Me hago muchas preguntas sobre eso del acoso a personas,
para condicionar su decisión. Pero lo que, en un primer golpe de vista, es que
a políticos y periodistas les parece mal y que a la extrema izquierda le parece
bien.
Ya es un dato. A unos malos les parece mal y a otros malos
les parece bien. Podría decirse que entre sinvergüenzas anda el juego. Pero
aquí hay más chicha. Analicémosla.
Hoy, en España, esta moda del acoso físico se está
refiriendo en primer lugar a los desahucios y en segundo lugar al asunto de las
inversiones en preferentes, ambos asuntos en los que, sin ninguna duda y a
pesar de políticos, banqueros y mucha prensa, los “malos” son los bancos. Hay
mil matices, pero dejando esos flecos de forma, el asunto de fondo, en ambos
casos, es un abuso descarado de la banca, creo que una situación de estafa
continuada, apoyada en la complicidad del gobierno (primero socialista y luego
de la derecha) y en el silencio de la prensa.
Esta situación injusta que lleva a la pobreza y al dolor a
miles de personas honradas, no tenía visos de arreglarse de ninguna manera,
porque todo el poder estaba de una parte. Siendo así la realidad ¿es legítimo
recurrir a la violencia para abatir al tirano? La pregunta está más que
contestada en la teoría de la ciencia política y es evidente que la respuesta
es sí. No me extrapole el lector esto al caso de la ETA, por ejemplo, pues esa
organización es una minoría violenta que quiere ejercer su control injusto con
argumentos falsos, sobre una mayoría pacífica que defiende lo contrario con
argumentos ciertos, junto a un poder en el que están representados.
Volvamos a lo nuestro. Creo que es lícito aplicar la violencia
necesaria para torcer la voluntad delictiva de los bancos y de sus cómplices,
cuando no hay más vía. Ahora bien, ¿quién y como se ejerce ese violencia?
Porque tras años de injusticia y de silencio, aparece ahora
como líder una mujer, Ada Colau, que estuvo calladita mientras el poder lo
ejercía el socialismo, que a la vez subvencionaba de forma millonaria a esa
mujer. Es decir, mientras que antes y ahora había injusticia, antes mandaba la
izquierda y ahora la derecha, por lo que la mujer Colau y sus compinches luchan
contra la injusticia de la derecha, no contra la injusticia de la izquierda, que
además tenía en nómina sus intereses. Esa tal Colau es pues una mercenaria del
socialismo ladrón, y una luchadora, imagino que a sueldo, sólo contra la
derecha ladrona. ¡Menuda líder!... un títere más en este teatro de horror.
La tal Colau no está legitimada para ejercer esa violencia
acosadora, ni nadie que, conociendo la situación, hubiera estado callado,
pudiendo no estarlo, cuando el que ayudaba a la estafa era el socialismo en
lugar de la derecha.
Y siguiendo con esto, claro que está bien acosar a los
parlamentarios del PP, cómplices al seguir en su cargo a estas alturas. Pero ¿quien
acosa a Botín, no cómplice de la estafa sino estafador de alcurnia?; ¿y a
Zapatero?, que tengo por descerebrado, lo que no le quita culpa; ¿y a Rubalcaba,
el cínico cobarde, Rasputín de vía estrecha, urdidor de males para el pueblo en
beneficio de sus miserias?; ¿y al ministro del interior del vacuo Rajoy,
acosador del pueblo a través de sus mercenarios policiales?; ¿y a los policías
que esgrimen obediencia frente a órdenes injustas?; ¿y al rey, el gran heredero
y exento fiscal, que encabeza la comitiva?; ¿y quién acosa a los jueces,
verdadera lepra de la democracia española?...
Los malos de la izquierda están utilizando al pueblo, al que
desprecian, para ajustar sus cuentas con los malos de la derecha. Que turbio se
pone todo cuando los líderes no son locos normales como Stalin, Hitler o Atila,
sino uniformados con mandil que desde logias con olor a naftalina, juegan a
ingeniería social, con más vicio que criterio, para intentar dar un toque
“glamuroso” a lo que toda la vida se ha conocido como explotación del pueblo.
También a esos habría que acosar, pero es que esos son secretos, porque los que
vemos son los tontos útiles.
En definitiva, “caña al mono”, eso sí, “sin acritud”, como
decía el gran ladrón, y de forma proporcionada al mal y, desde luego, sin
reservas de “este no, que es de los míos”. Decía esta mañana un tonto en una
tertulia radiofónica “es que el fin no justifica los medios”… ¡Memo!, ¿a que
viene eso aquí? ¿No se acosan a etarras para impedir que sigan matando? ¿Por qué
no se van a acosar a los poderes para impedir que sigan robando impunemente,
cuando todos los demás cauces se han visto inútiles?
¿Qué la dación en pago perjudicaría a la banca? ¡Pues claro,
como las alarmas perjudican a los ladrones!, ¿y qué?
¿Qué no darían más créditos? ¿De cuales, de los leoninos?,
¡pues ya está bien! Que los den de los buenos, ¿o esos son incompatibles con la
banca española? Y si la banca no da créditos, ¿para qué queremos la banca, si
esa es su función? Porque la banca, hasta la fecha, la sido la muñidora del
pueblo para canalizar el fruto de su trabajo – el que no recaudaban los
impuestos - al estamento del poder, que luego lo ha distribuido en subvenciones
a sus amigos, a sindicatos y a la prensa, todo pagado por el trabajador.
¡Y ahora nos decís, panda de acosadores, que el acoso está
feo! Los feos sois vosotros.
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