Como ya sabéis, porque lo he comentado aquí, he dejado de leer diariamente las noticias, para ser más feliz.
Y lo soy.
Los desastres siguen pasando, pero como dice el
sabio refrán español; ojos que no ven, corazón que no siente.
Una vez había una mujer, de talante liberal, que le
decía a su pareja; ves con quien quieras, pero no me lo cuentes.
No es nada edificante, pero a corto plazo te deja
vivir en paz.
Lo mismo con las noticias.
Pero ahora me doy cuenta de que no es suficiente.
Me he puesto a leer un libro de historia de la
religión, escrito por un autor consagrado.
Y no hago más que encontrarle pifias.
Pero no errores históricos, que no soy nadie para
corregirle, sino contradicciones en su propio relato histórico.
Y para eso no hay que ser nadie, sino simplemente
hay que saber leer.
Hace muchos años, alguien me contó que para no tener
problemas en una conversación, había que omitir los temas de política, mujeres y
religión.
Me atrevería a añadir el fútbol.
No me trae el fútbol, no me atraen las mujeres ni
sus sucedáneos y ya he dejado la política como tema de interés.
Está claro que me falta dejar la religión.
No quiero decir hacerme masón o algo parecido, sino
obviar de mi interés todo aquello relacionado con el mundo trascendente.
Tampoco digo hacerme ateo, lo que es una soberana
tontería sino no dar vueltas algo que, por definición es incomprensible y no
cabe en mi cabeza.
Ni en mi cabeza ni en la de mi vecino del quinto
cuarta, que es ingeniero de caminos.
Siempre he creído, que el conocimiento es una meta a
alcanzar en cualquiera de sus grados.
Pero cuando buscas el conocimiento a través de un
maestro, acabas descubriendo lo que me dijo una persona próxima, hace ya muchos
años; acabas teniendo los errores del maestro y los tuyos.
Por eso la única forma de que el conocimiento no sea
un caos, es adquirirlo de primera mano, a través de un poco de estudio y de
mucha meditación.
Y allí donde no llegas a ninguna conclusión, dejarlo
estar porque probablemente no exista conclusión.
Ya no leo no digo noticias voy dejando el estudio...
Pronto seré un verdadero cenutrio o un hombre feliz.
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