Pues resulta que no que en Francia no ganó la
derecha, sino la extrema izquierda.
Los tenía por gente inteligente.
Siempre es un consuelo que los gabachos se hundan en
la miseria.
Su historia es la del genocidio y la opresión.
Invadieron Rusia y fracasaron.
Invadieron España y fracasaron.
Se saciaron de sangre inocente con la Revolución
Francesa.
Envenenaron el mundo con su filosofía
pseudocientífica de ir por casa.
Organizaron la matanza reconocida por la historia, como el primer genocidio: El genocidio de La
Vendée.
A ver si ellos y su soberbia, se van por fin a hacer
puñetas.
Y su gran obra, el champagne, en cuatro días, lo ha superado el cava catalán y el extremeño.
Julio César les dio hasta en el carnet de identidad.
Y la única forma que tienen de ganarle, es recurrir a
un héroe drogadicto.
No saben reconocer al verdadero héroe, que es
Tintín, personaje creado por un magnífico autor belga, al que los gabachos
desprecian, precisamente por ser belga.
Porque ni como vecinos sirven los franceses, que
crían joroba de tanto mirarse al ombligo.
¡Por Tutatis a ver si se les cae el cielo
encima!
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