jueves, 14 de enero de 2010

Una reacción extraña

Llevo días rumiando la virulenta reacción de esas minorías nacionalistas, vasca y catalana, que han saltado a degüello contra monseñor Munilla, nuevo obispo de la diócesis de San Sebastián (España). Hasta un grumo de homosexuales y lesbianas se manifestó en San Sebastián contra el nombramiento.

El sentido común nos dice que si esas personas, que odian a sus semejantes y consecuentemente a la Iglesia Católica, arremeten visceralmente contra monseñor Munilla, es que se trata de un buen monseñor.

No hay proporción entre un acto interno de la Iglesia Católica y esa desmedida reacción de gente no católica. Por eso entiendo, que esas reacciones no son desde dentro, sino instigadas por intereses de alguien que ve perjudicado su trabajo de descristianización de esos territorios.

El odio que rezuma esa cínica minoría contra monseñor Munilla, también me hace pensar, ¿hasta dónde será capaz de llegar? Porque, me parece que nos lo muestra la historia, la cobarde maraña nacionalista es la voz de su amo y la mano que inspira al sicario.