miércoles, 10 de julio de 2024

La decadencia de occidente, algo no necesariamente trágico.

 

A estas alturas de mi vida, ya no estoy por fanatismos, ni por sumarme a ideas preconcebidas, especialmente cuando son utópicas, infantiloides, criminales o disparatadas.

La forma torpe de expresar esto, sería decir, que me da lo mismo cuatro que cuarenta.

En realidad, no es así, porque prefiero mi vida en un buen ambiente, que en el caos.

Pero para mí, serían un buen ambiente o un caos, que me durarían cuatro telediarios.

Sentado esto, digo que me parece que España, se está sumiendo en el caos.

Puede opinarse algo distinto, pero por pocos dedos de frente que tenga el opinador, si se atiene fríamente las cifras objetivas, verá que la afirmación es correcta, entendiendo por caos la falta de orden y armonía sociales.

Eso no debe extrañarnos, pues es común a todas en las sociedades.

En las menos tecnológicas, cuando se acababa el agua, se acababa la ciudad.

O cuando los malos eran más que los buenos, acababan imponiéndose los malos.

Para bien o para mal, estamos en un fin de ciclo.

El ciclo que empezó en España tras la guerra civil española y que acaba ahora. Bueno, acabó con el declive de Franco.

¿Cuál es la primera conclusión?

Que eso no es bueno ni malo, sino que es fruto de la misma sociedad.

Una sociedad corrompida no sirve para nada, por lo que lo mejor es que desaparezca.

Eso duele. Sí, pero es lo natural.

Las cosas malas hay que tirarlas o si se puede, regenerarlas.

Recuerdo cuando se inició este proceso.

Fue con Felipe González, que impuso en España la política del pelotazo: Hacer dinero a espuertas, sin trabajar.

La izquierda erradicó la moral de la sociedad, de una sociedad que no entendía lo que pasaba.

Luego, el siglo XX ha sido el siglo de la expansión del comunismo y sus franquicias.

Cualquiera que sepa leer, verá que esa expansión ha sido a costa de más de ciento cincuenta millones seres humanos masacrados por esas ideologías.

Y a costa de una corrupción impune, de la que la historia no tiene precedentes.

En eso estamos, con la complacencia implícita de muchos españoles.

Si eso es lo que quiere una sociedad, por aberrante que sea, ¿no tiene derecho a conseguirlo?

Sí. Claro.

Con sus consecuencias.

Ya vendrá otra que retome los valores. que han hecho de la sociedad occidental lo que era hoy.

La historia es aséptica e inocente.

Los infectados y culpables, son sus protagonistas.



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