El otro día hablaba de un pobre infeliz ("Wyoming y wyoming") que se auto-nombra
como “gran Wyoming”. También comentaba que esa persona, con insistencia mayor
de la que lo haría alguien psicológicamente equilibrado, reitera en su programa
que es homosexual.
Esta noche, acompañado de un meritorio que utiliza de bufón,
haciéndole ejecutar en ocasiones papeles humillantes, se mofaba del último
libro de Benedicto XVI, “La infancia de Jesús”, editado hace unas horas.
Muchos conocemos las obras de Ratzinger, con las que se
puede estar o no de acuerdo, pero nadie con un cerebro bien amueblado las
tildaría de superficiales. Y, desde luego, no se leen con aprovechamiento en
unas horas, que son las que el nuevo libro ha estado en los escaparates de las
librerías… salvo que se sea “el gran” y su bufón.
Parece que ellos sí han leído el libro, lo han entendido y
les ha parecido propio mofarse de él, y de paso de Benedicto XVI y de millones
de personas que siendo cristianas o no, tienen el cerebro bien amueblado. No me
ha molestado la parodia en sí, de nivel elemental, insípida y poco inteligente,
sino ver el grado de degradación intelectual y moral de esa gente que “crea
opinión”.
No lo he grabado, pero me gustaría haberlo hecho y
utilizarlo como elemento pedagógico paras enseñar que:
- Aunque necesites un salario, hacer de bufón servil te
degrada. Es más digno trabajar, por ejemplo, como reponedor de Mercadona.
- No todos los homosexuales son como “el gran”. Por el contrario,
entre los homosexuales (no maricones) abunda la sensibilidad y la sensatez.
- El tono de la crítica de “el gran” y su triste comparsa
dejan bien claro que no tienen que ser necesariamente mala gente, sino
tremendamente ignorantes y zafios, lo que en el fondo es un atenuante.
Recomiendo, sin haberlo leído todavía, la lectura de “La
infancia de Jesús”. Por lo que he conocido, Ratzinger no dice nada que los
historiadores y teólogos no hayan dicho – aunque “el gran” y el otro lo ignoren
– pero sin duda lo dirá con la sensibilidad y autoridad científica que
acostumbra en sus escritos, valores estos que capta cualquier persona
inteligente o sensible, al margen de su fe o condición sexual.
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