lunes, 5 de julio de 2010

Cataluña y su estatuto


El parto de los montes. Eso ha sido la sentencia sobre la constitucionalidad del estatuto autonómico de Cataluña.

¿Sorpresa? Hay a quien le sorprende, constantemente, que el semáforo cambie del rojo al verde, pasando por el amarillo. Pero es que los hay con problemas de fondo.

En una España con la Justicia corrupta, ¿se podía esperar que un acto de los tribunales de justicia del más alto nivel, no estuviera contaminado por la corrupción?... ¡si es de allí de donde emana la corrupción!

Me da lo mismo lo que diga esa sentencia. En el mejor de los casos sería un acto de justicia en Sodoma; intrascendente para la comunidad, vital para el protagonista. Pero no es el caso. Aquí ya sabemos quienes son los protagonistas y lo que se puede esperar de su honra.

La sentencia del estatuto de Cataluña es un paso más hacia esa entelequia utópica que creen los masones van a conseguir en Cataluña; una sociedad libre, sin Dios, de justicia infinita, de solidaridad y de igualdad. Eso sí, naturalmente, una Cataluña ideal gobernada por una pequeña oligarquía de venerables, nuevos ricos de la oligarquía política y empresarial, que son los que saben lo que le conviene al pueblo. Venerables maestros apuntalados por una policía eficaz, que quite de en medio a quien pretenda alterar ese orden perfecto de paz y de armonía.

De hecho, Cataluña ya funcionaba así, pero faltaba la impunidad total para esa oligarquía visionaria. Ya había impunidad, pero no era total... todavía tenían que recurrir a falsificar facturas y a dar las mordidas en maletines.

Ahora, casi todo está consumado, pero falta un detalle: La sentencia del tribunal constitucional (en minúscula, que es lo que se merece) no aprueba la creación de una justicia exclusiva catalana, el requisito que queda para la impunidad total. Pero es cuestión de tiempo; en cuanto las logias alcancen un acuerdo en sus disputas internas, la utopía catalana será un hecho. El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez, ya ha advertido que solucionará ese detalle enseguida; “Misión cumplida”, ha dicho a continuación dirigiéndose a las cámaras. Yo he entendido, que con esa frasecita de opereta, ha querido dar cuenta de su faena a su amo. Creo que le ha faltado añadir; “¿lo he hecho bien?”

Usted, lector, me dirá ¿no son los fines de paz y armonía unos fines ideales? Pues así, grosso modo, sí, pero ¿la oligarquía que gestionará esa paz, es la tutela ideal?; ignorar lo que el sentido común y la ley natural nos dicta, ¿es una forma de vida deseable?; y, sobre todo, ¿es mejor la paz que la libertad?

La historia conoce bien ese socialismo utópico, masónico, demagógico y alienante; siempre ha sido un fracaso, casi siempre un fracaso sangriento que han pagado los inocentes. El socialismo, en todas sus variantes incluida el socialismo nacionalista, ha sido la ideología que más crímenes ha contabilizado en la historia de la humanidad. Es la triste evidencia de esa macabra ideología totalitaria e inmoral, que ahora acomoda, por fin, sus posaderas en Cataluña.