Es muy deplorable la incoherencia, por el acto en sí
y sobre todo, por la naturaleza de la personalidad del incoherente.
La persona incoherente puede ser mala o estúpida.
En ninguno de los dos casos es fiable.
El que se rodea de personas incoherentes es idiota o
un aprendiz de Maquiavelo.
En ambos casos un perdedor, aunque aparente lo
contrario.
Las apariencias engañan.
Cuando hablo de pena de muerte para criminales
sin solución, muchos a mi alrededor se rasgan las vestiduras y balbucean
argumentos en contra como plañideras.
Eso es soportable.
Pero lo que es insoportable es que cuando esos
mismos elementos oyen hablar del aborto, lo defienden como si les fuera su vida en
ello.
Se escandalizan porque se juzgue y condene a muerte
a un criminal, y defienden que un ser humano inocente sea asesinado sin juicio
previo, para más escarnio de una forma cruel.
Eso es la incoherencia, propia de personas malas o
de personas descerebradas.
No te fíes de un incoherente.
Si no te la hace al entrar, te la hará al salir.
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