sábado, 8 de marzo de 2008

Mañana

Ninguna elección es una elección más. Todas tienen su consecuencia.

Mañana nos jugamos algo poco importante. La economía. Si sólo fuera por eso, que gane Rodríguezapatero. Que se descomponga España en sus manos para que todos vean quién ha sido el disoluto. Que cuando todos pasen estrechezes él, y sus ministros, y sus artistas, bien cebados, les digan a los hambrientos “no hay crisis, es una desaceleración”.

Pero esa satisfacción es una muestra de egoísmo, pues si gana Rodríguezapatero la vida y la dignidad estarán sentenciadas. En los próximos cuatro años, millones de no nacidos y de ancianos estarán inermes frente a los carniceros de la izquierda, ávidos de sangre y riqueza. Y el delito quedará, seguro, sin castigo.

Para la verdadera fe, cimiento de la existencia, ninguna consecuencia negativa tiene lo que pase, pues al fin nada prevalecerá contra la Verdad y, en el devenir de los acontecimientos, la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. Pero no todos en nuestro pueblo tienen aferrada esa fe y por ello muchos sufren con zozobra o sin esperanza la situación de hoy en España y el desenlace de las elecciones de mañana.

La opción del PP no es buena, pero es la mejor dentro del realismo de nuestra actualidad social. En el PP hay buena gente próxima a la cúpula, que deberán intentar afirmar su fuerza si llegan al gobierno de la Nación. En la Europa de hoy ya no hay ni izquierdas ni derechas, hay represión o libertad. Votemos con utilidad por quien nos ofrece al día de hoy más garantías de libertad.

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