sábado, 9 de febrero de 2013

Rajoy, sus rentas y el lobo feroz.



Cuando escribo crítica social, opino sobre la acción pública de personas, nunca se me ocurriría tratar de cuestiones privadas de esas mismas personas. Es por eso de ver  la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, cita bíblica que Saenz de Buruaga, presentador de las mañanas de la COPE, asignó al “refranero” ¡menudos los periodistas y su cultura general!

A lo que iba. Rajoy ha presentado su declaración de renta y a los socialistas les ha parecido poco. A mí también, pero por distintas razones.

Una razón muy importante es la nula autoridad moral de los socialistas para que les parezca bien o mal nada de lo que diga o haga Rajoy. Me dirá usted, lector “¡pero están en la oposición y lo han de hacer!”. Si me dice eso, lector, le diré que está usted equivocado. El cargo no anula la legitimidad moral; los socialistas que están en la oposición, protagonistas de una corrupción sistemática e institucionalizada, deberían haber dimitido en su día y haber dejado paso a gente sin tara pública y sería esa gente nueva la que tendría legitimidad para opinar sobre las decisiones de Rajoy.

Cuando Jesús instó a que tirara la primera piedra el que estuviera libre de pecado, de entre aquellos que querían lapidar a la adúltera, nadie se atrevió a hacerlo. Eran una multitud malintencionada de personas dispuestas a matar. Nadie tiró una piedra. Si hubiera sido una turba instigada por los socialistas, habrían hecho un desastre. ¡Y mira que aquellos eran malos!

Pero es que, además, esta situación me trae a la cabeza una fábula que creo ya he contado en este sitio; la oveja bebe en el río, corriente abajo del lobo. Y el lobo le dice:

- “¡Te voy a comer porque con tus babas manchas mi agua!”.
- “Pero tu estás aguas arriba, eso no puede ser”, le dice la oveja resignada. El lobo, fastidiado por la evidencia, insiste:
- “¡Te voy a comer porque con tus patas levantas barro y manchas mi agua!”.
- “Pero tu estás aguas arriba, eso no puede ser”, insiste la oveja. Y ante la evidencia, el lobo salta sobre ella y se la come, harto de tanto trámite.

Rajoy, toma nota, nada es suficiente para el lobo feroz y malvado cuando lo único que busca es calentarse la barriga al precio que sea, y por mucha hambre de oveja que tuviera el lobo feroz nunca será comparable a la sed perversa de poder de los insaciables socialistas.

Esos, son los socialistas. Pero yo soy Pepe y no tengo esa traba moral, pues no soy un corrupto, por ahora ni presunto. Y te pregunto, Rajoy, ¿Qué pretendes con  ese gesto? Si tus bienes ya los tienes declarados como obligación al tomar el cargo, ¿qué otra cosa puede mostrar la declaración de tu renta? Solo alimentar el cotilleo de verduleras, porque si no estuviera cuadrada, Hacienda te habría dado un coscorrón en el coco y la habrías tenido que repetir hasta que te cuadrase. A mí no me deja cuadrarla de nuevo, y en lugar de un coscorrón me pone una multa leonina, pero eso es otra cuestión.

Dice un tertuliano muy veterano, un personaje de esos que siempre flotan, que los políticos nos tenéis por idiotas y que por eso os comportáis así. Creo que tiene razón en la afirmación, no en que luego haga populismo pretendiendo que la gente no es idiota.

Al escribir esto aquí, me redimo de esa culpa; los españoles son idiotas, o bobos, o imbéciles o, de no ser nada de eso, malas personas. Yo soy español, pero no soy ni lerdo ni malo, soy un español acogotado.

Ya no hay ocasión de apelar al mal menor. Esto está roto. La crisis es el pus que supura por la herida pestilente; limpiar esa supuración no basta. La infección está dentro, es profunda y no tiene cura sin cirujano.

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