El próximo julio hará tres años, que escribía aquí sobre una
sonrisa (http://porsupropiopeso.blogspot.com.es/2010/07/una-sonrisa.html).
Para nuestro bien, todo lo humano es perecedero. Es
imprescindible perecer para alcanzar la plenitud, para bien o para mal.
La protagonista de aquella sonrisa acaba de alcanzar su
plenitud. Nuestro egoísmo nos hace entristecernos, pero lo que nos perfecciona
es superar esa tristeza para alegrarnos de que alguien a quien apreciamos,
admiramos o amamos, haya pasado a una vida plena. No es fácil, pero la vida nos
da más de una ocasión para practicar esa virtud.
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