lunes, 26 de abril de 2021

El matrimonio es cosa de dos.

 

Durante un tiempo, en mi madurez, atendía las opiniones de quien consideraba un maestro sabio de moral íntegra que era un ejemplo de vida.

Era muy deportista y me comentaba que su deporte favorito era el ciclismo, pues no se necesitaba a nadie para practicarlo.

Cuando me decía esto recordaba a mis compañeros de oficina, que practicaban el tenis y que siempre estaban negociando cuando quedar para jugar un partido.

Y ni qué decir tiene el tiempo en que jugué al balón bolea; ¡necesitábamos coordinarnos ocho personas…! en los meses que practiqué ese deporte jugamos contadas las veces con los equipos completos.

El gran problema del matrimonio es que se necesita a otra persona.

Si eres un lector banal pensarás que esa es la gracia de la pareja.

Pero si eres un lector avezado entenderás que en lo espiritual encontrar la pareja adecuada es una lotería.

En el aspecto físico, parece más evidente la necesidad de una pareja.

Pero si piensas un poco verás que a lago plazo, resulta más seguro, rentable, y estable, tomarte un  Diazepán cuando el cuerpo te pida guerra.

Porque es prácticamente imposible encontrar a una persona con tus mismos valores y deseos, con la que te valga la pena compartir una vida rica plena.

Dos personas son dos mundos, con sus peculiaridades en los valores, aunque sean los mismos. Es decir, aunque compartan valores trascendentes, suele ser distinta la disposición de cada uno a seguirlos, el cómo hacerlo y hasta dónde.

Y luego, hemos de ponderar el paso del tiempo, con la evolución personal al asimilar de forma distinta la vida, lo que es algo natural.

¿Y los hijos?; un nuevo planteamiento en la enseñanza de valores cuando los de los padres ya están deteriorados.

Una buena referencia de esto es el santoral de la Iglesia Católica, defensora a ultranza de la familia tradicional.

¿Cuántos santos estuvieron casados?

De miles quizás unas pocas decenas. No lo sé, no los he contado, quizás en Internet encuentres la respuesta, pero muy pocos. No por nada, la Iglesia aboga por el celibato entre sus consagrados.

Hay que estar preparado para el matrimonio, pero preparado no de dispuesto, sino de “papá preparado. Prepárate tú”. *

 

* Me preguntan que qué significa esto. Creí que todos conocían la historia: Un joven que cursa estudios en provincias, al final del curso envía un telegrama a su madre que dice;”dice; "mamá stop suspendidas todas las asignaturas stop prepara a papá”. Al poco, su madre le contesta con otro que reza; “papá preparado stop prepárate tú”.


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