domingo, 21 de septiembre de 2025

Convivir con la locura.

 

El otro día me comentaba Nemesio, ya te he hablado de él en este blog, cuán difícil es convivir con dos personas que tienen problemas psiquiátricos, aunque sean leves o no graves. Es muy difícil pero no imposible.

Hay muchos tipos de problemas psiquiátricos.

Solo una enciclopedia podría hablar de ello, pero no se trata de ser enciclopédico, sino de ser práctico y conciso.

Por eso lo primero que hay que hacer es conseguir un buen diagnóstico de las personas con problemas con las que convives.

Nemesio me contaba que convivió 20 años con una mujer esquizofrénica con diagnóstico de depresiva; un desastre que determinó toda su vida.

El primer requisito para intentar mantener una relación no caótica con personas con problemas psiquiátricos, es estar dispuesto a ser pisoteado y ninguneado, hasta un límite razonable.

La persona con un problema psiquiátrico ha de tener siempre razón, es intransigente y muchas veces violenta si no se le da. Si no te pliegas a sus deseos, entra en un proceso de violencia que puede acabar mal, pues no tiene conciencia del límite.

Como los borrachos o las personas sin conciencia de realidad, no admiten de ninguna manera estar enfermos o sufrir una condición, aunque se lo diga un profesional.

Al profesional pueden llegar a hacerle caso, pero siempre dirán que es un inepto y un imbécil que no sabe lo que está diciendo.

Si hay la suerte, de que la persona es cobarde, acabará acatando las órdenes terapéuticas por miedo. Pero de no ser así, las cosas pueden ir mal.

Has de tener paciencia y perder el concepto de la autoestima, si quieres mantener paz en la casa.

Ahora bien, sin bajar la guardia ni dejar autonomía financiera al afectado, para evitar que te de sustos que pueden ser irreparables. Bueno, no hay nada irreparable, pero sí conflictivo, por lo menos a corto plazo.

Es como convivir con un fanático medicado.

Una secuela de esta convivencia, es que ya no tendrás esposa, esposo, hija o hijo, sino una persona que estará pendiente a que te descuides, para hacerte la suya.

Y eso es muy duro.

Naturalmente hablo de una experiencia muy concreta, la de Nemesio. Como dicen los prospectos de los fármacos, no deben compartirse con alguien, aunque tenga síntomas aparentemente semejantes.

En este sentido, no es prudente que nadie se aplique el cuento de lo que digo aquí, porque es una apreciación de mentes alteradas, probablemente vistas a través de otra mente, quizás también alterada.


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