El pobre Rajoy no se entera. Ni se entera la oposición ni,
en general, nuestro parlamento decadente: La solución a la crisis no es una
cuestión de medidas económicas, es una cuestión de cambio de valores. Las
medidas económicas deben ser una consecuencia de los nuevos valores.
Porque un alma sucia solo genera medidas sucias. Mira,
lector, el libro que ha sido guía de todo lo bueno de Occidente y que han leído
e intentado seguir prácticamente todos los creadores de nuestra civilización,
lo expresa bien claro refiriéndose a los falsos profetas - que incluye a toda
esa retahíla de políticos que hablan con palabras tan dulces y actúan con obras
tan turbias – “por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7.16).
¿Cómo va a engendrar una buena obra una mala persona? ¿Y no
es mala persona, “falso profeta”, quien nos habla constantemente de nuestro
bien y sólo actúa para darnos el mal?
Rajoy quiere que salgamos de la crisis “apretándonos el
cinturón” y diseña sus medidas, las que puede generar su mente y las de su
equipo. Rajoy y los suyos creen que debemos apretarnos el cinturón. Para ello
aplica medidas que son ¿buenas o malas? Analicemos los frutos y veremos si esas
medidas que se han aplicado proceden de un alma justa o no, de unos hombres
buenos o de unos falsos profetas:
¿A quienes obligan a apretarse el cinturón las medidas del Partido
Popular…?
¿A los sindicatos, más que presuntos extorsionadores
de millones de euros de fondos europeos destinados a los parados andaluces? No,
esos – los sindicatos - siguen subvencionados.
¿A los partidos políticos que han llevado
directamente a España a la ruina, a la desintegración y a la explotación del
débil (socialistas y nacionalistas) o que
han colaborado por omisión con ellos (la derecha)? No, esos – los partidos - siguen
subvencionados.
¿A los intelectualoides de la izquierda, que han
sembrado la basura del ejemplo de sus vidas, a una población débil
intelectualmente? No, esos siguen subvencionados.
¿A los millonarios, que lo son a costa del esfuerzo
mal pagado de sus obreros o de la confianza de los que les rodean? No, esos
pueden blanquear su dinero con amnistías fiscales y mantenerlo en sociedades de
tributación favorable.
¿A los bancos, que durante décadas han
rebañado los ahorros de los más débiles o confiados, utilizando malas prácticas
y, en ocasiones, incluso la estafa? No, esos tienen inmunidad en sus
actuaciones financieras, porque quien hacen las leyes les deben dinero y
esperan más de ellos.
¿A los ludópatras ricos, snobs ociosos? No,
porque esos pueden desgravar de sus impuestos sus pérdidas en los casinos, lo
que no puede hacer el obrero atrapado en las infectas máquinas de juego de los
establecimientos públicos…
¿A los parados? Sí, porque se les reducen o acaban
sus prestaciones.
¿A las familias numerosas? Sí, porque carecen de incentivos y se les aumenta la
presión fiscal.
¿A los buenos trabajadores? Sí, porque han de
malvender su mano de obra.
¿A los buenos empresarios? Sí, porque no repercuten
sus impuestos y la disminución de sus márgenes en el salario de sus obreros.
¿A los enfermos con pocos recursos, a los indigentes,
a los ancianos, a los tullidos,…? Sí, porque para ellos son los
recortes de los impuestos del estado…
Para mí está claro, querido lector, que los frutos de las
medidas del gobierno son malos frutos. “Por sus frutos los conoceréis”.
Huelgan más comentarios.
Y entonces, ¿Qué se debe hacer?
El propio Jesús de Nazaret nos lo dice un poco antes en el
mismo discurso del “Por sus frutos los conoceréis”: “…Haced vosotros
con los demás hombres todo lo que deseáis hagan ellos con vosotros” (Mt.
7.12). Más claro, agua. Esos son los valores que dan buenas obras.
Por cierto, acabo de leer que se confirma documentalmente
que “La Pasionaria”, la “sanguinaria líder de la izquierda española”
durante la Guerra Civil, murió tras confesar y comulgar con un cura católico.
No te fíes, lector, de los cantos de sirena de la izquierda, radical o no; el
ateísmo es una falacia que pretende anular la libertad del hombre ahogándolo en
sus miserias, por eso la Iglesia Católica está tan perseguida por quienes
quieren utilizar al hombre en su provecho, porque al margen de la calidad
humana de muchos de sus seguidos, la Iglesia defiende la Verdad y la Verdad nos
hace libres y un hombre libre es indomable.
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