Antes que nada una previa, paciente lector. Circunstancias me impiden escribir en este blog, con la asiduidad que quisiera.
Sé que son importantes la regularidad y frecuencia para conservar a los lectores, pero como ya he observado aquí en un par de ocasiones, no escribo para hacer grumo. Por otra parte, salvo excepciones, mis escritos no son sobre temas de actualidad, por lo que su lectura no requiere una fecha. No puedo ser regular, por lo que si hay algún lector asiduo, encomio su paciencia. Fin de la previa.
Como a muchos, creyentes o no, me fastidia el ataque feroz e injusto que está sufriendo la Iglesia Católica. No es un ataque de la gente, del pueblo, sino un ataque de los poderes fácticos que, a través de los medios de comunicación, intentan movilizar a la población que, hasta la fecha, aguanta creo que con un cierto desconcierto, esa apisonadora mediática.
Hace unos años se intentó destruir a la Iglesia Católica con un asunto de fianzas. Se aprovechó una estafa sonada – he escrito aquí sobre ello – para estigmatizar a toda la Iglesia de ladrona y estafadora. A pesar de que los medios ocultaron la reacción de la Iglesia, que fue motu proprio indemnizar a los afectados – nadie indemniza a nadie si no hay sentencia judicial – hoy es tema superado porque la realidad se impone a la ficción; en la Iglesia puede haber estafadores, pero la Iglesia Católica, como institución, es ejemplo de caridad y desinterés. No es una opinión, es un frío dato.
El nuevo motivo de ataque a la Iglesia por parte de esos recalcitrantes poderes fácticos, es el sexo. No se pudo primero con el divorcio, ni luego con el preservativo, pero parece que la pederastia es una mina.
La pederastia es para mí una abyección. Y probablemente lo sea para Vd., lector. Pero parece no serlo para los poderes fácticos que la esgrimen contra la Iglesia, por lo menos en España. Ese debe ser un primer toque de atención sobre la demagogia que encierra ese nuevo ataque contra la Iglesia Católica.
No entraré en demasiados detalles sobre la filiación de los poderes fácticos. En España, desde el grupo socialista y desde el gobierno socialista, animan a la masturbación, a la búsqueda de experiencias sexuales de cualquier índole y al aborto, a adolescentes de doce años, (“…Se fija la edad de 16 años para tener "autonomía de decisión" [para abortar]. Entre los 12 y los 16 años se "oirá" al menor pero se exigirá el consentimiento de padres o tutores”. www.elpais.com, 12 de febrero de 2009; “Un niño de 9 años le dice a su madre: ‘un niño me dijo que es malo masturbarse’. La madre [el padre o el progenitor en las parejas homosexuales] le dice que eso no es verdad, que muchas personas se masturban sin hacerse daño ni hacer daño a nadie. Le cuenta que ella también se toca la vulva de vez en cuando y siente placer cuando lo hace.” La educación sexual de niñas y niños de 6 a 12 años, p. 76. Gobierno de España Ministerio de Educación; “El contacto físico, cuando es querido y aceptado, crea complicidad y facilita el camino para hablar sobre cosas íntimas. Frotar la espalda, sentar al niño o a la niña [a partir de los dos años] en nuestras rodillas, o cualquier otro tipo de acercamiento, puede facilitar que él o ella cuenten sus sensaciones y nos manifiesten sus dudas o curiosidades amorosas y sexuales.” La educación sexual de la primera infancia. Gobierno de España. Ministerio de Educación, p. 57; “A veces querrán compartir las sensaciones que esta práctica les produce. En ocasiones, cuando ya son un poco mayores, nombran esa sensación, diciendo, por ejemplo: “Mamá [papá, o lo que se tercie en las parejas de homosexuales], qué cosquillas me hago (en la vulva) y qué rico es”. Esto no es problemático y es signo de que confían en sus educadores o educadoras, y que sienten seguridad en su propio cuerpo." La educación sexual de la primera infancia. Gobierno de España. Ministerio de Educación, p 88). En Suiza, el gobierno ha decidido poner en circulación preservativos para niños de 12 años (www.elmundo.es, 4 de marzo de 2010). También hace años, se ocultó desde el gobierno socialista español, la cabeza del iceberg de un asunto de prostitución infantil que disfrutaban “personalidades” de la zahúrda de la “progresía” que el socialismo incrustó en la sociedad española.
Esta es la moral del acusador de pederastia a la Iglesia Católica.
Pero volvamos al asunto. La podredumbre del acusador no exime del pecado al acusado. Y en la Iglesia Católica hay pederastas, creo que proporcionalmente muchísimos menos que en la sociedad en general, y ridículamente menos que en el ambiente del socialismo “progre” acusador. Pero hay un matiz que el lenguaje deja muy claro; en la Iglesia hay pederastas, pero la moral de la Iglesia no es pederasta. La Iglesia no puede evitar que en su seno, individualidades desquiciadas, actúen en contra de todos los valores de la Institución y traicionen su cometido. Es un pecado personal, no un pecado de la Iglesia que, al contrario del poder terrenal que la ataca, ni insta a los adolescentes a la práctica irracional del sexo ni ve divertida y comprensiva, cómo sus miembros van de machitos a practicar pederastia homosexual a burdeles donde se explotan a menores.
Creo que el excesivo pudor de la Iglesia, le ha inducido al error de ocultar esos pecados y simplemente desterrar al pecador. A veces, ni eso, cuando el delito no trascendía a instancias superiores. Pero evidentemente, y a toro pasado, se manejó mal la solución del problema.
Pero los errores tienen solución, y Benedicto XVI ha sido claro; los miembros de la Iglesia, conocedores de semejantes situaciones, deben denunciarlas a la justicia civil. Y también la Iglesia será más estricta y rigurosa en la formación y elección de sus miembros. Y también, nuevamente, motu proprio, indemniza a las víctimas, sin necesidad de sentencia judicial, lo que supone un gesto atípico de nobleza, pues sin la culpa, asume la responsabilidad del pecado de algunos de sus miembros. ¿No es ese un gesto de coherencia con su Fundador, que murió en la cruz por purgar pecados que no había cometido?
Los poderes fácticos que atacan a la Iglesia, le están haciendo un favor. Sin saberlo y sin desearlo, están haciendo el papel del segador que aventa la siega para separar la paja del grano. Incluso más, porque la porquería que la Iglesia tenía incrustada, precisaba de una limpieza en seco, pues le detergente doméstico no había dado resultado.
Esa limpieza radical podría haber estropeado el tejido, pero para desgracia de “los malos” - por eso su odio hacia el personaje - Benedicto XVI ha evitado que la prenda se resienta; si la discreción y el distanciamiento discreto de los pederastas no dio resultado, ahora se hará público su pecado y se pondrán en manos de la justicia civil.
¿Y hay quien pretende que la Iglesia es oscurantista y que no se adapta a los tiempos? ¡Ca!