Dejo en la despensa otros escritos que hacen cola para ver la luz en este blog, para escribir a vuela pluma algunas reflexiones y opiniones sobre la visita de Benedicto XVI a Barcelona, ciudad que acaba de abandonar.
1. La visita a Barcelona ha sido oportuna. Podía haber sido en otra ocasión, pues la Sagrada Familia, hasta que el AVE la malogre, está ahí. Pero ha sido ahora. Me da la impresión de que la visita del Papa ha sido un refuerzo moral a los españoles, en un momento en que el materialismo marxista, disfrazado de socialismo democrático, intenta dar su golpe de gracia. La luz frente a las tinieblas.
2. La fuerza de la visita ha estado, primero, en la propia presencia del Papa. Es un hombre curioso. Parece fuera del mundo, en el sentido de despegue absoluto de las cosas mundanas. Creo que se somete al protocolo por humildad, pero muchos pequeños detalles hacen ver que el boato no le afecta en absoluto, ni para bien ni para mal, simplemente hace lo que debe hacer. También parece un hombre muy tierno.
3. La fuerza también ha estado en el mensaje. Es el de siempre, el de hace dos mil años. Pero es que hay mucha gente sorda. Es el mensaje contundente en el que la Teología y la Ciencia van de la mano; el ser humano lo es desde el momento de la concepción. Es, además, una cuestión de sentido común.
4. El mensaje de Benedicto XVI no ha sido exclusivo para los católicos. Ha sido la antípoda de la mayoría de otros líderes religiosos, fundamentalistas por definición. El Papa habla a todos y dice que también se agrada a Dios siguiendo la Ley Natural, que gira en torno a los pilares del respeto a la vida y de la familia natural como núcleo de nuestra naturaleza.
5. Y la reflexión final. Barcelona se ha volcado en la visita del Papa. Me ha sorprendido, porque creía que Barcelona era la Babilonia de hoy. La Meca de homosexuales, lesbianas y transexuales. La capital del anticlericalismo. El laicismo hecho ciudad. Eso nos venden los progres. Sin embargo, el pueblo no es nada de eso y ha salido a la calle a saludar al Papa.
Y me pregunto; si la visita del Papa ha mostrado el afecto de los barceloneses a su persona y a lo que representa, ¿no será que los anticlericales y laicistas serán exclusivamente los poderes que dirigen Barcelona y Cataluña? Y si es así, como lo muestra la evidencia, es también evidente que esos poderes tienen intereses opuestos a los del pueblo catalán.
No me sorprende nada de esto. Ya defendí en otro lugar de este blog que la fe no está en decadencia. Hoy podemos matizar que lo que está en decadencia son los poderes que gobiernan Cataluña. Podríamos hacer extensiva la opinión a España y a muchas sociedades occidentales. Esos poderes, a través de los medios de comunicación que dominan abrumadoramente, han creado una imagen de la realidad que en poco se parece a la realidad.
El Papa, con su presencia, ha puesto en evidencia esta situación. Y espero que haya infundido valor a las mentes libres para no dejarse arrastra por esa ficción de un materialismo que se intenta imponer a martillazos.
Hay más, pero por hoy es suficiente... Me olvidaba, el nacionalismo es tremendamente grosero.