ablaba el otro día de mi amigo José.
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Hoy quiero matizar.
Si José es cristiano, que no lo sé, deberá aguantar el tipo hasta que la muerte lo separe de su mujer.
Si José es cristiano, que no lo sé, deberá aguantar el tipo hasta que la muerte lo separe de su mujer.
Si no es cristiano, la prudencia indica que debe de poner tierra por en medio
en cuanto pueda.
Decía entonces que si la mujer estaba enferma es de buen
nacido buscar los medios para curarla, antes de dejarla.
El matiz está en esa enfermedad. Lo dicho vale si la
enfermedad es del cuerpo, pero resulta peligroso alargar la compañía con una
persona enferma del alma, porque el mal es altamente contagioso y corrosivo.
Creo que incluso para un cristiano, la convivencia con una
persona enferma del alma, es una convivencia de alto riesgo que se debe
clausurar a la mayor brevedad.
¿Qué hay hijos de por medio; no importa, preservar la
integridad moral es más importante que pensar en que la presunta buena
educación que les pueden dar unos humanos a sus hijos, va a prevalecer sobre
designio divino sobre esos hijos.
¿Quién determina si la enfermedad del cónyuge es del cuerpo
o del alma?: La propia convivencia, observar con distancia los estragos que a
uno, o a una, le causa en el alma esa convivencia, y la oración cristiana.
Diría también que el consejo autorizado, pero, ¿dónde se encuentra hoy ese
consejo? ¡hay tanto charlatán y vendedor de alfombras!
Para tener siempre en cuenta, haz "clic" aquí.
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