El otro día me comentaba Nemesio, ya te he hablado
de él en este blog, cuán difícil es convivir con dos personas que tienen
problemas psiquiátricos, aunque sean leves o no graves. Es muy difícil pero no
imposible.
Hay muchos tipos de problemas psiquiátricos.
Solo una enciclopedia podría hablar de ello, pero no
se trata de ser enciclopédico, sino de ser práctico y conciso.
Por eso lo primero que hay que hacer es conseguir un
buen diagnóstico de las personas con problemas con las que convives.
Nemesio me contaba que convivió 20 años con una
mujer esquizofrénica con diagnóstico de depresiva; un desastre que determinó
toda su vida.
El primer requisito para intentar mantener una
relación no caótica con personas con problemas psiquiátricos, es estar
dispuesto a ser pisoteado y ninguneado, hasta un límite razonable.
La persona con un problema psiquiátrico ha de tener
siempre razón, es intransigente y muchas veces violenta si no se le da. Si no
te pliegas a sus deseos, entra en un proceso de violencia que puede acabar mal,
pues no tiene conciencia del límite.
Como los borrachos o las personas sin conciencia de
realidad, no admiten de ninguna manera estar enfermos o sufrir una condición,
aunque se lo diga un profesional.
Al profesional pueden llegar a hacerle caso, pero
siempre dirán que es un inepto y un imbécil que no sabe lo que está diciendo.
Si hay la suerte, de que la persona es cobarde,
acabará acatando las órdenes terapéuticas por miedo. Pero de no ser así, las
cosas pueden ir mal.
Has de tener paciencia y perder el concepto de la
autoestima, si quieres mantener paz en la casa.
Ahora bien, sin bajar la guardia ni dejar autonomía
financiera al afectado, para evitar que te de sustos que pueden ser
irreparables. Bueno, no hay nada irreparable, pero sí conflictivo, por lo menos
a corto plazo.
Es como convivir con un fanático medicado.
Una secuela de esta convivencia, es que ya no
tendrás esposa, esposo, hija o hijo, sino una persona que estará pendiente a que
te descuides, para hacerte la suya.
Y eso es muy duro.
Naturalmente hablo de una experiencia muy concreta,
la de Nemesio. Como dicen los prospectos de los fármacos, no deben compartirse
con alguien, aunque tenga síntomas aparentemente semejantes.
En este sentido, no es prudente que nadie se aplique
el cuento de lo que digo aquí, porque es una apreciación de mentes alteradas,
probablemente vistas a través de otra mente, quizás también alterada.
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