sábado, 22 de marzo de 2008

Santos inocentes

Esta tarde una amiga me preguntó sobre la veracidad de la degollación de los santos inocentes por orden de Herodes. Mi amiga no tenía presente que tal episodio esté citado en el Nuevo Testamento.

En otro artículo comenté antes de entrar en no recuerdo qué, que no era teólogo, observación que creí venía al caso por la naturaleza del tema a tratar en aquel escrito. Ahora, antes de entrar en el tema que nos ocupa, debo decir que no tengo especial autoridad en la interpretación de las Escrituras. Si me embarco en esta respuesta es más como lector atento de textos relacionados con la vida de Jesús, menos como actividad de profesional de la historia que ocupó parte de mi tiempo.

Sentada esta premisa, vamos pues al grano.

Poco o nada es seguro en la historia. Incluso los temas contemporáneos están plagados de incógnitas. ¿Qué no será un suceso acontecido hace dos mil años en un territorio marginal del Imperio? Sin embargo de esto al total relativismo hay un abismo.

La matanza de los santos inocentes por orden de Herodes está citada en el Evangelio de Mateo (Mt 2,16), en los siguientes términos; “Entonces Herodes, viéndose burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos, de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos”. El episodio no se cita en ningún otro texto bíblico ni en otro texto histórico conocido.

Para un creyente esa es cita suficiente. Para un historiador, esta es una cita histórica y por tanto un dato a tener en cuenta, y es un caso frecuente de acontecimiento que tan solo refiere un autor.

El episodio tiene a su favor que es perfectamente coherente con la historia de los primeros tiempos de la vida de Jesús. También tiene a su favor que es coherente con la personalidad de Herodes, un perturbado que no dudó en asesinar a su propia y ¡querida! familia. Además con su inclusión en el Evangelio, Mateo no aporta ningún beneficio añadido a la mayor gloria del protagonista Jesús.

No hay razón para cuestionar la historicidad del episodio de los santos inocentes, menos para un cristiano.

Las críticas que he leído sobre la veracidad del hecho son fundamentalmente dos. Una es que Mateo es el autor del Evangelio más judío de los cuatro, donde más referencias se hacen al Antiguo Testamento para justificar con las profecías a Jesús como Mesías. Así, Mateo en 2,16 inventa, dicen los críticos, un acontecimiento como la matanza de los inocentes, para poder citar (Mt 2, 17-18) la profecía de Jeremías (Jer 31,15); “Así dice Yavé: / Una voz se oye en Ramá, un lamento, amargo llanto. / Es Raquel que llora a sus hijos / y rehúsa consolarse por sus hijos, / pues ya no existen”. La crítica es desquiciada, pues la cita de Jeremías ciertamente ajusta un poco con calzador al episodio de los santos inocentes, y si Mateo hubiera querido demostrar algo, se habría inventado un hecho histórico más consonante.

La otra crítica sobre la falsedad del hecho histórico de la matanza de inocentes, se fundamenta en que no se cita en otro lugar y semejante matanza habría dejado algún rastro histórico, al menos en Flavio Josefo, biógrafo de Herodes. Por lo que se refiere a la primera parte de esta crítica podemos decir que verdaderamente sería incuestionable el grueso del asunto si tuviéramos quince citas de autores diversos, y sólo tenemos una. Pero son muchos los acontecimientos históricos en los que las citas son escasas o únicas y eso puede cuestionarlos, pero no hacerlos falsos si todo el contexto encaja y nada los contradice.

Por lo que refiere a la segunda parte de la crítica, el hecho de que semejante matanza no dejara rastro histórico, deja en evidencia al que la realiza, pues las consecuencias de la orden de Herodes no debieron trascender más que a los pueblos aledaños del escenario. Citando datos de G. Ricciotti (“Vida de Jesucristo”, Barcelona. 1957), si establecemos la población de Belén en la época del nacimiento de Jesús en unos 1000 habitantes, los niños nacidos al año debían ser unos 30, la mitad niñas. En dos años, que fue la orden de Herodes, debieron nacer unos 30 varones, que considerando la mortalidad al nacer, quizás quedaran en una veintena o menos. Cuando los soldados de Herodes pasaron por Belén ejecutando las órdenes del tirano, debieron de dejar un rastro de una veintena, como mucho, de cadáveres. Una localidad pobre y lejana y cadáveres de niños, que como las mujeres, eran poco menos que nada. Semejante episodio debió ser irrelevante en la cruel vida de Herodes, hasta el punto de que ni su biógrafo lo tomó en cuenta, quizás ni lo conoció. Sin embargo Mateo, documentándose en contemporáneos vecinos del lugar de los hechos o en sus hijos, lo conoció y relató.

Algunos cuentos populares, durante los primeros siglos del cristianismo, atribuyeron a esta matanza miles de víctimas, lo que sí es históricamente falso y físicamente imposible. Pero pretender que alguien tenga como buenas esas historias o citar como doctrina a semejantes noticias sin fundamento, generadas por un excesivo apasionamiento popular que ningún documento serio tiene en cuenta, es querer hacerse ver o pecar de tontería o mala fe.

Con la información de que disponemos, podemos afirmar que la matanza por orden de Herodes de los niños nacidos en Belén en el tiempo de dos años en la época del nacimiento de Jesús, es un hecho histórico objetivo, en todo caso cuestionable por tener una única referencia histórica. Para un cristiano, debe ser un hecho histórico incuestionable pues suma a la objetividad histórica, la fuerza de la Revelación.