No recuerdo cuando inicié este blog. Podría mirarlo pero no
me apetece hacerlo ahora. En cualquier caso hace un buen tiempo, que se hace mayor con los
acontecimientos determinantes que han sucedido desde entonces en mi vida.
Siempre he tenido una vida activa, y parece que, como mis
gallinas, se ha vuelto como lo que ha comido.
Mis gallinas comían maíz que les daba a puñados y como
campaban libres por un territorio árido con abundancia de caracoles, comían
mucha cal de sus caparazones.
Mis gallinas eran famosas en una zona donde los granjeros
les daban pienso y las estabulaban para aumentar su rendimiento. Los huevos de
mis gallinas tenían un claro tono amarillo maíz y la dureza suficiente como
para soportar la caída al suelo desde el mármol de la cocina.
Fue así desde el principio… mi primera gallina me la dio un
granjero vecino; un día que fui a su casa, me llevó al cobertizo donde las tenía
estabuladas, agarró por el cuello a una de ellas y me la dio; “tenga, para
caldo, ya no pone”.
La cogí por las patas y me la llevé a mi gallinero recién
acabado.
Enseguida estuvo acompañada y, desde el principio, la
veterana me dio un huevo diario hasta que la maldita zorra me la mató, mucho
tiempo después, junto a todo el gallinero, excepto al pato, que ponía orden en
el gallinero, que quedó malherido intentando defender a sus amigas.
Así debe haber pasado con mi vida. Ha sido tan activa
siempre que la actividad ha cuajado y ahora, sin yo hacer nada, no pasa día sin
acontecimiento, a veces tan agitado que en más de una ocasión ha dado con mi
persona en la casa de salud.
No me quejo. Yo me lo he buscado. De haber llevado una vida
sedentaria y monótona pasarían los días más tranquilos con la rutina de poner
un huevo diario, y con ello cumplir. Quizás si mi gallina viviera, estaría
estresada viéndose en la obligación de poner dos huevos. Pero mi gallina ha
muerto. Y yo no, quizás ese sea el problema.
Eso es un problema; bueno, un problema para un burguesito
como yo y como probablemente tú, querido lector, que tienes ordenador y acceso a
Internet para leerme, porque lo que verdaderamente es un problema es no tener
que comer.
La salud tampoco es un problema… a mí me funciona todavía el
dedo medio de la mano derecha y mira como me enrollo.
Pero chocheo y me voy del tema. El nudo gordiano al que me
refiero en el título, y que me lleva a
escribir esto, es el que aparece cuando vives con unos valores que te atan y
que sabes que son objetivamente ciertos y buenos pero ves que la vida, el mundo
que te rodea, no va por ese lado. ¿Debes hacerte como el mundo que te rodea? Si tienes capacidad y ocasión ¿debes comportarte como un
banquero o un político, por poner dos ejemplos de mala vida?
Entonces no te comerás un rosco pues no es tu naturaleza y no sabrás sobrevivir en ese ambiente desconocido.
Entonces no te comerás un rosco pues no es tu naturaleza y no sabrás sobrevivir en ese ambiente desconocido.
¿Debes permanecer en tu mundo a pesar de que ves que te
consume?
Entonces, a no ser que seas masoquista, lo tienes claro.
Entonces, a no ser que seas masoquista, lo tienes claro.
Mis patos están
prematuramente muertos y la zorra me ha visitado sin éxito en demasiadas
ocasiones. Esto es un nudo gordiano.
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