Como ya comenté aquí hace tiempo, creo que no mucho,
en su momento empecé con mi movimiento de liberación e independencia.
El tiempo ha ido pasando y estas lluvias me están
fastidiando.
Aunque el empeño no me quita el sueño, a pesar de
las dificultades.
Tras varias vicisitudes, vivo hoy en un piso
compartido.
Compartido con una señora entrada en años, y su hijo.
El asunto, es que parece muy probable que hayamos
encontrado una simbiosis que a todos nos conviene, aunque a veces se hace
insoportable.
La madre con los trastornos de su edad.
Su hijo con los de la suya.
Y el que escribe, huido de la tumba y perseguido de
cerca por sus miserias y las miserias de los suyos.
En fin, un desastre de simbiosis.
Con mucho esfuerzo, ya he conseguido, llegar a la
casi nada.
Una nada confortable en lo material y una pizca
alienante en lo espiritual, pero que aislándome del entorno, me permite tener las
comodidades para seguir escribiendo sin éxito.
¨Éxito que nunca me he planteado, porque siempre he
tenido un plato de lentejas a mano.
Y no he necesitado más.
Sigo mi camino buscando lo que quiero, que cada vez
tiene el listón más bajo, pues ahora solo me falta lo que no tengo, pero sin
locura.
O, dicho de otro modo, lo que ya tengo, pero en
soledad.
Tenía que pasar por esto para probarlo todo y
asegurarme de que la soledad es el laurel de una buena carrera.
Creo que ya lo tengo cierto.