un chalado, antes pagano. ¿Alguien se cree que la foto de la casita suiza
que tomó en su último viaje, es realmente una casita suiza? No, claro; le evoca
un momento de su viaje, pero no es su viaje. Es más, si verdaderamente los
católicos consideraran esos objetos materiales como parte de su fe, la manera
de acabar con el catolicismo sería destruir sus imágenes, pues se destruiría su
fe. Sin embargo está contrastada empíricamente la infructífera acción tenaz de
los iconoclastas; y que los católicos sobreviven perfectamente sin imágenes; y
que es “tradición” católica esperar el martirio en celdas abyectas, sin
imágenes. Es decir, aún sin imágenes hay fe católica y hay católicos.
La devoción católica a las
imágenes es algo natural, consustancial a la sensibilidad humana y un
sentimiento que ponen en práctica muchísimas personas, día a día frente a
escenas intrascendentes o no; quien no ha sentido aflorar a sus ojos las
lágrimas al mirar la foto de sus padres, fallecidos tiempo ha, no es una
persona normal. Y en ese trance, ¿está llorando por un trozo de cartulina?… no,
lo hace porque al estímulo del recuerdo siente revivir su amor a unos seres
allí representados.
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