Lo que nuestra clase política nos ofrece en esta campaña electoral no es un circo, es una feria. Una feria rancia de mujeres barbudas – no es una alusión grosera al candidato centrista – fenómenos humanos, charlatanes, mercachifles… No podía ser menos conociendo a la empresa organizadora. No me sorprende el resultado, sí el tinglado, que supera mis expectativas.
Todos los medios han entrado en el juego presentándonos como los “debates del siglo”, la “campaña electoral más intensa” de la democracia, lo que es no es ni una riña entre chulos castizos, que se amagan sin darse, que se insultan, pero menos. El niño pijo frente al niño ñoño; el guapito mentiroso de papá rico que se ha hecho el jefecillo de la banda de mindundis, frente al empollón que encabeza al grupito de niños bien que lo único que saben de peleas callejeras es lo que han visto en el cine.
No vi este debate. Ni el anterior. No los vi a conciencia. Bueno… vi como dos minutos, salteados, no hacía falta más. Hoy he seguido los medios para ver el resultado y oír cortes “selectos”.
No me explico todas las filigranas críticas sobre ese líder ido de la izquierda. Cuando nos llevamos a la boca algo que nos repugna, lo escupimos y listo. La naturaleza, a través del instinto, nos dice que debemos actuar así para no arriesgar nuestra integridad física. Meternos en la boca algo de sabor repulsivo y paladearlo para matizar si es sólo una primera impresión, si luego se atenúa el asco… es de locos o enfermos.
Si empezamos a ver el debate de ayer y el “rojo feminista” nos dice que no hay crisis económica en España, que la inmigración no es un problema, que el terrorismo está en un puño, que el paro sube pero no es grave porque sube el empleo, que el ciudadano está feliz… ¿a qué seguir? ¿para qué poner en riesgo nuestra integridad intelectual “saboreando” las miserias de un visionario ignorante? Me resulta penoso ver a todos los medios, sin excepción, “analizando” un discurso que a un ser normal le haría simplemente sacárselo de la boca con cara de asco y tirarlo lejos. El comportamiento de la prensa denota un estado avanzado de enfermedad social. Veremos si los ciudadanos también padecen ese mal y el día nueve le dan una palmadita en la espalda al charlatán. Creo que no, pero no será un día feliz el que, aún perdiendo la intransigencia, millones de conciudadanos voten por ella.
“…¿No ves como ellos se los tragan, pareciéndoles muy plausibles y verdaderos? Y, bien examinados, no son otro que una confitada inmundicia de vicios y pecados: razones, no de estado, sino de establo. Parece que tiene candidez en sus labios, pureza en su lengua, y arroja fuego infernal que abrasa las costumbres y quema las repúblicas… Créeme que aquí todo es engaño; mejor sería desenredarnos presto dél.”
Baltasar Gracián. El Criticón.