El otro día estuve en una importante y veterana librería barcelonesa, que cierra sus puertas a finales de este mes de enero. No ha podido resistir la crisis económica y, especialmente, le ha sido definitivo el año que acaba de finalizar.
Hablando con la propietaria, una mujer de la progresía catalana, le comentaba - quizás para darle soporte moral y animarla a que no era ella la que fracasaba con el negocio, sino una fuerza mayor - que en España se lee poco. Es una intuición basada en la observación personal.
Las estadísticas son más optimistas, Pero no me las creo. Leo en un informe:
“El estudio de "Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2007" de la FGEE destaca que la media de libros leídos al año fue de 8,6 y la lectura de 5,8 horas semanales entre los lectores frecuentes. Madrid mantiene su liderazgo en el índice de lectura y Extremadura ocupa el último puesto. Otras seis Comunidades Autónomas superan la media española: Cataluña, Canarias, Asturias, Aragón, País Vasco y Baleares. El perfil del lector español se consolida como mujer, universitaria y joven que prefiere la novela, lee en castellano y en casa, por entretenimiento”.
Si se leyera una media de 5,8 horas a la semana (¡cerca de una hora al día!), al mes se dedicarían a la lectura 23,2 horas, y son esas muchas horas para leer sólo 8,6 libros al año; es decir, o se lee o se leen más libros. O se computa como “lectura”, el tiempo dedicado a los diarios deportivos y revistas del corazón.
En el caso catalán, no sé en los otros, la administración es una gran almacenadora de ediciones en lengua catalana, que ha subvencionado. Miles de libros que se contabilizan como editados, pero que nunca serán leídos por nadie.
Creo que la gente no es sincera en sus respuestas, pues les da vergüenza reconocer que no leen.
En última instancia, el argumento definitivo es que en Barcelona, desde hace unos pocos años, van cerrando las librerías “de siempre”, lo que no ocurriría si se vendieran esos presuntos casi nueve millones de libros que nos toca leer, al año, a los barceloneses.
A lo que iba. Consolando a la librera con esa crisis de lectura, me dice la señora que no, ¡que en Cataluña se lee mucho!
¿Serán recalcitrantes? ¿Es que ni la lacerante evidencia de que su modo de vida se viene abajo, puede hacer ver la realidad a un progre catalán? Las librerías se cierran en Barcelona porque el catalán, como el sevillano, no lee. Porque la cultura y el español están, hoy, reñidos, como queda en evidencia por la realidad social; el gobierno ha hundido la Nación y la población cada día pasa más penurias, pero sigue votando mayoritariamente a quien forja su miseria. Como la librera, que rodeada de montones de libros en saldo, que ni aún así vende, hace más caso de las estadísticas de la Generalidad que de la evidencia de su triste realidad.