“A los nacionalistas
catalanes les sale el tiro por la culata cuando han preguntado a la ministra
Ana Pastor las "graves deficiencias" de los trenes de media
distancia, que dependen de la Comunidad Autónoma.”
Cuando era chico, me encantaban las historias del Pato
Donald, sus sobrinos, el tío Gilito y los Golfos Apandadores.
Han pasado los años y se me ha despertado la nostalgia al
leer la noticia que encabeza este comentario.
Llevamos meses viendo cómo los oligarcas de los partidos
políticos se están tirando los trastos a la cabeza por ajustes de poder entre
ellos, mientras un coro de jueces y fiscales cantan La Traviata al son que les
tocan. Todos apelan a la justicia, a la presunción de inocencia, al
contradictorio “yo no, pero tú más”, ¡a la prescripción!…
Y aguantamos, porque no hay más remedio.
Pero episodios como el que leemos arriba nos dejan claro que
esa casta de más que presuntos ladrones es, además, una casta de incompetentes.
Literalmente, incompetentes, pues no conocen sus competencias.
Así va España. La oligarquía ocupa tanto tiempo en robar presuntamente,
que no sabe ni cuál es el cometido de su cargo. Total, ¿para qué?, ¡si han
falsificado en su currículo hasta el certificado de bachillerato! Eso sí, que
los homosexuales se casen y que las adolescentes aborten a su aire. ¡Que lujo de cortinas de humo! De eso sí que entienden nuestros Golfos Apandadotes.
Ten por cierto, lector, que la crisis lo es de valores,
exclusivamente de valores. Dicen que el canciller alemán Otto von Bismarck,
allá en el s. XIX, comentaba que España era la nación más rica del mundo, pues
llevaba cuatro siglos arruinándose y todavía no había tocado fondo.
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