El otro día me fui a pasear a la playa.
Hacía un tiempo magnífico y estaba muy reciente el último temporal de levante. Entendí que era una buena ocasión para ver qué regalos había hecho el mar a la playa.
En la costa en la que vivo, el mar de levante embiste contra la costa, que está orientada de NE a SW, más o menos. Con esta configuración de la costa, este mar suele arrojar sobre la playa todo género de “cosas”, desde algas o conchas, a maderas o plásticos, aunque sólo me interesan las que fueron vivas. Me entretiene pasear, rastreando, entre eso que se llaman restos de arribazón y no me importa que a algunos de ellos les de por husmear.
Pero para mi pena y pesar, casi ni vi arena.
El último temporal de levante, no sólo no había obsequiado con nada a la playa, sino que se había llevado la arena que tres meses antes, la generalidad catalana – de ideología nacional socialista – había trasladado a esa playa para hacerla grata a los bañistas.
Dos millones de euros se gastó el nacional-socialismo catalán, para “regenerar” una playa, que unas semanas después se llevaba de nuevo el mar. Como siempre.
Los socialistas y los comunistas catalanes, coaligados en una banda de gobierno, saben que esos movimientos de arenas no sirven para nada. Que el mar se lleva las playas hechas a la fuerza, como la ducha se lleva la espuma. Pero también saben lo fáciles que son administrar las “mordidas” en las obras públicas. Y con dos millones de euros hoy no se hace una miserable obra pública,… ¡salvo mover arena!
Calculo, son cosas mías, que como poco, un 25% de esa arena ha ido a los bolsillos de aquellos fulanos.
A pesar de todo, a estas alturas, el que roben incluso la arena, ya me importa menos. Pero sí me carga que me quiten hasta las playas; ¿podéis dejar de una vez, cencerros, la arena en su sitio, y dejar que sea el mar el que decida dónde asienta una playa? Y ahí, donde el mar decida, pasearé rastreando animalillos y plantas, algunos de los que, sin duda, husmearán.