A estas alturas de mi vida, ya no estoy por
fanatismos, ni por sumarme a ideas preconcebidas, especialmente cuando son
utópicas, infantiloides, criminales o disparatadas.
La forma torpe de expresar esto, sería decir, que me
da lo mismo cuatro que cuarenta.
En realidad, no es así, porque prefiero mi vida en
un buen ambiente, que en el caos.
Pero para mí, serían un buen ambiente o un caos, que
me durarían cuatro telediarios.
Sentado esto, digo que me parece que España, se está sumiendo en el
caos.
Puede opinarse algo distinto, pero por pocos dedos
de frente que tenga el opinador, si se atiene fríamente las cifras objetivas,
verá que la afirmación es correcta, entendiendo por caos la falta de orden y
armonía sociales.
Eso no debe extrañarnos, pues es común a todas en
las sociedades.
En las menos tecnológicas, cuando se acababa el
agua, se acababa la ciudad.
O cuando los malos eran más que los buenos, acababan
imponiéndose los malos.
Para bien o para mal, estamos en un fin de ciclo.
El ciclo que empezó en España tras la guerra civil española y que acaba ahora. Bueno, acabó con el declive de Franco.
¿Cuál es la primera conclusión?
Que eso no es bueno ni malo, sino que es fruto de la
misma sociedad.
Una sociedad corrompida no sirve para nada, por lo
que lo mejor es que desaparezca.
Eso duele. Sí, pero es lo natural.
Las cosas malas hay que tirarlas o si se puede, regenerarlas.
Recuerdo cuando se inició este proceso.
Fue con Felipe González, que impuso en España la política del pelotazo: Hacer dinero a espuertas, sin trabajar.
La izquierda erradicó la moral de la sociedad, de una sociedad que no entendía lo que pasaba.
Luego, el siglo XX ha sido el siglo de la expansión del
comunismo y sus franquicias.
Cualquiera que sepa leer, verá que esa expansión ha sido a costa de más de ciento cincuenta millones seres humanos masacrados por esas ideologías.
Y a costa de una corrupción impune, de la que la historia no
tiene precedentes.
En eso estamos, con la complacencia implícita de
muchos españoles.
Si eso es lo que quiere una sociedad, por aberrante
que sea, ¿no tiene derecho a conseguirlo?
Sí. Claro.
Con sus consecuencias.
Ya vendrá otra que retome los valores. que han hecho
de la sociedad occidental lo que era hoy.
La historia es aséptica e inocente.
Los infectados y culpables, son sus protagonistas.
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