Cartujo. |
Efectivamente
el mundo va de mal el peor. Cada día vemos más injusticias y lo que es peor,
vemos que la sociedad se ha hecho a la injusticia y no reacciona.
Pero
eso no debe causarte desasosiego, porque tienes en tu mano el arma más poderosa
contra la injusticia; la oración.
Reza
siempre.
A
cualquier hora.
En
cualquier momento.
Dios
es tu amigo y siempre está accesible.
No
es necesario que sepas oraciones. Improvisa.
Cuando
hablas con un amigo, no utilizas un lenguaje prefijado. Le dices lo que te sale
del corazón.
Dios
es tu amigo, háblale con el corazón y cuéntale tus cuitas, entre ellas tu
inquietud por el devenir del mundo.
Cuando
Dios creó el mundo, ya sabía lo que iba a pasar y sabía que tú estarías
inquieto por la injusticia que ves que ocurre a tu alrededor.
A Él
nada le sorprende.
Pídele
que remedie la injusticia y que atienda al débil. Lo está esperando de ti.
Verás
que te escucha. Cuanto más insistente seas en tu oración, con más motivo te
atenderá.
Te
sorprenderá ver el efecto de tu oración.
No tiene límites.
Si no tienes otras obligaciones, si puedes, si verdaderamente
quieres dedicar tu vida a acabar con la injusticia en el mundo, ingresa en una
orden contemplativa y dedica tu vida a pedir a Dios que acabe con la iniquidad.
La
oración es más fuerte que un ejército.
Por
eso no ha sucumbido todavía el mundo al caos en el que vive.
Porque
muchas personas de corazón puro, rezan porque eso no ocurra.
Y
Dios escucha.
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