Este mediodía, he entrado en el blog y me he encontrado de sopetón la entrada “Pecado contra el Espíritu Santo”.
Y he
pensado
Menudo
meapilas debe de ser el autor de este blog.
Pero
enseguida me he dado cuenta de qué era mi blog. ¡Anda si es mi blog!
Si
yo me veo así, ¿cómo me verán los que no soy yo? Sin duda como un meapilas.
Pues
se equivocarán.
Soy
un caucásico de cultura occidental basada en valores griegos, romanos y judeo
cristianos.
Y
como no soy un borrico, quiero conocer mis valores para ejercerlos a plena
conciencia. O para no ejercerlos.
El
cristianismo tiene muchas cosas resueltas, pero algunas las explica fatal.
Y yo,
como el empollón repelente de clase que siempre he sido, quiero entender lo que
me dicen. Hasta dónde se pueda entender.
Y de
este asunto del pecado contra el Espíritu Santo, huyen los profesionales
como de la peste.
Puedes
preguntarlo en el tono que quieras y como quieras, que la respuesta es siempre
evasiva y confusa.
Algo
así como cuando quieres que te hablen de la Confirmación, ese Sacramento del
que te cuentan historias y leyendas, pero en el que nadie se centra.
Ya
hablaré otro día de la Confirmación, si el cielo no me fulmina antes.
El
asunto que nos ocupa, me surgió escuchando la homilía de un cura culto, que, tratando
de otro tema, dijo unas palabras que me encendieron la luz sobre éste.
Y
quise compartir mi chispazo.
Por
eso me metí en el berenjenal y escribí lo que escribí.
Mañana
hablaré del gobierno.
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